Un equipo interdisciplinario de científicos que estudia la evolución geomorfológica y la reconstrucción paleoambiental del antiguo río Mendoza desde el Pleistoceno tardío, hace 100 mil años atrás, hasta la actualidad está investigando si desde la época en que ocurrieron las últimas glaciaciones en la Tierra, particularmente en los Andes, y hasta nuestros días fue el clima o la tectónica lo que controló en mayor o menor medida el comportamiento del río Mendoza.
Según publicaron desde la Universidad Nacional de Cuyo, los científicos determinaron que el río Mendoza abandonó tardíamente el pedemonte. “Hasta el momento hemos podido determinar que el río Mendoza abandonó tardíamente el piedemonte de Mendoza, que cambió de curso hacia el este-noreste, determinando edades mucho más jóvenes de las que se pensaba. Este cambio se asignaba al Pleistoceno medio (781 a 126 mil años), puesto que hace 126 mil años atrás el río Mendoza cursaba por el Arroyo Tulumaya”, explicó la directora del trabajo, Stella Maris Moreiras, investigadora del CONICET y profesora de la UNCUYO.
A este dato, se suma la evidencia de lagos en la zona que habrían posibilitado la ocupación humana. “Asimismo –agregó la científica-, hemos determinado varios lagos antiguos, hoy actualmente secos, que pudieron favorecer la instalación de grupos humanos en el piedemonte entre los 17.000 a 24.000 años atrás”.
Al analizar la historia ambiental del noroeste de la Provincia, los científicos intentan comprender el rol del clima y de la tectónica en los procesos geomorfológicos asociados al río Mendoza desde la primera época del periodo Cuaternario, ya que antiguamente los ríos Mendoza y Tunuyán conformaban uno solo denominado Zonda. En este sentido, el principal aporte pasa por entender la dinámica del río en el pasado para arribar a modelos o patrones factibles de repetirse en el futuro. “Podemos extrapolar los cambios que podrían existir en los ríos actuales por modo de deformaciones o actividad tectónica asociada a los sismos, o bien al cambio climático actual”, aseguró Moreiras, licenciada y doctora en Ciencias Geológicas.
La investigación, a su vez, permitirá determinar el paleo-clima de la región en un ambiente aluvial distal a partir de registros palinológicos (exploraciones del polen de plantas que existieron en el pasado en este entorno), lo cual es sumamente novedoso. “No existen registros climáticos en las zonas bajas de la cordillera a la latitud de Mendoza; casi todos los datos provienen de registros ubicados en las cuencas altas en los sectores de altura de Los Andes más influenciados por las corrientes húmedas de los vientos del oeste provenientes del océano Pacífico. En su lugar, el sector de llano de Mendoza se asocia al comportamiento del anticiclón del Atlántico con masas de humedad que provienen de noroeste”, indicó la investigadora e integrante del Grupo de Geomorfología & Cuaternario del Instituto Argentino de Nivología, Glaciología y Ciencias Ambientales (IANIGLA, CCT Mendoza).
Este tipo de estudio cronoestratigráfico también arrojará luz sobre la disposición y distribución de los depósitos del curso del río. “Esto es esencial para numerosos estudios, por ejemplo, sobre modelos hidrológicos que permitan conocer acuíferos en el caso del recurso agua subterránea; sobre la calidad de los suelos para establecer sectores vulnerables a sufrir licuación en caso de sismos, así como para facilitar la prospección arqueológica”, adelantó Moreiras.
Otros detalles de la investigación
Empezó a desarrollarse en 2019, bajo la dirección de Moreiras y con financiamiento de la Secretaría de Investigación, internacionales y Posgrado (SIIP) de la UNCUYO. Actualmente, el tema se trabaja con un grupo interdisciplinario de investigadores, en el marco de un proyecto PICT financiado por la Agencia Nacional de Promoción de la Investigación, el Desarrollo Tecnológico y la Innovación.
Se lleva a cabo en diferentes centros dependiendo de la técnica requerida. Entre ellos, el Laboratorio de Edafología de la Facultad de Ciencias Agrarias de la UNCUYO, el Laboratorio de Palinología Cuaternaria del IANIGLA, además de otros espacios del CONICET, y también en institutos de Estados Unidos y Alemania, especializados en determinar las edades de los depósitos de los ríos o lacustres.
Del proyecto original nacieron otras líneas de investigación, dos de las cuales son objeto de estudio de tesis doctorales que recién se inician. Una, orientada a determinar cambios climáticos a partir del polen entrampado en sedimentos del antiguo río Mendoza. Y otra dirigida a reconstruir la edad y distribución de los rodados asociados al río Mendoza en el Pleistoceno tardío, tema de discusión en la academia por estos días.
“Los datos obtenidos aún se están procesando para encarar nuevas publicaciones, pero existe una serie de trabajos que documentan la neotectónica del piedemonte de Mendoza que contribuyen también a este proyecto” comentó la directora, en referencia a una actualización del conocimiento de la deformación cuaternaria en el piedemonte mendocino (32º 50´ S), que se publicó en el volumen especial de la Falla Activa a la Amenaza Sísmica en América Latina y el Caribe del Boletín de la Sociedad Geológica Mexicana.
La codirectora del proyecto original es Cecilia Benavente, de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales (FCEN-UNCUYO, IANIGLA-CONICET), y los investigadores colaboradores son Alberto Vich (FFYL-UNCUYO, IANIGLA-CONICET), María Eugenia de Porras y Carolina Lauro (IANIGLA-CONICET), Laura Gómez (IADIZA-CONICET) y Sabina D´Ambrosio. Además, colaboran los expertos Antonio Maldonado (Universidad de La Serena, Chile) y Francois De Vleeschouwer (EcoLab -Toulouse, Francia). Dentro del proyecto se han formado y participan varios tesistas doctorales y postdoctorales, entre ellos Mariana Correas, Ana Clara Longo, Sebastián Junquera, Pilar Jeanneret y Silvana Moragues.