Todo comenzó cuando Julieta tenía 17 años. Por aquel entonces hizo su primera experiencia al emigrar durante un año a Francia. Nunca había estado tanto tiempo lejos de su Mendoza natal. En aquel país, rico en arte e historia, cultivó aún más su gusto por viajar y por conocer diversas culturas. Aún no conocía a Miguel, eso llegaría un tiempo después. Sin embargo, sin siquiera saberlo, ambos ya se preparaban para la aventura de sus vidas.
Tras su paso por la capital parisina, Juli retornó a la capital mendocina. Comenzó a estudiar Diseño Gráfico en la Universidad de Mendoza y lo primero que averiguó fue a partir de qué año podía comenzar con los viajes de intercambio. La respuesta fue directa: “a partir de tercero”.
Manteniéndose firme en su deseo, una vez que llegó el tan esperado tercer año, migró nuevamente a Europa, pero esta vez a la encantadora ciudad de Barcelona, la cual alberga obras arquitectónicas únicas como la Sagrada Familia de Antoni Gaudí o es cede de museos de arte moderno que enamoran a quien los contempla. En aquella soñada localidad española estudió solo un semestre, pero fue tiempo suficiente para que su mente y corazón jamás pudieran despegar. Es por eso que, tras obtener su título aquí en Mendoza, armó nuevamente las valijas y hacia allí partió.
Mientras tanto, en esta historia aparece Miguel. El joven es profesor de escuela primaria. Posee conocimientos de diversas materias como matemática, lengua y ciencia, aunque su predilección es el inglés. Es oriundo de la localidad española de Mallorca, sin embargo, en el último tiempo estaba viviendo... en Barcelona.
Como obra del destino, ambos se conocieron a finales del 2019, previo a uno de los acontecimientos que marcaron la humanidad. “En marzo del 2020 volví por un mes a Mendoza para visitar a mi familia. Pero a los pocos días cerraron las fronteras”, dice Juli a este medio. “Lo que iba a ser solo un mes terminaron siendo cinco. Hablábamos por WhatsApp. Prácticamente nos conocimos por allí”, agrega Miguel.
De esta forma, la pandemia puso a prueba un amor que por aquel entonces era prematuro. Se acompañaron mutuamente y trataron de que aquellos 11.000 kilómetros que los separaban parecieran menos. Es que Miguel estaba solo, lejos de su familia mallorquina. Un panorama diferente vivía Julieta que sí estaba con los suyos.
Ya en julio, la joven mendocina volvió a Barcelona con Migue y a partir de allí comenzaron a escribir su historia, la cual se formalizó en diciembre de ese mismo año durante una navidad en Mallorca.
La pandemia comenzó a calmarse, el turismo interno se habilitó y recorrieron en profundidad los paisajes locales ya sí como pareja. De todas maneras, una vez que estos paseos concluían, cada uno retornaba a sus puestos de trabajo. Julieta se desempeñaba en el sector de marketing de una empresa de software y Migue continuaba dando clases en una escuela local.
Sus profesiones estaban bien, pero necesitaban un cambio. Este llegó en 2021 y fue gracias a un periodista que visitó el colegio en el que trabajaba Miguel. El apasionado reportero les contaba a los alumnos y profesores sus epopeyas en países lejanos, algunos de ellos atravesados por conflictos bélicos pero que aún así eran ricos en culturas y tradiciones ancestrales y valía la pena visitar.
Esto hizo que Miguel se entusiasmara con la idea de recorrer latitudes y empaparse de experiencias nuevas. Cuando llegó al departamento que compartía con Julieta le comentó las fantásticas experiencias del periodista y le dijo convencido que le gustaría hacer algo similar. Juli permaneció en silencio, feliz, se había dado cuenta que ambos tenían el mismo anhelo de correr el mundo.
Pasó una semana de aquella epifanía hasta que Julieta, sin más preámbulos, le propuso a su novio comenzar el viaje. El si de Migue llegó de inmediato. Asique durante todo ese año se dedicaron a planificar la aventura. No fue tarea fácil. “¿A dónde vamos primero?; ¿Cómo conectamos los destinos?; ¿En qué época conviene viajar?” Todos estos interrogantes, y muchos más, llevaron varios meses de preparación.
Una vez que todo estaba listo, dieron aviso a sus jefes respectivos, los cuales los apoyaron y les ofrecieron sus puestos cuando vuelvan. Ahora si, es julio, pero del 2022, los pasajes ya están en sus manos.
BITÁCORA DEL VIAJE
Primera parte: Canadá y Estados Unidos
Con algunos sobresaltos y demoras en los vuelos, finalmente la pareja partió rumbo Canadá. “Estuvimos 15 días ahí visitando los parques de las Montañas Rocosas. Es una maravilla de lugar sinceramente es uno de los sitios que aunque, haya sido el primero, fue decir aquí tenemos que volver, tenemos que volver porque nos impresionó”, detalla Miguel.
