Un perro que recibe cariño jamás abandona a su humano. Los que tienen amigos de cuatro patas seguramente avalarán esa afirmación. Para el resto de los lectores hay historias que certifican la fidelidad perruna casi con riguridad científica.
Eugenia y Bianca fundamentan lo escrito en el párrafo superior. Eugenia era una querida vecina de Tunuyán. El martes pasado se acostó a dormir con un libro en sus manos, como lo hacía todas las noches, pero no despertó. Falleció la madrugada del miércoles de un paro cardiorrespiratorio.
Esa mañana, Bianca, la perra de la octogenaria Eugenia, notó que algo andaba mal . Su dueña no abría el negocio como todos los días, nunca se demoraba. Bianca lleva cuatro días sentada sobre sus patas traseras y mirando hacia la esquina derecha, por donde todos los días aparecía su amiga.
Eugenia Franco era la propietaria de un histórico comercio del centro de Tunuyán. El negocio ofrecía productos de dos rubros muy distintos, farmacia y librería, y no tenía nombre. Sin embargo, todos los tunuyaninos sabían que en la esquina de Las Heras y San Martín encontrarían lo que buscaban.
Eugenia y Bianca caminaban todos los días las dos cuadras que separan su hogar del negocio. “Era una señora muy amigable y, sobre todo, muy querida por todos los vecinos”, dice muy segura Nerina, la joven contadora que viralizó la historia de la perrita que aguarda con resignación y una tristeza evidente a que su dueña llegue a darle de comer y acariciar su cabeza.
Nerina tenía una relación muy cercana con Eugenia, la joven tiene un negocio al lado de la “farmacia-librería” y admite que extrañará sus charlas diarias con su vecina comercial.
No solo ella, dice sin pensarlo, sino también sus perros, quienes se aprovechaban de la bondad de Eugenia para conseguir un bocadillo extra, pese a que “están muy gordos”. “Amaba a los animales, los perros del barrio la seguían siempre, ella les daba amor y comida”. Las mascotas de Nerina se sumaron a la interminable espera de Bianca. “Mis perros también la están esperando”, asegura la joven.
Eugenia Franco no tuvo hijos. Vivía solo a unos 200 metros del comercio de Las Heras y San Martín. “No tenía hijos pero sí muchos sobrinos que la amaban”.
“Mi tía adorada, eso es todo lo que construiste en tu vida, amor, puro amor. Viviste para todos los desprotegidos. Te llevo en mi alma”, escribió uno de los sobrinos de Eugenia en la publicación viral.
Y agregó: “Para la tranquilidad de todos, la perrita tiene familia y la siguen alimentando los vecinos y mis primos”.
El comercio seguirá abierto. Los sobrinos continuarán atendiendo la “farmacia-librería” sin nombre más conocida del centro de Tunuyán. La perra Bianca sigue durmiendo bajo techo, con comida y afecto. Pero siempre esperará a Eugenia.