La imagen se repite todos los días. Don Correa, un hombre de 85 años de Cerró Corá, Misiones, se instala en el portón de su casa con la ilusión de ver nuevamente a su hijo Jerónimo Gómez, quien hace 38 años partió a la guerra de Malvinas y nunca más volvió a ver.
Según su testimonio en un diario local, el joven comenzó a prestar servicios en la Marina a los 18 años y fue trasladado a Tierra del Fuego, volviendo a ver a su papá solo una vez. Desde allí, cuando la guerra de Malvinas estalló en el año 1982 fue trasladado a las islas.
Hace 22 años Don Correa vive solo en una precaria casa de maderas y chapas en mal estado y su única compañía es un gasto silvestre que tiene de mascota.
A lo largo de su vida trabajó en diversas cosas para lograr mantener a su familia, pero desde hace algunos años se ve obligado a trasladarse en una vieja silla de ruedas y prestada. A pesar de sus múltiples necesidades, su máxima ilusión es volver a saber algo de su hijo.
“No se nada, nada”, dijo y comentó que en los tiempos de posguerra ningún representante de la fuerza se comunicó con él para darle novedades de su hijo, por lo que él mantiene la esperanza de que algún día Jerónimo regrese a su casa.
El ya hombre de más de 55 años lleva el apellido de su madre, Blanca Gómez, porque en la época de su nacimiento Don Correa trabajaba como tarefero y no le permitieron darle el apellido. Hoy, su única preocupación es saber “dónde está. Si vive o no vive”.