Infancia y redes sociales: entre el celular como “chupete”, el desamparo y las nuevas “patologías”

Tres expertas en salud mental, infancias y educación analizan las causas y consecuencias de la dependencia a la vida 2.0 en edad escolar. Consejos para revertir, al menos un poco, una tendencia preocupante.

Infancia y redes sociales: entre el celular como “chupete”, el desamparo y las nuevas “patologías”
| Imagen ilustrativa / Web

Chicos con menos “habilidades sociales”, que no miran a los ojos cuando interactúan con alguien; chicos que prefieren jugar, ver y leer en su celular antes de dar un paseo o mantener una charla con un ser de carne y hueso. Niños y niñas dispersos, hijos de la inmediatez, y que añoran esa fortuna, ese viaje o el físico hegemónico que quizás no tienen.

Las redes sociales sí tienen un impacto emocional y psicológico negativo en los más pequeños, según afirman los especialistas en Psicología infantil. Si bien esos modelos a seguir no difieren mucho de los discursos sobre el ideal de belleza o estilos de vida que antes pululaban en la televisión, ahora hay un agravante: la exposición a ese “bombardeo” es permanente porque está al alcance de su mano (literal), a través del celular.

En escuelas y consultorios se detectan cada vez más casos de ansiedad, déficit de atención, sentimientos de frustración, y signos de depresión en niños en edad escolar. Según tres especialistas consultadas por Los Andes, cada vez existen más diagnósticos de TEA (trastornos del espectro autista) o de déficit atencional en el nivel primario, pero todas coinciden en que algunas mal llamadas “patologías” serían el reflejo del acceso precoz e ilimitado a las pantallas y no un problema genético o neurológico de base.

¿Cuáles es el impacto, especialmente, de las redes sociales, en la salud mental de los pequeños y cómo está afectando su forma de ver, de verse y de vivir en el mundo real? ¿Cuál es el rol del adulto como mediador entre la psiquis del niño y la exposición a Internet?

Beatriz Janín, psicóloga psicoanalista y experta en Salud Mental en Infancias y Juventudes, sabe que “no hay vuelta atrás” en cuanto a la cultura digital, pero sabe que parte de la solución para poder compensar los aspectos negativos empiezan por el adulto a cargo. “Los niños y adolescentes de hoy son muy diferentes a los de otra época. Hay que sacarle el sesgo de si esto es bueno o es malo, sino plantearnos cuáles son las dificultades que aparecen ahora”, señala.

Según la investigadora y docente de la Universidad de Buenos Aires (UBA), las dificultades en el lenguaje de los chicos y chicas se vio más en su consultorio después de la pandemia por Covid-19. Esto como efecto del uso excesivo de tecnologías y un adulto que no está disponible para esa demanda, asegura Janín.

Infancia y redes sociales
Infancia y redes sociales

“Hay una patologización del actual comportamiento de los niños. Son modos nuevos que muchas se confunden con patologías vinculadas a temas genéticos o neurológicos. A veces sólo se trata de nuevos hábitos y modos en los chicos a la hora de relacionarse, debido a las pantallas desde la primera infancia. Se está diagnosticando a niños que no hablan o tardan en hablar. Parece una epidemia, pero en muchos casos son conductas propias de la sociedad que nos toca. Antes de diagnosticar, hay que evaluar e interactuar mucho con ese niño o niña”, propone la psicóloga.

“Coincido absolutamente que hay una patologización de las nuevas subjetividades. Son los modos de habitar el mundo que tenemos y eso incluye el sentir, el pensar y el actuar en un contexto determinado. Los adultos estamos diagnosticando a niños en un contexto antiguo, ese que era sin wifi”, sentencia Gabriela Dik, presidenta del Colegio de Psicólogos de Mendoza.

Por su parte, Janín, fundadora la ONG Forum Infancias, agrega que hoy los niños, desde muy temprana edad, están expuestos a una enorme cantidad de estímulos audiovisuales que lo dejan pasivo totalmente (dibujitos, redes sociales, incluso juguetes con música y luces fuertes). Entonces, en el aula se produce el quiebre: “Pasan a una clase donde tienen a una maestra que sólo les habla de corrido. Eso es un abismo”.

