Cansado de esperar por meses -y sin suerte- la vacuna contra el Covid-19, Mauricio Israel López, un mendocino discapacitado que vive en Guyamallén y que había escrito en las redes una profunda carta relatando su necesidad de ser inmunizado, logró el viernes que le colocaran la Sputnik V en el hospital Universitario, de Paso de los Andes al 3000.
“Tengo una alegría indescriptible”, alcanzó a decir “El Negro”, que fue al hospital acompañado por su mamá Nancy y ni siquiera tuvo que bajar del auto: las enfermeras lo vacunaron sin que se molestara en bajar.
La carta que Mauricio escribió aquel día conmovió a propios y extraños.
“Mi condición, parálisis cerebral, y mis bajas defensas son motivos más que valederos para que pueda recibir este beneficio”, había señalado en el escrito, acompañado con su imagen en silla de ruedas.
Al día siguiente, Mauricio recibió un llamado del Vacunatorio Central donde se le garantizaba que iba a ser inoculado a la brevedad. Y así fue.
“Insisto, necesitaba la vacuna no solo por mi seguridad y tranquilidad, sino porque estuve un año encerrado y ya no podía más. Mi vida dio un vuelco con el Covid-19”, confesó a Los Andes.
Mauricio dijo que el encierro lo estaba “matando” y que el temor a enfermarse lo dejó aún más sumido en la depresión.
Es que, antes de esta pesadilla que cambió al mundo por completo, disfrutaba de salidas con amigos; de la escuela de adultos (CEBJA 3-257 de Guaymallén) y del club de sus amores, Godoy Cruz.
“Pero todo cambió y no hago más que estar adentro junto a mis padres mayores en mi casa del barrio San José”, agregó en ese momento.
La carta, que por entonces comenzó a viralizarse a principios de mes, estuvo dirigida al gobernador Rodolfo Suárez e intentó concientizar a las autoridades provinciales sobre la importancia de tomar a las personas en su condición como grupo de alto riesgo.
“¿Qué debo hacer”, se preguntó.
Lo cierto es que la cita por fin llegó y Mauricio, que tiene 42 años y sufrió una mala praxis al nacer, ya pudo cumplir su sueño.
“La mitad, digamos, porque ahora esperaré la segunda dosis para estar completamente tranquilo”, dijo, para agradecer la cálida atención recibida y la ayuda de toda la comunidad: sus amigos, familia y también a Los Andes, que visibilizó su situación y se hizo eco de su historia, según dijo.