Debieron transcurrir siete años para que Joaquín Cáceres, que tiene 11 años y vive en Guaymallén, recibiera su diagnóstico: autismo y retraso leve, además de un trastorno del lenguaje.
Hasta ese día en que se supo, por fin, aquello que Joaquín padecía, la escuela normal era para él un padecimiento. Era discriminado, no tenía amigos y no se adaptaba. Tampoco sabía leer y se sentía solo.
Sin embargo, este fanático de Dragon Ball y de las historietas, tenía desde muy chiquito una gran habilidad que sorprendía a propios y extraños: sus maravillosos dibujos.
“Dibujaba todo el día, grababa en su cabeza los personajes de la televisión, sobre todo a Dragon Ball, que sigue siendo fanático. Detallista al extremo, se aislaba de otros niños pero se refugiaba en sus dibujos”, relata su mamá, Ana Cáceres, que cría sola a sus cinco hijos en Guaymallén.
Una vez conocido el diagnóstico, Ana decidió cambiar a su hijo y enviarlo a una escuela especial donde consideró que estaría contenido. Fue así que optó por la Escuela 2-015 Roque Alfredo Vitolo, también de Guaymallén, establecimiento que le abrió un mundo nuevo y logró que el niño explotara todo su potencial.
“Es el artista del colegio, un dibujante maravilloso que está colaborando con la pintura de la biblioteca”, expresó el docente Cristian Montenegro, también muralista.
Un año y medio atrás, cuando Cristian (elegido días atrás como uno de los seis docentes inspiradores del país) se incorporó al plantel del establecimiento, consiguió pintura para el frente de la escuela.
Observó cómo el niño empezó a contemplar su tarea, a seguirlo. “Le pregunté si quería ayudarme y enseguida puso manos a la obra”, dijo.
Joaquín anda por la vida siempre con lápiz y papel observando su entorno, la televisión y hasta los juguetes. Invariablemente, además, acude al ciber de su barrio para indagar dibujos en Internet y sacar ideas.
“No tenemos computadora en casa y él sabe que hoy es imposible. Sueña con su PC”, relata Ana, que trabaja como cuidadora de enfermos durante las noches.
“Dibuja y a veces vende sus obras a la familia o a sus maestras, que siempre lo han estimulado. Creo que cambiarlo a esta escuela especial fue la mejor decisión que pude haber tomado porque está feliz, integrado, lo alientan a seguir dibujando y, como si fuera poco, aprendió a leer, algo que siempre quiso lograr”, contó la mamá.
Agrega que su hijo suele pasar horas observando a su alrededor y que, más allá de su trastorno, graba en su cabeza las formas y los colores de manera sorprendente.
“No es fácil para mí luchar sola con cinco hijos y uno especial, pero estoy feliz desde que encontró su lugar en el mundo y una pasión que no tiene límites”, reflexiona.
Nacido el 28 de noviembre de 2010, tiene cuatro hermanos: Valentina (16); Tomás (12); Victoria (7) y Samir (2). Recién cuando tenía tres años y presentaba dificultades para hablar, su mamá hizo la primera consulta médica.
“Pero pasó mucho tiempo, idas y vueltas, hasta dar en la tecla. En tercer grado se supo lo que tenía y en todo ese proceso sufrió mucho. Creo que no era un niño para cualquier escuela, aunque insistían en dejarlo porque me hablaban de su gran potencial”, recuerda.
Claro que su gran talento, como siempre se supo que “Joaco” tenía, recién se pudo abordar más tarde, cuando logró encontrar el lugar que necesitaba.
“No aprendía, lo ignoraban y supongo que también él se autodiscriminaba, pero su pasión por el dibujo siempre pudo más. Creo que en gran parte esa pasión fue lo que lo salvó”, agrega su mamá, para señalar que hoy su hijo no presenta dificultades en el habla, tiene amigos y sigue apostando al arte.
“Los profesores lo invitaron a pintar la biblioteca y se puso feliz. Llega de la escuela y me cuenta lo contento que está por hacer lo que le gusta y, por supuesto, sentir que lo tienen en cuenta, que no es uno más, que es el artista del colegio”, subraya.
Es que Joaquín no pudo haber desembarcado en una institución más adecuada: la escuela posee una matrícula de 74 alumnos pertenecientes a sectores urbano marginales y con capacidades especiales que suele integrar a niños y familias en distintas actividades.
Por ejemplo, en marco del mes de la Inclusión y con el objetivo de concientizar a la sociedad sobre la integración de las personas con discapacidad en las actividades cotidianas, y para que los gobiernos promuevan políticas públicas y prácticas que garanticen el cumplimiento de los derechos de todos los ciudadanos, la comunidad realizó actividades con los estudiantes, familias, comercios de la zona y el personal docente y no docente.
Así, realizaron murales en las paredes de su patio. El diseño estuvo a cargo del profesor Cristian Montenegro, y la realización en conjunto con estudiantes de todos los grados, docentes y celadores, con la colaboración de las familias y comercios que brindaron el material.
Fue así que se inauguró una galería de murales con la asistencia de familias que acompañaron con mensajes en carteles expresando qué significa para ellos la inclusión.
Se destacó la importancia de trabajar en conjunto con las familias este gran proceso de enseñanza y transformación en la sociedad para lograr una verdadera inclusión de la persona con discapacidad.