Aunque el segundo juicio por los abusos en el instituto religioso Antonio Próvolo que comenzó este lunes por la mañana tiene a 9 mujeres imputadas –dos de ellas son monjas-; la religiosa japonesa Kumiko Kosaka (46) es quien mayor visibilidad ha adoptado desde el inicio de la causa (por fuera de los dos curas, Horacio Corbacho y Nicola Corradi, ya condenados a 45 y 42 años de prisión respectivamente, y como autores de los abusos sexuales por los que estaban denunciados). Y es que Kosaka es la otra de las imputadas que cuenta con acusaciones formales como autora de abusos sexuales, simples y agravados; al igual que los curas ya condenados, el ex jardinero Armando Gómez y el ex monaguillo, Jorge Bordón; todos en prisión.
El resto de las acusaciones que acarrea Kosaka son como partícipe de otros episodios de abuso y corrupción de menores; imputaciones similares a las que tienen las otras 8 imputadas de este segundo juicio (que engloba 3 causas en una).
En total, Kosaka cuenta con 7 imputaciones que se desprenden de las denuncias ex alumnos y alumnas del instituto; quienes además dormían en los albergues del instituto que funcionó hasta fines de 2016 en calle Boedo de Carrodilla. Es, además, una de las acusadas que más abogados tiene para su defensa: en total son 5 letrados (4 particulares).
Teniendo en cuenta que entre sus imputaciones hay una como “autora del delito de abuso sexual gravemente ultrajante”, la situación procesal de Kosaka es la más complicada de quienes están involucradas en este juicio. Y es que no solo que se trata de la única imputada que llega a juicio en prisión (con la modalidad domiciliaria); sino que –además- la pena máxima que arriesga es la misma que arriesgaban los primeros cuatro condenados: 50 años de prisión. Ese es el techo de la condena para cualquier persona condenada como autora de abusos sexuales agravados; y en la sentencia inciden los distintos agravantes.
En el caso de Kosaka, los agravantes en el hecho por el que está imputada como autora de abuso sexual agravado son haber sido la encargada de la guarda de la víctima y el hecho de que el abuso se haya cometido contra un adolescente menor de 18 años. Otro de los agravantes es que la monja –de acuerdo a la imputación- se aprovechó de la situación de convivencia preexistente.
Acusaciones a Kosaka
La más grave de las imputaciones contra la monja japonesa es, precisamente, la última que se le oficializó; y la que derivó en que Kosaka llegara con prisión preventiva al juicio. Se trata de la causa P-78.790/18 (una de las tres que integran todo este juicio), y un joven acusa a la religiosa de haberlo tocado mientras estaba en el instituto. Precisamente esta es la imputación como autora de “abuso sexual gravemente ultrajante” que arrastra.
En tanto, en la causa P-28.674/17 (la primera de este juicio); Kosaka tiene 6 imputaciones. El primero de los hechos incluye dos episodios registrados entre 2005 y 2007. En aquella ocasión, una joven ex alumna del instituto acusa a la monja japonesa de haberle puesto pañales para ocultar las lesiones que sufrió tras haber sido violada por el más joven de los curas -Corbacho-, en dos oportunidades y en distintos horarios. Precisamente Corbacho fue condenado por estos episodios; y la imputación contra la monja en estos episodios es como “partícipe primaria en términos de comisión por omisión” (haber ocultado el abuso y no haber hecho ninguna denuncia).
Otra de las imputaciones es como partícipe primaria en otro caso de abuso sexual con acceso carnal por el que ya fue condenado Corbacho. En este caso, la denunciante fue una joven que relató haber sido violada por el sacerdote luego de que la monja la “entregara” al cura a sabiendas de las aberraciones que ya había cometido.
Concretamente, la joven (menor de 18 años al momento del hecho específico) señala que fue la monja quien le ordenó ingresar a la habitación del sacerdote para entregarle una cesta con pan que habían horneado en el taller. De acuerdo a la declaración de la víctima en el expediente, en esa ocasión el sacerdote la violó. Y de acuerdo a la acusación de la fiscalía, la monja ordenó a la adolescente que ingresara a la habitación de Corbacho, aún conociendo las reiteradas acusaciones por abuso sexual que pesaban contra él. Y es sobre lo que deberán expedirse los jueces.
