Los miedos y la incertidumbre generados por la pandemia, más el aislamiento causado por la cuarentena estricta, el largo año sin clases y el impacto en la salud y la economía de la familia han afectado intensamente en los más jóvenes. Los propios docentes lo detectaron tras el retorno a las clases y quedó plasmado en una encuesta en la que se habla de más ansiedad, más angustia y depresión.
Dos presuntos casos de intento de suicidio ocurridos en los últimos días en diferentes escuelas de la UNCuyo (el DAD y el Magisterio) pusieron en evidencia esa problemática y fueron los propios estudiantes de esos colegios los que pidieron contención ayer, durante una una sentada en la que expresaron su preocupación por la falta de acompañamiento y tratamiento de temas de salud mental.
En la protesta de los estudiantes se pudieron apreciar carteles con fuertes mensajes en donde los jóvenes pidieron por “mayor contención”, “acompañamiento” y “asistencia”, en reclamo hacia las autoridades universitarias.
Esta situación se dio, casualmente, en el contexto del Día Mundial para la Prevención del Suicidio, que se promueve cada 10 de septiembre, con la finalidad de concienciar respecto a su prevención.
En julio, en las jornadas institucionales desde la DGE consultaron a los docentes sobre cuál era la percepción que tenían de sus alumnos al regreso de la pandemia, al respecto Miguel Conocente, director de la Dirección de Orientación y Apoyo Interdisciplinario de las Trayectorias Escolares, detalló: “Los datos de la encuesta realizada reflejaron que el 70% de los docentes acordó en la importancia de trabajar temas de salud mental, el 68% observó mucha más ansiedad en los alumnos de la habitual, el 58% detectó mucha más angustia en los chicos. El 50% de los docentes refirió que encontraba a sus alumnos mucho más aislados que antes, el 73% de los maestros dijo que sus estudiantes reportaban mucha más dificultad en términos generales que en tiempos anteriores”.
Y agregó: “Frente a esto los docentes pidieron herramientas de formación, para poder afrontar esta situación con los chicos. Es por eso que desde la DGE estamos trabajando justamente en eso junto con la Dirección de Salud Mental del Ministerio de Salud. Estamos reforzando con capacitaciones con ESI, ya que tienen un programa de prevención inespecífica, lo que nos permite trabajar aspectos que tienen que ver con consumo problemático, prevención de suicidio, etc.”
En referencia a la situación actual de pandemia, y a la etapa de la adolescencia, Conocente resaltó que “la adolescencia es un momento del desarrollo donde cambian todos los parámetros con los que uno se maneja hasta la niñez. El mundo se desordena, y el mundo adulto funciona como una referencia más estable para los chicos. Ahora en este contexto de pandemia, también se desordenó el mundo adulto. El costo más importante que estamos pagando todos frente a la pandemia es el anímico. Hay chicos con ideas suicidas, muy desesperanzados, mucha angustia, ansiedad. Es muy importante poder ir a un psicólogo. La sociedad mendocina todavía tiene mucho tabú con la salud mental”.
Por su parte, Alejandro Castro Santander, psicopedagogo institucional y director general del Observatorio de la Convivencia Escolar, remarcó que “las cifras que tenemos para Argentina de suicidio adolescente se triplicaron en los últimos 30 años y es la segunda causa de muerte entre los chicos de 10 y 19 años. Es un tema para considerarlo, las cifras son muy malas”.
Y enfatizó: “La pandemia ha agudizado la ansiedad, la angustia, los miedos, las pérdidas, sobre todo en los más chicos, el contacto en lo social con los compañeros. A esto hay que sumarle el clima familiar, padres que disminuyeron sus horas de trabajo o fueron despedidos, enfermedades familiares y hasta muertes. Hay muchos elementos para considerar, los cuales terminan afectando directamente a todos, pero sobre todo a los más chicos que tienen menos recursos para poder manejarlo”.
“Las escuelas no estaban preparadas”
En relación con el rol de las escuelas en esta problemática, según Castro Santander “las escuelas volvieron a abrir y no estaban preparadas para enfrentar estas situaciones, realizar acompañamiento, y no sólo de los alumnos, sino también de los adultos. Esta es una deuda que tenemos hace tiempo, pero no se termina de resolver. Tenemos una escuela vieja, del siglo XIX, que se centra sólo en lo cognitivo. La tarea de la escuela, si queremos abordar todo lo que pasa en la vida de un estudiante, es mucho más compleja, lo que pasa es que el formato de la escuela no cambia, para abordar todos esto puntos la escuela debería ser absolutamente otra, en la de hoy no es posible. La escuela vieja tiene que cambiar para poder abordar todos estos aspectos”.
Desde su lugar, Silvina Alma, licenciada en psicología (M.P. 2206), profundizó: “La etapa adolescente, es donde se vivencian cambios, que conllevan duelos. Duelos por el cuerpo perdido, por los padres de la infancia, la pérdida del rol infantil y el asumir ciertas responsabilidades. Conlleva sentimientos de angustia y cierto distanciamiento de su espacio, de lo familiar, porque necesita de esta distancia para crear lo propio. Necesita encontrarse consigo mismo”.
Y agregó, “El adolescente necesita una confrontación con el adulto, la distancia no solo es física sino también de las ideas, para constituir lo propio, y para esto tiene que diferenciarse. Muchas veces esto es vivenciado por los adultos como conductas disruptivas, pero en realidad se trata de esta necesaria confrontación que busca construir lo propio en ese sujeto”.
Según Alma, este distanciamiento trae aparejada la necesidad del lazo social con los pares que le permiten un sostén identificatorio “La pandemia dificultó el encuentro cara a cara, el encuentro de los cuerpos. Y esto trae como consecuencia que los adolescentes busquen sostener los vínculos por los medios virtuales, que pueden traer malos entendidos en la comunicación, generando angustia. Otra consecuencia de la pandemia fue que ese otro tan importante para el adolescente de algún modo se volvió peligroso. El distanciamiento social exige la distancia de aquello a lo cual el adolescente intenta acercarse en este movimiento propio de la etapa del desarrollo”.
“Estos factores pueden acrecentar la angustia, y ahí el sujeto entra en situación de riesgo. El sujeto duda del lugar que ocupa en su deseo, duda si posee un lugar para ser alojado y sostenido por el otro. Es importante en estos momentos que haya un adulto, un par, una institución, el Estado, que pueda escuchar y responder a este movimiento impulsivo que puede poner en riesgo al sujeto. La falta de respuesta puede generar un pasaje al acto poniendo en riesgo su vida”, explicó la profesional.
Para cerrar, y a modo de concientización, Alma dijo: “Considero importante los espacios de contención, donde haya otro que aloje, y acá las instituciones son muy importantes para acompañar y sostener. Es importante que el adulto se dirija a través del diálogo. Sin olvidar que los espacios de confrontación ayudan a construir lo propio. En relación a la pandemia, se abren nuevos duelos que los adolescentes tienen que llevar a cabo, y es por eso que tenemos que adaptarnos a la situación actual. Hay que apuntar a que la salud mental se instaure fuertemente en la sociedad como necesaria para el bienestar de los sujetos”.