La Escuela de Agricultura (EA) de la Universidad Nacional de Cuyo, ubicada en el municipio sureño de General Alvear, cumplió 70 años el pasado viernes.
“La escuela es muy importante para nuestro departamento, para nuestra sociedad y nuestra comunidad. Cada cumpleaños es una fecha muy festejada y celebrada, ya que la Escuela de Agricultura tiene un gran sentido de pertenencia con un espíritu de mucha unión y orgullo de pertenecer”, señaló Daniela López, la directora de la institución.
“Hay quienes pertenecen a la comunidad desde siempre o desde hace ya algunas generaciones, pero también estamos los que nos sumamos más tarde y somos totalmente adoptados por la escuela”, agregó la educadora, quien está a cargo de la dirección hace ya 23 años.
Un sitio con espíritu comunitario y de superación
El centro educativo alberga actualmente a más de 600 personas, entre alumnos y personal. En sus modernas instalaciones se permiten desarrollar las tareas de aula y las prácticas agrícolas, ambas responsables del perfil agrotécnico con el que egresa el estudiante.
“Desde su creación, la escuela está signada por dificultades. Sin embargo, siempre la ha caracterizado el mismo espíritu inquieto de superación que le imprimieron en sus inicios”, explicó la profesora Daniela López con entusiasmo.
Y agregó: “Cuando se traza un objetivo o se propone un proyecto nunca se está solo, por ejemplo, si al laboratorio le falta pintura, todos agarran los pinceles, profesores, padres, celadores, alumnos, todos forman parte”.
El establecimiento cuenta con un predio de cuatro hectáreas y media, que contiene un edificio principal, inaugurado en 1989 y ampliado en el año 2007. Otro símbolo es su bodega piloto, cuna de enólogos del departamento y en donde se produce el vino “Egresados” que este año estrenó etiqueta en honor al aniversario de la escuela.
Completan el establecimiento un gimnasio techado, testigo de uno de los eventos deportivos estudiantiles más reconocidos a nivel nacional, una finca experimental, laboratorios de ciencias naturales, una sala de industrias y otras dependencias donde “los chacareros” pasan su tiempo aprendiendo, experimentando, construyendo su futuro profesional.
En Alvear Oeste -distrito donde se encuentra la escuela- y en todo el departamento es común dirigirse a quienes forman parte de la EA como “la familia chacarera” o “los chacareros”. Y es que el sentir que los reúne en torno a ella, como si fuese consecuencia de un lazo sanguíneo, hace que el que llegue jamás quiera irse. “Señores yo soy del barrio de la Bodega, la sigo a la Agricultura a dónde sea”, se escucha entre los pasillos.
Una historia vinculada al departamento
La Escuela de Agricultura debe su creación a una necesidad imperante de la sociedad alvearense en la década de los 50. Por aquellos años, el ya pujante desarrollo socioeconómico del Departamento, que se daría con mayor énfasis posteriormente, contrasta con la oferta educativa en el nivel medio.
Se contaba, desde 1950, con el primer año del bachiller y el primero del comercial, y desde 1954, con el primer año del ciclo básico del Instituto San Antonio, quien sería el encargado de formar maestros alvearenses. Pero, no existía ninguno relacionado a las características vitivinícolas y frutícolas de la zona que pudiera capacitar para lograr, con una preparación específica, hacer frente a las demandas locales.
Por otro lado, una preocupación dominante de los padres era la imposibilidad para muchos de acceder a estudios medios luego de concluir los primarios. Para ello, tenían que trasladarse a otros lugares más alejados, con los consecuentes gastos, que eran muy difíciles de afrontar. Ven así una carencia en nuestro medio que significaba un desafío para todos, ya que, de ser solucionada, favorecería el crecimiento y desarrollo de General Alvear.
Comienzan, de esta manera, las reuniones de algunos vecinos, entre ellos el maestro Jorge Leguizamón (en cuyo honor se nombra la biblioteca escolar), que dan como resultado la constitución de la primera comisión procreación de la escuela. A esta iniciativa se sumaron el apoyo y la colaboración de otras instituciones, como el Rotary Club.
Una de las mayores preocupaciones era el edificio para que pudiera funcionar. Se logró contar con el predio y lo que fueron las instalaciones de la excorporación frutihortícola de Alvear Oeste, que tenía una vivienda y tres paredes que correspondían a un secadero. De ellas, gracias a la colaboración de muchos, surgió la primera aula, que alojó a los alumnos. A partir de este momento, todo pasa a formar parte de la historia del establecimiento educativo, como el inicio de las clases el 19 de abril de 1954, con 33 alumnos inscriptos en el primer año.
Los primeros docentes y su legado en la Escuela
Jorge Leguizamón, aquel maestro presente desde la primera hora en la creación de la EA, era llamado el Napoleón de la comisión por la comunidad, por su audacia, su espíritu aguerrido y emprendedor, con una gran capacidad para sortear las dificultades que se les presentaban.
Cada una de las personas que pasaron -y pasan- por la institución destacan el espíritu que vive en ella. “¿Cómo no tener compromiso con alguien que se involucra, con quien se tiene “un ida y vuelta?”, pregunta retóricamente Graciela Mosiuk, profesora jubilada de Matemática, Física y Cosmografía.
Graciela llegó a la escuela a fines de la década del ochenta: “En junio de 1987, me recibí y, en junio de 1987, comencé a trabajar en la escuela. Fui a consultar si había posibilidades de trabajo y, casualmente, el agrimensor Ernesto Lust comenzaba a transitar su jubilación. Tomé todas sus horas. Pensaba en algo temporal porque quería mudarme a Neuquén y terminé quedándome 32 años ininterrumpidos en sus aulas”.
La profesora, también, dio clases en otros establecimientos educativos de General Alvear y San Rafael y, mientras relata su paso por ellas, afirma que jamás tomó una licencia en la agricultura, por ningún motivo. “La Escuela de Agricultura es mi casa. Yo iba a trabajar a mi casa. Qué mejor cosa que sentirse feliz con lo que se hace en un lugar donde se está tan a gusto”, declara en un tono cuya frecuencia vibra de emoción. “Es una familia para toda la comunidad educativa. ‘La familia chacarera’, resalta sonriente. Como toda familia tiene aspectos positivos y negativos, pero cuando hacés un balance el resultado es positivo, por eso volvemos aún después de habernos ido”, cerró.
Recortes presupuestarios
Al igual que otras instituciones educativas, la escuela sufre la dura crisis presupuestaria, aunque eso no los desmotiva. “Estamos sufriendo la crisis presupuestaria y las dificultades con la familia como tu institución, pero tenemos muchísimos proyectos y tal vez más proyectos que antes. Especialmente para recaudar fondos, por ejemplo, recuperamos nuestra bodega que no estaba produciendo mucho y ahora producimos vinos con una nueva etiqueta y presentación”, agregó la directora en conversación con Los Andes.
Para Daniela, también es parte del esfuerzo de la comisión de papás y la comisión cooperadora, la cual históricamente ha sido muy fuerte, y la aplicación de un sistema de padrinazgo. Creado especialmente para ayudar a los chicos con dificultades, brindan becas para solventar los gastos de transporte o para comprar fotocopias. “Nos encontramos con que teníamos mayor cantidad de alumnos con dificultades económicas rápidamente”, agregó Daniela.