Con respecto al idioma, ambos hablan inglés por lo que la comunicación no fue un inconveniente. En esta parte del mundo claro. Fue en ese país que decidieron abrir su cuenta de Instagram. Esta surgió para compartir con sus familias la travesía y, al mismo tiempo, para sumar seguidores y crear una comunidad de viajeros.
Ahora bien, volvamos a la ruta. Tras su paso por Canadá, “bajamos hacia Estados Unidos. Llegamos a San Francisco estuvimos ahí una semana visitando la ciudad”, dice Juli. “El Golden Gate nos salió un poco fallado por el clima. No lo pudimos ver ni un solo día de los que fuimos, si lo vimos perfecto desde el avión”, agrega Migue.
A fin de disminuir gastos, presidieron de agencias de turismo y, en EE.UU, decidieron alquilar un auto y moverse por su cuenta. Las rutas estaban en excelente estado por lo que, según comentan, era un placer conducir.
Durmieron una noche en medio del desierto de Arizona, no había nada a su alrededor y la oscuridad absorbía todo el paisaje. Eso si, el cielo, sin contaminación lumínica, proyectaba a las estrellas que se veían en todo su esplendor.
Tras algunos kilómetros llegaron al imponente Gran Cañón. Además, fueron a las extenuantes pero, al mismo tiempo, fantásticas excursiones en el Parque nacional de las Secuoyas. “Es un lugar también que tiene una energía muy distinta porque son árboles milenarios altísimos de 80 metros, con unos troncos que necesitas 20 personas para rodearlo. Es precioso. Te das cuenta de lo pequeño que eres”, comenta la pareja.
Luego comenzaron a bajar, llegaron a Las Vegas. Allí aprovecharon para descansar. Eran muchas las horas de carretera que tenía a cuestas. En total ya había hecho más de 3.000 kilómetros y el viaje apenas estaba comenzando.
Segunda parte: México y Ecuador
Llegamos a Ciudad de México. Allí los jóvenes vivieron una de las experiencias culturales más inmersivas que fue ir a un mercado donde no se veía a ningún turista. Eran todos mexicanos celebrando, haciendo cumpleaños, disfrutando en familia.
Precisamente allí habían barcas de madera con capacidad para 15 personas. En el medio, una mesa con aperitivos que hacen más placentero el viaje. “Te llevan a dar un paseo en esas embarcaciones. Hay comida al horno, mariachis que reman al lado tuyo y te cantan. Es un espectáculo visual. Sin duda fue una experiencia muy interesante porque además ahí sí que te das cuenta de la cultura local”, dice Julieta. “La cabeza te cambia por completo, ves la diversidad que hay. Creo que esa es la verdadera riqueza”, agrega Miguel.
Sudamérica, según cuentan nuestro viajeros, es extremadamente rica en cultura. “Aunque hablemos el mismo idioma y nos entendamos perfectamente, es muy fuerte lo que ves. El cómo viven las personas, te das cuenta que realmente las diferencias y las costumbres son muy diversas”, comentan.
Una observación interesante que hace Miguel es que “mientras más humilde es el país, más te ayudan cuando lo necesitas”. Es que claro, los joven se han encontrado con diversas situaciones que han puesto a prueba su capacidad de adaptación. “No tengo internet, necesito pedir un uber o tomar un taxi o lo que sea y la misma gente te ayuda. Nos dicen ´yo te doy mi clave de wifi; por favor, espérate, quédate conmigo hasta que llegue el coche o lo esperamos aquí´. Esa amabilidad es constante”.
Tras algunos días en el Distrito Federal mexicano, la pareja partió hacia Teotihuacán donde visitaron las imponentes pirámides. Luego pasaron hacia las paradisíacas playas de la Riviera Maya.
Este paraíso es un tanto particular ya que deja entrever las diferencias entre el lujo y la pobreza, los magnates y aquellos que apenas tienen para comer. Todos conviven a pocos metros de distancia.
Luego siguieron viaje hacia otro destino caribeño: Tulum. Allí la joven pareja tenía ganas de comer un asado fiel al estilo argentino. Tarea difícil que, sin embargo, y gracias a Google Maps, los chicos pudieron resolver. “Fue muy muy gracioso porque el que atendía la parrillada era un chico de Mendoza. Tenía solo un carrito y estaba en medio de la calle. La verdad es que estaba muy rico, valió la pena alejarse de la zona hotelera e ir hasta allí”.
Tercera parte: Ecuador, Islas Galápagos
El capitulo siguiente se desarrolla en Ecuador. Desde Quito acompañamos a la pareja hasta las Islas Galápagos. En total pasaron allí 10 días. Ingresar a este archipiélago tiene un costo económico que va destinado a la conservación del medio ambiente local.
“Es uno de los lugares más salvajes que hemos visto. Ahí es cuando te das cuenta de que tú eres el invasor de la naturaleza. Ves leones marinos tumbados en bancos o durmiendo en medio de la carretera y vos podés compartir los espacios con ellos”, explica fascinado Miguel.