En esa línea, la psicopedagoga Mónica Coronado agrega: “Es inevitable que el exceso de conexión al celular esté afectando en los niños y adolescentes su capacidad de atención, concentración e interacción en clase y es parte del impacto negativo del uso indebido de las tecnologías”.

La salud mental, en jaque

Coronado, advierte que el sobrediagnóstico de algunas patologías en los pequeños no permite detectar el verdadero impacto que tienen las redes sociales en las emociones y, por ende, en la salud mental de los niños y adolescentes. “Los chicos están más vulnerables hoy”, asegura.

“Todos los organismos a nivel mundial que siguen a las infancias destacan que hubo un incremento en el consumo de las redes sociales a partir de la pandemia (por Covid-19). El fenómeno nunca paró, sino que se disparó. ¿Las consecuencias? Problemas de salud mental asociados a las redes sociales”, afirma la directora de la Diplomatura en Emociones en la Educación de la UNCuyo.

Al respecto, Coronado enumera algunos de los contenidos que proponen las redes sociales (YouTube, TikTok, Instagram) en donde más expuestos están niños y adolescentes: imágenes violentas, discursos de odio, casos de grooming (acoso sexual virtual), erotización de la imagen propia a una edad inadecuada y los estándares de “éxito” a partir del dinero o la fama que viralizan los ´influencers´.

“Las redes sociales tienen un contenido aspiracional. Ponen en la vida de los sujetos determinadas expectativas que luego, al no cumplirlas, generan frustración. También provocan ansiedad, como un miedo a perderse algo sino se conectan de forma permanente. Ni hablar a la angustia o depresión que sienten quienes se exponen a las redes y, por ende, a las críticas crueles, esos discursos de odio, sobre su imagen o formas de pensar”, explica la psicopedagoga mendocina.

¿Ellos o su avatar?

Gabriela Dik asegura que la exhibición en redes sociales también ha generado cambios en la autopercepción del propio cuerpo, sobre todo, en púberes y adolescentes.

“Hay una percepción más simbólica del propio cuerpo sobre el interior y el exterior; qué es lo propio y qué es lo ajeno es algo que no queda definido, es confuso. Hay algo de la intimidad del cuerpo, de nuestra corporalidad que ya no nos pertenece dejó de ser nuestro, sobre todo para quienes se exponen por las redes”, analiza Dik, especialista en consumos problemáticos en adolescentes.

Hay una suerte de “avatar” o de “identidad digital” -como señala Coronado- a la hora de presentarse a sí mismos al mundo de las redes sociales, en donde la imagen que se proyecta puede ser totalmente “ficcionada”, según plantean las expertas.

“¿Cuáles son los límites del cuerpo en esta época virtual? En el orden de la intimidad ya no se sabe porque el límite para los chicos es difuso. ¿Qué se cuenta, que se socializa, o cuáles son los sufrimientos ¿Son los que se cuentan? ¿Los que se muestran? ¿Y qué es mentira de eso? Porque también estamos en tiempos donde la autopercepción es prioritaria. También hay una sexualidad expuesta, donde no hace falta el otro y, si está, puede no ser real”, cuestiona Dik.

Para Coronado, “hay una identidad virtual que esconde la personalidad real. Es como un mundo paralelo, incluso vivido como clandestino. Por eso cuando la pasan mal en redes no piden ayuda a un adulto. Lo importante es que el adulto no juzgue y acompañe”.

Qué hacer: el rol de los adultos

Para Janín, también autora de libros vinculados a nuevas tecnologías e infancias, es clave entender que hay “un desamparo” en los niños en la actualidad. “Los dejamos solitos frente a tantos estímulos y después no sabemos qué hacer. Hay algo que está ocurriendo con los adultos. Es que estamos sobre exigidos y no tenemos disponibilidad emocional ni psíquica para calmarlos. Estamos sobrepasados por una información permanente. Quedamos también muy tomados por la época (redes sociales, nuevas tecnologías)”, explica la psicoanalista.

