El balneario Playas Serranas es un sitio histórico para los mendocinos y actualmente es sede del Museo de Ciencias Naturales y Antropológicas Cornelio Moyano. Pero para conocer su enorme valor patrimonial hay que remontarse a los años 30 del siglo XX.
La arquitecta Cecilia Raffa, del Instituto de Ciencias Humanas, Sociales y Ambientales del Conicet (Incihusa), nos invita a recorrer su historia y los cambios que atravesó a lo largo de los años. Este proyecto edilicio nació vinculado al ocio y el turismo. Comenzó a construirse en 1935 y se inauguró en 1937. Está ubicado en el extremo sureste del lago del Parque General San Martín y se encuadró en la arquitectura náutica o Yatch Style.
Se asemeja a una embarcación
Ventanas continuas, ojos de buey, voladizos, mástiles, pilotes, barandas metálicas, configuraron parte del repertorio utilizado para albergar funciones orientadas al tiempo libre. El edificio fue claramente proyectado a partir de un lenguaje racionalista de reminiscencias corbusieranas, con formas puras y volúmenes suspendidos en los extremos. Derivado del principio racionalista del “arte para todos”, el proyecto redujo la arquitectura a un servicio social-funcional.
Sobre la inauguración, la edición por el centenario de Diario Los Andes, rescata: ”El Parque General San Martín se remoza; en sus calles se cumple un plan de asfaltado para 90.000 metros cuadrados y en el sector sur del lago se produce la inauguración de Playas Serranas con un festival de natación; Mendoza pasa a contar con un balneario de sentido moderno para uso público”. Y agrega que en otro sector del Parque, “se coloca la piedra fundamental para el Observatorio Meteorológico Regional, cuya construcción, de estilo californiano, demandará 152.743 pesos”. También se coloca la piedra fundamental para la construcción de las primeras casas colectivas, luego conocido como barrio Cano.
En una de las fotos de la edición centenaria se observa una foto de la vista general del edificio con forma de barco cubierto por un manto blanco de nieve. “El edificio de Playas Serranas, luego de una copiosa nevada”, describe el epígrafe.
Una playa en la montaña
El balneario fue pensado como un elemento de solaz e higiene para la población y los turistas, que aportaría la posibilidad de la práctica de la natación y las reuniones sociales de “todas las clases sociales”. Le permitió la posibilidad de acceso al agua y a la arena y se convirtió en una verdadera playa para los mendocinos. Con fácil acceso por diversas calles, la orientación de la construcción se determinó de modo que los bañistas aprovecharan la irradiación solar. Tres mil personas podían hacer uso cómodamente de las instalaciones que contenían vestuarios, salas de reunión o baile, dos terrazas altas, restaurante e instalaciones de radio, además de una playa y un trampolín hacia el lago. El trampolín estaba ubicado en el extremo de la isla del lago.
Las revisaciones médicas eran periódicas y la entrada tuvo precio “popular”. Pero luego, por motivos de seguridad, se prohibió la natación en el lago, el edificio se vio directamente perjudicado. Pese a ello, siguió funcionando como confitería y salón de baile. Luego de la prohibición, la costumbre de nadar en el lago se mantuvo por varios años, especialmente entre los socios vitalicios del Club Mendoza de Regatas. Cabe señalar que Regatas ya funcionaba en el Parque desde 1909. Durante la gestión de Lencinas se permitió la apertura de entidades deportivas en los predios del principal pulmón de la nueva ciudad.
Los cambios a lo largo de los años
En las décadas del 60 y el 70 se instalaron sucesivamente la Escuela de Cadetes de la Policía y la Escuela Fray Luis Beltrán hasta que en 1989 se convirtió en la actual sede del Museo de Ciencias Naturales y Antropológicas Cornelio Moyano. En 1991 fue declarado bien patrimonial de la Ciudad de Mendoza y en agosto de 2017, Monumento Histórico Nacional. También recibieron la declaración el edificio Gómez, la escuelas Daniel Videla Correas y Justo José de Urquiza.
Art Déco
En una nota publicada por Los Andes en octubre de 2022, la arquitecta Adriana Elvira Piastrellini, de la Asociación Arte Déco Argentina, destaca:”Playas Serranas fue diseñado con un fin recreativo, social y turístico. Un edificio cuya volumetría de formas aerodinámicas sobre pilotes y extremada horizontalidad se convierte en un magnífico exponente del yatch–style. Una torre de 20 metros interrumpe en su parte media, materializando el eje central de simetría del edificio, rasgo típico que pone en evidencia en su composición al estilo Art Déco”. Agrega que en Mendoza, “el Art Déco ingresa de la mano de los hermanos Manuel y Arturo Civit, arquitectos de la UBA formados en Europa, quienes contribuyeron a expandir las nuevas tendencias en la provincia a través de su vasto repertorio, expresado en el Hospital Central, Casas Colectivas del Barrio Cano y edificio Playas Serranas.
Y más adelante, comenta que el edificio del balneario, “por su belleza y privilegiada ubicación en el Parque San Martín, se convirtió en el principal lugar de encuentro social y recreativo. Su atractivo inicial fue el de balneario municipal de Mendoza, pero su función como complemento y servicio de playa se fue perdiendo en el tiempo, al prohibirse el uso del lago como natatorio”.
Tras la declaración de Monumento Histórico Nacional del edificio, diario Clarín informa que las playas fueron concesionadas y podían albergar cerca de 3000 bañistas. Los adultos abonaban 20 centavos (los menores de diez años, la mitad) y podían acceder al balneario de acuerdo al siguiente horario: de 8 a 13 y de 15 a 21 en el verano y de 9 a 13 y de 14 a 20 en invierno. No se permitía el uso en horas de la siesta.
También se indica que los autores de Playas Serranas, los arquitectos Manuel Civit y Arturo Civit, se desempeñaron como director y subdirector de la Dirección de Arquitectura durante los gobiernos conservadores de Mendoza. Los hermanos egresaron de la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Buenos Aires en 1926 y 1928 respectivamente e inmediatamente partieron a Europa.
Los Civit recorrieron Alemania, visitaron la Bauhaus y entablaron relación con sus creadores. La experiencia los marcó fundamentalmente y por ello su producción inicial constituye un fiel testimonio de la influencia ejercida por los maestros modernos.