Además, está imputada por otros 3 episodios que incluyen tocamientos (perpetrados por ella misma contra las alumnas o induciéndolas para que se toquen entre sí); además de una acusación donde sostienen que le permitía a los niños ver películas pornográficas a través de la ventana de la habitación de otro ex empleado. En estos 3 casos, Kosaka está imputada por corrupción de menores, agravado por ser encargada de su guarda.
Quién es Kumiko Kosaka
Kumiko Kosaka tiene 46 años, nació en la provincia japonesa de Okasaki-Shi y llegó a Argentina en 1977 junto a su familia. Dos décadas después de arribar al país, en 1997, ingresó a la Congregación de las Hermanas del Huerto; mientras que en 1998 pasó al periodo inicial de noviciado. Fue ella misma quien, en mayo de 2017, reconstruyó sus primeros pasos como monja ante el fiscal Gustavo Stroppiana, quien por aquel entonces instruía la causa del Caso Próvolo. El 4 de mayo de ese mismo año, Kosaka había llegado a Mendoza proveniente de Buenos Aires; y desde fines de abril Stroppiana había solicitado una orden de captura contra la monja (cuyo paradero se desconocía); aunque el abogado de la religiosa, Carlos Varela Álvarez, ha descartado en reiteradas oportunidades que hubiese existido una orden de captura; y ha recalcado que Kosaka se presentó ante la Justicia por motus propio.
Desde el 25 de noviembre de 2016, el instituto Próvolo mendocino se había convertido en el escenario de terroríficas pesadillas convertidas en realidad: en ese momento se conocieron las primeras denuncias relacionadas a violaciones y tocamientos que ex alumnos y alumnas denunciaban haber sufrido mientras estudiaban y dormían en el lugar.
En el transcurso de los meses posteriores –y en la medida en que las víctimas (todas menores de edad al momento en que relataban haber sido atacados) eran entrevistadas en cámara Gesell-, se iban desprendiendo mayores detalles de los terribles episodios. Los primeros en ser detenidos e imputados fueron los curas Nicola Corradi y Horacio Corbacho, el ex monaguillo Jorge Bordón, el ex jardinero Armando Gómez y otro ex administrativo, identificado con las iniciales J.L.O. Pero nombres como el de Kosaka, la también monja y superiora de la japonesa, Asunción Martínez y de la ex representante legal del Próvolo, Graciela Pascual no tardaron en sumarse a las declaraciones de las víctimas. Por lo que la lupa de la investigación se centró sobre ellas también.
Los dos sacerdotes, junto con Gómez y Bordón ya fueron condenados a prisión como autores de los abusos en el Próvolo. Corbacho fue condenado a 45 años de prisión, Corradi a 42 años, Gómez a 18 y Bordón a 10. Mientras que este lunes, en los tribunales mendocinos y con modalidad semipresencial (por las restricciones de la pandemia de coronavirus) comenzó el segundo de los juicios, que tiene a las monjas Kosaka y Asunción, a la ex representante legal Pascual y a 6 mujeres más (4 ex directoras, una piscóloga y una ex cocinera) como imputadas.
El desempeño de Kumiko Kosaka en el Próvolo, según sus primeras declaraciones ante la Justicia en mayo de 2017, se extendió entre 2004 y 2012; período en que las Hermanas del Huerto estuvieron presentes en el instituto Próvolo. Y su función estuvo en el albergue de mujeres del establecimiento; primero bajo las órdenes de Asunción Martínez, y luego con ella como encargada de la custodia de ese espacio. Más allá de las acusaciones, al momento de defenderse durante esas primeras declaraciones; Kosaka destacó que en horario de la mañana (cuando algunas de las denuncias la ubicaban como autora de abusos o partícipe de otros hechos) ella se encontraba cursando el Profesorado de Educación Especial en un Instituto Superior de Formación Docente Santa María Goretti.