“Nos preocupamos muchísimo por los adolescentes ´tomados´ por la tecnología, pero esto viene de mucho antes -explica Janín-. Desde muy chiquitos somos los adultos quienes le ofrecemos cualquier pantalla para calmarlos cuando, en realidad, es para aliviarnos a nosotros. No hay beneficio más que ese y me parece terrible”.

Janín propone, básicamente, poner el cuerpo y la cabeza para atender a la primera infancia. Volver a hablarles más a los niños (poner más palabras a los sentimientos y las ideas) y jugar más con ellos en la medida que podamos. Incluso –asegura- es mejor ser mediadores de los contenidos a los que los chicos se exponen. “No se trata de prohibir, sino mediar entre esos contenidos y los niños, quienes muchas veces no digieren lo que están viendo y están llenos de preguntas”, asegura.

Si bien la psicóloga aclara que existen casos severos de autismo y que éstos demandan de un abordaje integral, asegura que hay que tener “mucha esperanza en el cambio” y que siempre “pueden mejorar ese diagnóstico médico”.

“Ese niño está en este momento de su vida le está pasando esto. Pero no nació así, ni va a ser así toda su vida. Ese niño puede cambiar. Cada niño tiene su ritmo. Yo me encuentro todo el tiempo con niños diagnosticados con TEA y si uno hace el esfuerzo de contactarse con esos niños logran mejorar la conexión con el otro”, asegura.

¿Qué se puede hacer además? las expertas coinciden en que, además de la disponibilidad del adulto, ayuda mucho generarle más vínculos con sus pares (sin teléfonos), proporcionar límites de uso con el celular (“no es un juguete ni un regalo; es un préstamo”, advierte Coronado). También sirve darle otras posibilidades de juego en una plaza, un parque, o llevarlos a aprender un instrumento o a practicar algún deporte. “En realidad el problema es esto de alejarse de los otros y encerrarse”, plantea Janín.

Según Coronado, los adultos también quedamos atónitos con “una revolución que se nos vino encima y no estábamos preparados para lo que se venía”.

La experta asegura que en ese fenómeno fueron muchos los adultos y adultas que “incluso desde la inocencia, exhibieron a los menores de edad en las redes. “Es como la primera ruptura del mundo adulto con el mundo infantil. El adulto también se infantilizó ante las redes sociales dañó el triángulo entre redes, infancia y mundo adulto, poniendo límites menos claros”, agrega la psicopedagoga, quien también aboga por “dejar teléfonos todos los miembros de la casa por un rato, y tener más horas de vida “off line”.

Coronado da pistas para acompañar a los niños (y adolescentes) en su proceso de digitalización. “Hay que observarlos antes de juzgarlos o prohibirles. Ver qué hace el chico que está con el teléfono en la mano; qué consume y familiarizarse con eso para poder intervenir adecuadamente”, aconseja.

Se trata, en definitiva, de cambios que “nos pasaron por encima a los adultos, a los profesionales de la salud mental y a los investigadores por su velocidad” -como dice Dik- pero que nos obligan a buscar nuevos espacios para pensar y replantear los desafíos de las infancias 2.0. Sobre todo, en función de esas cabezas, aún “maleables”, aún “esponja”, de los más pequeños.

Encuentro Internacional de Salud Mental en Mendoza

Durante los días 7, 8 y 9 de noviembre, Mendoza será sede del Seminario Internacional de la Psicología Latinoamericana, donde el debate y las ponencias harán foco en las problemáticas contemporáneas y su impacto en la organización social y subjetiva de las personas.

Organizado por el Colegio de Psicólogos de Mendoza y asociaciones similares en el país (Fepra), el encuentro busca repensar la salud mental en medio de una “la crisis global, atravesada por la virtualización y la digitalización de la vida”.

Profesionales e investigadores de renombre internacional hablarán sobre Políticas Públicas y la construcción de subjetividades, feminismo, el impacto de las violencias, infancias y juventudes, cambios de época y sus efectos en el psiquismo, entre otros temas.

Para inscribirse (hay tiempo hasta el 7 de noviembre), ingresar a la web https://colpsi14.org.ar/seminario-latinoamericano-integracion-de-la-psicologia-latinoamericana/ o a través de Instagram: @fepra_arg.

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