El agua es un recurso natural que cumple funciones ecosistémicas y redunda en grandes beneficios para el ambiente. Cuando llega desde la cordillera a los embalses, permanece en reserva para cuando es necesaria su utilización en diferentes usos: consumo humano, producción agrícola e industrial, uso recreativo y también como fuerza motriz.
En el embalse, que es una obra de ingeniería civil, se forma un lago artificial el cual gradualmente va teniendo una estrecha relación con el hombre. Por lo tanto, es necesario desarrollar una planificación con el objetivo de medir el impacto de las actividades antrópicas sobre la calidad del agua y el natural funcionamiento de los ecosistemas que allí se crean y susbsiten.
Sergio Marinelli, Superintendente de Irrigación aclara al respecto: “Estos ambientes poseen una sensibilidad ambiental superlativa, por lo que se observan cambios estacionales en función de la época del año, el ciclo hidrológico y el nivel de embalse. Si bien el reservorio ha sido creado por el hombre con el objetivo de guardar agua, éste se encuentra sujeto a las leyes de la naturaleza y es obligación de Irrigación preservar la matriz del agua con sus respectivos códigos naturales y los organismos que allí viven en pro de la sustentabilidad de este ambiente acuático. Debemos acompañar a la naturaleza y eso se hace con conocimiento y trabajo. Lo que no se conoce no se cuida y no se respeta. Además para abordar estos temas tenemos un equipo técnico con amplio conocimiento en calidad de agua de embalses y la problemática que se nos presenta a los mendocinos”.
Qué se monitorea
El Departamento General de Irrigación implementa un programa de monitoreo y control de ecosistemas acuáticos que se desarrollan desde la Dirección de Gestión Ambiental del Recurso Hídrico en los seis embalses de la provincia de Mendoza. Las acciones efectivas consisten en monitoreo en campo con colecta de muestras y mediciones respecto al seguimiento de parámetros de la calidad del agua y organismos biológicos. Las muestras son colectadas en la superficie y en profundidad en cada uno de los embalses. Para obtener las muestras y realizar las mediciones in situ se utiliza una embarcación. Esto requiere un particular despliegue logístico y organizativo que permite concretar los objetivos planteados. Cuando las condiciones meteorológicas de navegación no son óptimas se utilizan muelles de clubes y sitios específicos para colectar la muestra.
Posteriormente, se analizan en el laboratorio de Irrigación donde se evalúan los niveles de temperatura (T: ºC), pH, conductividad eléctrica (CE: µS cm-1), oxígeno disuelto (OD: mgO2 L-1), transparencia (disco de Secchi: m) y profundidad (Z: m).
Un aspecto destacable de este trabajo es un pretratamiento de las muestras en laboratorio, es decir un filtrado y concentrado de la fracción planctónica fotosintética. Éste se utiliza para estimar el índice de estado trófico o nivel de clorofila-a (Cl-a). Esta molécula orgánica se encuentra dentro de las células vegetales, como por ejemplo en la vegetación subacuática, y tiene como fin captar los electrones de la luz solar que la planta transforma en compuestos químicos para sus funciones fisiológicas básicas, como sustancias de reserva y división celular. También se realiza una cuantificación de la cantidad de microorganismos que viven en estos ambientes. En la provincia de Mendoza la densidad de desarrollo de estos es bajo, se realiza de forma preventiva para establecer valores de base y estadísticamente comparables en la escala temporal histórica.
En el plano institucional estos trabajos se realizan en estrecha relación con el Departamento de Hidrología del DGI para vincular la información con el volumen embalsado y con el área de Teledetección para poder contar con imágenes satelitales en tiempo real sobre cambios en la masa de agua, la cual puede generar una alerta temprana casi en tiempo real y ser ratificada a campo.
En este sentido, además de monitorear los parámetros antes mencionados se realiza la detección y registro de posibles problemas o conflictos ambientales asociados a las actividades de los embalses y el perilago, a los efectos de poder gestionarlo de manera integral y ecosistémica con las instituciones provinciales que gestionan el ambiente y el territorio en su conjunto.
Los monitoreos de calidad del agua que ha realizado Irrigación en los embalses durante los años 2020 y 2021 en Valle Grande, Potrerillos, Los Reyunos, El Nihuil, El Carrizal y Agua del Toro tuvieron valores normales para los principales parámetros de calidad del agua que se registran y no se observaron densidades altas de microorganismos acuáticos que pudieran afectar la calidad del agua, la cual posteriormente de ser erogada por el embalse, fluye por los canales y acequia para ser entregada por el DGI a las empresas y cooperativas que se encargan de la potabilización del agua y la distribuyen a la comunidad de usuarios.