Libre, feliz, inocente. “Josecito” Márquez tiene 7 años recién cumplidos y la cámara lo capturó en plena carrera a bordo de su bicicleta sin neumáticos en el puesto Los Arroyos, en Coihueco Norte, Malargüe.
“Fue el año pasado, cuando nos visitó un agente sanitario. Esa bicicleta la heredó de su primo y está siempre pedaleando”, contó Juan José, su papá, que se dedica a criar chivos junto a su esposa Mary.
Josecito, que tiene una hermana menor, Gilda, concurre a la escuela albergue de Los Molles a 140 kilómetros del puesto donde vive y sueña algún día con ingresar al Ejército Argentino.
“La infancia en el campo es tranquila, hermosa y alejada de la tecnología, pero esto también tiene sus complicaciones porque queda muy atrasado del resto de los niños”, explicó el papá.
El agente sanitario José Zuñega, quien captó con su cámara a Josecito, dijo que la mayoría de los puesteros de esa zona inhóspita, la más austral de Mendoza, cría ovejas y vacas, además de chivos.
“Se mueven a caballo y en septiembre empieza la parición de los chivos, de modo que en noviembre, cuando nacen, tienen la primera venta de chivitos y así pagan la mercadería que reciben durante el año”, cuenta Zuñega.
Muchos comerciantes fían los alimentos, que suelen cobrarlos con los animales que producen.
Por lo general, los chicos permanecen 15 días en la escuela-hogar y el resto del mes en el puesto, mientras que muchos jefes de familia suelen trasladarse hacia la zona más cercana a la cordillera, llamada Veranada, donde yacen los restos del avión que trasladaba a los rugbiers uruguayos. Allí ofician de guías turísticos y obtienen un dinero extra.
“Lo negativo es que no tienen huertas, algo que antes sí cultivaban y obtenían productos para consumo propio. Ya hoy no se hace”, explicó Zuñega.
Las nevadas y los vientos son moneda corriente en esta zona, más allá de los caminos intransitables. “Juntan leña para calefaccionarse y conseguir agua también es todo un problema, porque es turbia”, agregó.
La medicación la proporcionan los agentes sanitarios, único nexo con los pacientes. “Para viajar a Malargüe algunos tienen vehículo, pero en el caso de los Márquez contratan un flete para llevar la mercadería a su casa”, comentó Zuñega.
Más allá de las adversidades climáticas, el paisaje donde vive Josecito es pintoresco. “Cuando llueve el campo reverdece y se embellece, pero claro, también las heladas hacen lo suyo”, agregó el agente sanitario.
Los zorros y los pumas se han multiplicado y representan todo un peligro para los animales de los puesteros. “Las leyes amparan a estos animales, pero cuando los pumas matan a los chivitos, a veces a más de 20, nadie reconoce nada”, concluyó.