El tamaño de los animales no es como se ve en la televisión y más cuando están en su hábitat natural. “Intimida un poco cuando están nadando y te pasa un lobo marino enorme por al lado”, comenta el joven.
Vivir Galápagos es una experiencia fascinante para todos los amantes de la naturaleza. Julieta y Miguel se aventuraron a hacer un tour en snorkel en uno de los lugares más famosos del mundo llamado el León Dormido. Este lugar está alejado de la isla y es central para la alimentación de un centenar de especies. Pero quien principalmente abunda en este sector es el tiburón martillo.
“En una parte, mientras hacíamos snorkel, miramos para abajo y había un abismo de por lo menos 30 metros de profundidad lleno de animales marinos. De hecho, solo a pocos metros debajo nuestro había cinco tiburones martillo de cuatro metros de longitud y los veíamos pasar como si nada”, comentan a este medio aún con cierto temor y adrenalina.
Galápagos no para de asombrar por el equilibrio natural que en ella reina. “Ves una tortuga marina gigante comiendo o leones marinos que acaban de tener 50 crías en una playa. Ahí está con la naturaleza. Podés meterte pero hay sectores del archipiélago que no están habilitados para humanos a fin de preservarlos”, explican Julieta y Miguel.
Cuarta parte: Perú, Machu Pichu
Nuevamente nos encontramos junto con la pareja a 4.000 metros de altura pero esta vez el destino es Perú. Pasaron cinco días en Cuzco y luego fueron en tren hacia el Machu Pichu pasando por Aguascalientes.
El foro para ingresar a la ciudadela inca es limitado y se debe sacar entrada con varios meses de anticipación. Una vez que se consigue el ticket se debe estar a la hora y día pautado. “Nuestro mayor temor era que ese día que lo visitamos lloviera o estuviesen nublado. Pero el caso es que la montaña es caprichosa, te levantas y ves todo con nubes y decís ´no, por favor, que se vea´. Empezás a subir y ves que está todo nublado menos la montaña del Machu Picchu”, detallas los jóvenes. “La verdad es que cuando estuvimos fue muy bonito. No contratamos guía, al tour lo hicimos a nuestro ritmo y por nuestra cuenta”, agregaron.
Luego pasaron por el lago Titicaca. Allí actualmente viven tribus originarias y nuestros jóvenes aventureros se adentraron en algunas de ellas. “Pasas las noche con ellos. Ahí también están las llamadas islas de los Muros que son flotantes y construidas por ellos mismos. Utilizan mucho las totoras para construir las embarcaciones y viven literal en una isla hecha con raíces de junco. Este material hace que la isla se mueva contantemente”, detalla Julieta.
El destino siguiente fue Arequipa, conocida popularmente como Ciudad Blanca. Esta localidad peruana llama la atención por su belleza arquitectónica colonial y sus impresionantes paisajes naturales. Además, es considerada la “Capital Jurídica del Perú” y “Sede Oficial del Tribunal Constitucional” desde el año 1979. Por si fuera poco, a las afueras de esta ciudad, también se encuentra la Petra peruana, la cual se caracteriza por sus imponentes “edificios” tallados sobre las rocas.
La pareja, en Arequipa, también visitó el oasis de Huacachina. “Allí hay una de las últimas lagunas que quedan en el desierto y tiene el oasis a su alrededor. Es muy loco porque tenés la ciudad de Ica a 10 minutos y luego tenés todo el desierto con sus dunas”.
Quinta parte: Chile, Mendoza y planes a futuro
Armamos las valijas, decimos adiós por un instante a Perú y partimos con nuestros guías hacia Chile. “Lo primero, volvimos a comer asado después de casi tres meses. Todo ese tiempo estuvimos sin comerte un buen trozo de carne y para nosotros fue una alegría increíble”, comentan entre risas la pareja viajera.
“Vimos la costa de Reñaca llena de lobos marinos. Estaban ahí en el medio de la playa. También visitamos la zona de Valparaíso. Yo ahí conozco porque vacacionaba mucho con mi familia”, dice la mendocina Julieta. “Pero yo tenía ganas de que él (Migue) conociera porque a mí me gusta un montón todo lo que es la costa de Chile”, agrega.
Tras siete días en el país vecino por fin llegaron a Mendoza. Aquí la pareja permanecerá hasta año nuevo. En esa fecha partirán hacia Río de Janeiro a disfrutar de la “fiesta de blanco” en la playa.
Luego partirán a Colombia. Tras recorren ese país se trasladarán a Hawái y luego cruzarán el Pacífico con destino a Australia para luego adentrarse en el sudeste asiático. Es decir que el viaje apenas comienza...
Organización y ayuda para viajeros
Julieta y Miguel, a través de su cuenta de Instagram, dan consejos y motivan a todos los aspirantes a viajeros a que armen sus valijas y se decidan a vivir una gran aventura.
Para más información, datos de contacto y asesoramiento podés ingresar a su perfil de Instagram @dosdandolavuelta