Una invasión de carpinchos mantiene en vilo a los vecinos de Nordelta, en Buenos Aires. Los animales se mueven en manada y están causando estragos en el barrio y algunos temen que las personas los ataquen para proteger sus jardines y mascotas.
Según informó La Nación, en esa zona del municipio de Tigre, la población de carpinchos no para de crecer. Hace algunos días un carpincho atacó a una schnauzer cuando paseaba por el parque de la casa.
“Escuché gritos desgarradores. Me asomé por la ventana y vi a un carpincho con Oreo en la boca. Había dos; creemos que eran un macho y una hembra y ella estaba embarazada, por lo que el macho la defendió, aunque no sé de qué porque Oreo no hizo nada. Luego yo salí y los carpinchos se escaparon al lago”, contó Myriam Couriel, que es la dueña y vive en el barrio Las Glorietas.
Oreo terminó con heridas en el estómago y las patas traseras. Sin embargo, uno de los temores más grandes de los habitantes de Nordelta es que los carpinchos ataquen a los niños que suelen jugar en los jardines de las casas.
“Terminamos cercando la casa, pero los carpinchos de algún modo u otro atraviesan el cerco. La semana pasada había dos en mi jardín lo más tranquilos. Ni a mí ni a ninguno de los vecinos nos molestan, nos parecen divinos los carpinchos, pero desde que pasó lo de Oreo tengo miedo de que le pase algo a mi nieto. Hay que buscar la manera de controlarlos porque está repleto”, describe Couriel.
El carpincho es el roedor de mayor tamaño en el mundo y puede llegar a medir hasta 1,30 metros de largo y los 60 kilos de peso. Viven en grupos de 10 a 20 animales, en los que siempre hay un macho dominante que controla un territorio.
Las familias de roedores se mueven con total normalidad por todo el barrio interrumpen el tránsito e incluso han generado algunos accidentes.
De hecho, hace pocos días, un carpincho corrió hacia la avenida troncal que conecta los barrios de Nordelta y un motociclista lo golpeó y cayó al suelo. Como venía a poca velocidad, ninguno de los dos sufrió heridas graves.
El regreso de los carpinchos
Adelmar Funk, fundador del Complejo Ecológico de América, señaló que los carpinchos no aparecieron en Nordelta de un día para el otro sino que en realidad regresaron a un lugar que ya habitaban de antes.
“La situación merece un análisis profundo. La experiencia que tenemos en nuestra región, que está al límite con La Pampa, es muy similar, pero en nuestro caso con los pumas. Hemos tenido un gran problema con los pumas y también han aparecido carpinchos. Los seres vivos van creando sus espacios y estoy seguro que lo que sucede en Nordelta tiene que ver con que crearon un ecosistema que favorece el regreso de estas especies. Los carpinchos suelen tener muchas crías; cuando te diste cuenta de que aumentó la población es porque ya tenés el problema encima”, explicó.
“Este proceso arrancó hace años. Con los pumas hace tiempo tenemos este problema y el Estado no dio respuesta porque es muy difícil encontrar una solución. De todos modos, en Corrientes hay una experiencia muy interesante de comunidades que conviven con los carpinchos sin que existan problemas con los niños o los adultos”, agregó.
“Esto que sucede en Nordelta es parte del drama que estamos generando con los ecosistemas. Las autoridades tendrán que buscar una solución, pero suele suceder que la dirigencia política es analfabeta desde el punto de vista de la ecología, no me refiero a los técnicos de Flora y Fauna, sino a la gente que tiene que tomar decisiones vinculadas a ver qué hacemos para no alterar los ecosistemas”, reflexionó Funk.
Por otra parte, Gustavo Iglesias vive en el barrio Los Castores. Junto con otros 200 vecinos, armaron una comisión para poder tratar el tema con organizaciones no gubernamentales y con la Dirección de Flora y Fauna de la provincia de Buenos Aires.
“Nos encantan los carpinchos, la primera vez que vimos uno nos dio mucha felicidad. En 2015 aparecieron dos en mi jardín y los quería acariciar. El tema es que después empezaron a reproducirse de manera exponencial porque, lógicamente, en Nordelta no tienen depredadores. Ahora caminan por las calles, devoran los jardines y tenemos problemas con las mascotas. Tampoco sabemos qué enfermedades pueden transmitir y si podrían, o no, atacar a un nene, porque andan en manada por todos los barrios”, señala Iglesias.
Asegura que ahora debe haber una población de 400 carpinchos y estima que, si no se controlan, para 2023 habrá cerca de 3500. “Suelen tener hasta seis crías por camada. Comen kilos de vegetación por día; esto no solo hace que muchas veces destrocen los jardines, sino que el excremento también pasó a ser un problema. La Dirección de Flora y Fauna no nos deja ni tocarlos, igual tampoco queremos que le pase nada a ningún carpincho, pero la situación es insostenible y por ahora las autoridades no nos dieron una solución. Queremos que les den un tranquilizante y los trasladen hacia otro lugar”, dice Iglesias.