La historia de María Estela: el día a día de una mujer con parálisis cerebral

María Estela Mesa, que sufre limitaciones físicas debido a una parálisis cerebral, se enfrenta a diario con inconvenientes inimaginables. La odisea para poder estudiar y trasladarse, en primera persona.

La historia de María Estela: el día a día de una mujer con parálisis cerebral
La mendocina María Estela Mesa cuenta la dificultad de vivir con problemas asociados a su parálisis cerebral.

Caerse y levantarse. Sortear obstáculos, seguir adelante, superar la discriminación, habituarse a la mirada del otro. Y siempre con la frente alta.

Así se resume la vida de María Estela Mesa, quien, a poco de nacer, hace 46 años, sufrió un paro cardiorrespiratorio que la dejó con parálisis cerebral y dificultades en el habla.

Nada resultó fácil desde entonces. Pero Estela está aquí para contarlo y también para enumerar aquello que, a su criterio, la sociedad debe modificar.

La gota que colmó el vaso fue la sucesión de trabas que sufrió cuando estudiaba diseño de indumentaria en un instituto privado: dice que no sintió apoyo ni comprensión y que los traslados representaban verdaderas batallas.

“Hice malabares para poder ir en transporte público, me exigí muchísimo para tomar nota, intenté grabar las clases, propuse alternativas para pagar los apuntes… y fue imposible”, resume.

Sin el apoyo que necesitaba, desde los traslados hasta de algunos docentes, que le sugirieron que estudiara otra cosa, un día dijo “basta”.

“Me sentí desplazada y dije ‘hasta acá llegué’, no me hace falta un título para emprender lo que deseo. Conseguí una máquina de coser y estoy muy feliz aprendiendo de tutoriales”, relató.

-¿Se sentía desplazada por los mismos profesores?

-Sí, y eso me dolió porque mi problema no era el aprendizaje, sino que iba más lenta por ejemplo para escribir. Pero volcaba mi máximo esfuerzo para y no me explicaban como a mis compañeros. Mientras que rendía, un profesor me decía que no tenía que seguir. Ese docente ni siquiera sabía la odisea que representaba que el micro frenara y me llevara. En general, todos suelen mirar diferente al discapacitado, tal vez sin mala intención.

-¿Por qué abandonó?

-Los directivos me sugirieron que cambiara de carrera dentro del mismo instituto porque no podían adquirir un sistema computarizado de aprendizaje. Dije que no hacía falta que hicieran esa inversión, que solo necesitaba que me facilitaran los cuadernillos con los apuntes de cada materia, estaba dispuesta a pagarlos. Pero insistieron. Intenté seguir al menos hasta finalizar el año, pero cómo iba a aprender sin apuntes. No me sentí estimulada.

-¿El transporte también es una limitante?

-Absolutamente. Hoy, por la pandemia, casi no salgo, pero muchos choferes pasan de largo y otros no tienen rampas. Nadie imagina las dificultades que atraviesa una persona con capacidades diferentes. Hubo algún avance, pero las leyes no se cumplen.

María Estela Mesa, en un paseo junto a dos amigos que afrontan, como ella, problemas motrices.
María Estela Mesa, en un paseo junto a dos amigos que afrontan, como ella, problemas motrices.

-¿Qué suelen decirle?

-Para algunos choferes somos molestia, me han llegado a decir que me quede en mi casa tranquila. Ojo, algunos son muy humanos y me ayudan, se ponen en el lugar del otro. Pero las empresas deberían capacitarlos. Otra cosa: los primeros cuatro asientos, que son de prioridad, tienen un escalón altísimo que me impide subir. Además, no en todas las paradas hay asientos, quienes usamos bastón tenemos que aguantar de pie. Y los taxis ni hablar, ven una silla de ruedas y van hacia otro lado. Y así, muchas cosas.

-¿Cómo se comportó Pami en materia de traslados, mientras estudiaba?

-Fue tal el agotamiento con los micros que finalmente pedí ayuda a Pami, pero el horario de clases era de 19 a 23, me dijeron que era muy tarde. Pedí permiso para salir más temprano algunos días y así logré un poco de alivio pero un tiempo breve. Repentinamente me comunicaron que no me trasladaban más. Fue demasiado.

-¿Cómo es la vida de un discapacitado en cuarentena?

-Soy inquieta e independiente, por eso extraño juntarme con mi familia, amigos y seguir con mis proyectos. También añoro volver a hacer equinoterapia en Las Heras, aunque desde hace un tiempo lo habían suspendido, también por falta de traslados. Es una excelente terapia para personas en mi condición.

-¿Qué sucede en el aspecto laboral?

-Faltan oportunidades laborales para nosotros, tanto en el ámbito público como en el privado. La ley establece que es una obligación del Estado asegurar a las personas con discapacidad su derecho a trabajar. El Estado debe tener al menos un 4% de personas en esta condición entre sus empleados.

-¿Qué le pide a la sociedad?

-Respeto, más accesibilidad para desplazarme en el centro o hacer trámites, subir al colectivo, oportunidades para estudiar, crear herramientas, técnicas de estudios adaptadas para nosotros. Tenemos limitaciones físicas, pero la inteligencia en mi caso está muy desarrollada. A otros, por el contrario, hay que ayudarlos a desarrollarla. Con paciencia y más accesibilidad podríamos vivir mucho mejor.

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