Julio Portoni, mendocino de pura cepa, jubilado y amigo de sus amigos, atravesó hace pocos meses el dolor más grande de su vida, el de perder a su compañera de ruta, madre de sus hijos y la mujer que lo acompañó en sus “aventuras” durante nada menos que 47 años.
Con el corazón roto, pero de pie, Julio convocó a su viejo amigo Roque Lorenzo y ambos decidieron emprender la marcha a bordo de su pick up Jeep Gladiator IKA modelo 1970 que dejó impecable hace unos años. Sin rumbo ni plazo de regreso, se lanzaron a la ruta para seguir disfrutando de la vida, aunque él asegura que está aprendiendo a transitarla distinta. Sin embargo, pese a todo, asegura Julio, “la vida vale la pena ser vivida”.
Desde El Chaltén, en Santa Cruz -a metros de Chile y en medio de un paisaje inigualable- Julio relata, vía whatsapp, que en pocas horas cosecharon miles de anécdotas.
Ejemplifica con dos brasileños que quedaron varados en medio de una ruta desértica, sin víveres ni abrigo, y a quienes asistieron con la mecánica de su moto para que pudieran continuar viaje. “Los sorprendió una tormenta, estaban congelados y sin saber qué hacer porque en ese trayecto de ripio, tramo de la ruta 40 que une el Perito Moreno con Tres Lagos, directamente no hay nada”, relata, para agregar que les brindaron abrigo y alimentos, además del auxilio con la moto.
Julio adquirió la vieja camioneta gasolera con motor de Ford Ranger 2.8 hace muchos años y la transformó en un “chiche”. Y agrega: ”es bonita y potente. Estaba muy deteriorada y la dejé nueva, porque mi hobby son los fierros y la mecánica. Le arreglé el motor, las cubiertas y el malacate y, así, un día estuvo lista para recorrer la Argentina”.
Su mujer lo acompañó muchos años. “Ahora estoy empezando a vivir de otra manera y Roque se sumó a la travesía”, detalla, para agregar: “Esperemos volver antes de Navidad”.
Desde el sur argentino y en medio del frío santacruceño, Julio anticipa que viene pergeñando una cruzada solidaria en el Impenetrable Chaqueño. “Se me ocurrió empezar a organizar una campaña para juntar zapatillas para los chicos que viven allá. No puedo entender tanta pobreza”, reflexiona este “recorrecaminos”, como se hace llamar, optimista y jovial que buena parte de su vida fue empleado del Casino de Mendoza.
Durante las travesías, Julio duerme en la cúpula de la camioneta y Roque arma la carpa a escasos metros. De todos modos, suelen frenar en hospedajes para darse una ducha y lavar la ropa.
Padre de tres hijos (Julio, Renzo y Miguela) y abuelo de dos hermosas nietas, Isabella y Juana, dice que sueña con llevárselas de viaje, algo que también tiene previsto hacer en poco tiempo.
“De norte a sur; de este a oeste, no tengo límites cuando me subo a la camioneta. Sé que no es fácil ni es una experiencia para cualquiera, pero en lo personal debo confesar que estos viajes me dan una felicidad y una libertad indescriptibles”, señala, y acota: “Siempre he tratado de sembrar buenas semillas y hoy siento que estoy en plena cosecha”. Y resalta: “mi papá me enseñó a hacer un culto de la amistad y, de verdad, creo que estoy siendo recompensado a pesar del dolor que estoy transitando tras haber perdido a mi esposa”.
A bordo del súper-rodado color marrón metalizado, totalmente equipado, Julio cuenta que jamás pasa desapercibido y lo divierte contemplar a la gente mirándolo. “Es una camioneta muy llamativa que genera todo tipo de reacciones. Nos frenan, nos preguntan detalles y hasta le toman fotos. La policía, incluso, se mostró sorprendida”, dice.
Julio y Roque siguen su ruta, sin fecha de retorno, mientras empiezan a recolectar zapatillas de todos los tamaños, en buen estado. Su próximo destino, Chaco, ya está decidido.
Cómo colaborar.
Quienes deseen colaborar con zapatillas pueden contactarse con Julio Portoni, 2615 79-3101.