El 21 de mayo de 2018, Jesús Valdez llegó a Mendoza desde Venezuela. La crisis en el país del norte y la creciente inseguridad lo llevaron a él y a su madre, María Rojas, a intentar una nueva vida en Mendoza. “Vinimos directamente a Mendoza porque tengo una hermana viviendo en Chile y ella nos recomendó que, si veníamos a Argentina, nos fijáramos en Mendoza ya que de esa manera estaríamos cerca”, recapitula Jesús. En diciembre de ese año, su esposa -Yelitza- y sus dos hijos también llegaron a Mendoza, cuando Jesús y su madre ya estaban instalados.
El próximo sábado por la mañana, después de 4 años y medio en Mendoza y en Argentina, Jesús partirá hacia Curitiba, Brasil. Una vez más, su intención es instalarse en esa ciudad brasileña y, cuando esté mínimamente acomodado y sus hijos terminen el ciclo lectivo actual en Mendoza, el resto de la familia volverá a seguirlo; aunque esta vez en su éxodo de Argentina.
“Si no fuera por la creciente inflación y la situación general, nos quedaríamos todos en Mendoza hasta que pudiésemos volver a Venezuela (si alguna vez podemos volver). Es realmente un lugar encantador. Pero la realidad no es la ideal, por lo que aproveché la coyuntura de inflación y la situación del país, además del hecho de que estoy terminando un trabajo y que se me vence el alquiler para intentar esta nueva vida”, resume a Los Andes el venezolano de 51 años, quien ha trabajado durante sus últimos años en una importante cadena de kioscos.
“La triste realidad es que los sueldos se están quedando muy cortos, sobre todo si se lo compara con el ritmo en que aumentan los servicios, los alquileres y hasta la telefonía”, reafirma.
Destino: Brasil
“Me voy a Curitiba, aprovechando que pude invertir en un lote en el lugar para construir. Mi idea es llegar, instalarme y empezar a construir algo para que luego se pueda ir mi familia. Es una comunidad donde hay muchos venezolanos, cerca de 12 familias, por lo que estamos en contacto entre todos. Al momento de tomar la decisión de irnos, con mi esposa nos terminó de convencer esa ilusión de que nuestros chicos se críen en un entorno más de familia”, agrega Jesús, con el dolor de quien debe dejar atrás lo que fue su tierra durante casi 5 años, pero -a la vez- con la ilusión de un futuro más prometedor.
Además de María (73), Jesús (51) y Yelitza (41), en este nuevo intento de vida en tierras brasileñas los acompañan los tres hijos del matrimonio. Ellos son Kevin (16), Génesis (12) -quienes llegaron de Venezuela con ellos- y Leandro, quien cumplió 2 años hace unos días. “Nos vamos con un ‘argentinito’”, resume Jesús con una sonrisa. Y aclara que quienes menos ganas tienen de dejar Mendoza son sus dos hijos mayores, sobre todo porque han creado sus propios grupos de pertenencia en la provincia.
Más allá de la difícil situación en Argentina por estos días, Jesús no se anima a compararla con la que vivieron ellos mismos en Venezuela hasta que eligieron migrar de su tierra. “Yo no diría que la situación en Argentina es tan similar la situación de Venezuela. Allí hay todo un contexto que influye, y además de la situación económica, nosotros decidimos venir con la idea de no estar tan mal y asustados ante la inseguridad que vivíamos. Eso nos motivó a irnos de allá, no solo lo económico”, resume el comerciante venezolano.
Su vida en Mendoza
Cuando Jesús y su madre María eligieron venir a Mendoza, fueron varios los factores que incidieron en ese momento. “Hace cuatro años y medio, Argentina tenía el salario más alto de América del Sur (cerca de 450 dólares) y la inflación no era tan agobiante. Además, para un venezolano, decir Argentina era como decir Italia, por ejemplo, ya que era un país mucho más adelantado en relación con otros países. Las puertas de Argentina siempre estuvieron abiertas para nosotros”, rememora Jesús.
Así fue como en mayo de 2018 llegó con su madre, mientras que en diciembre de ese año llegaron su esposa y sus dos hijos más grandes. “Queríamos escapar a una situación que se vivía en Venezuela, y el panorama político de Argentina nos identificaba un poco más a quienes queríamos dejar Venezuela”, destaca el hombre. Y aclara que no le preocupa que recientemente Lula haya ganado las elecciones presidenciales en Brasil. “La inflación es menor a la de Argentina, y hay un mejor poder adquisitivo, sumado a la calidad y proporción de salario – precios. Es más aceptable”, reflexiona.
La primera persona de la familia en abandonar Venezuela fue la hermana de Jesús, otra de las hijas de María. Ella se instaló en Chile junto a sus hijos, y en una oportunidad en que fueron a visitarla, surgió la posibilidad de iniciar una nueva vida en Mendoza. “Ella (NdA: por su hermana) nos dijo de ir a Chile. Y si bien la situación inflacionaria era mejor que la de Argentina ya en 2018, a mí no me gustaba mucho Chile. Entonces, cuando salió la posibilidad de Argentina, ella nos recomendó Mendoza, ya que estaríamos cerca”, destaca Valdez.
Durante los últimos años, y ante la creciente crisis económica e inflacionaria en Argentina, se ha evidenciado un marcado éxodo de venezolanos que llegaron a estas tierras buscando una nueva oportunidad. Y es algo que Jesús y su familia observan con claridad.
“Definitivamente cada vez se van más venezolanos, y muchos eligen Brasil. En el caso de a donde vamos nosotros, es una ciudad grande y donde hay mucha demanda de mano de obra. Nos vamos buscando una mejor estabilidad, pero también compartir más en familia, aunque sea un país diferente”, reflexiona.
Al cierre de la charla, Jesús permanece en silencio unos instantes y recuerda otro aspecto que también “les tira” en su decisión de volver a Brasil y acercarse, aunque sea un poquito más, a su Venezuela natal.
“Hay otro factor que influye para los venezolanos que decidimos irnos a Brasil. Y es que en ese país se consigue con más facilidad la comida que siempre hemos acostumbrado a comer. Ocurre con las frutas y verduras, por ejemplo. Y tiene que ver con que hay un clima más tropical y se consiguen productos que aquí no. Eso también nos llama, más si tenemos en cuenta que hace tanto tiempo que los venezolanos no pueden comer sus propios productos. Eso nos lleva a tener la boca echa agua”, cierra, siempre sonriente.