“No sé si fue por arte de magia o fue Dios”, recuerda emocionada Gabriela Carmona, de 40 años, mientras le cuenta a Los Andes la historia de Horneritos, el gesto solidario que surgió de una necesidad y que hoy en día le da de comer a más de 1500 personas en El Algarrobal, distrito de Las Heras. Después de superar todos los desafíos que se interpusieron, se aproxima el más grande hasta el momento: viajar por toda Mendoza llevándole comida a quienes más lo necesitan.
Todo comenzó el 19 de marzo de 2020, día en que nuestro país ingresó en Fase 1 debido a la pandemia por Covid-19, y así Gabriela perdioó su único trabajo: ya no podría vender panificados caseros a la salida de las escuelas de Las Heras. Si bien no estaba sola y Pedro, su esposo, seguía trabajando a sol y sombra para mantener el hogar que conforman junto a su hijo Maximiliano (14), para ella “perder el laburo fue quedarme en la nada misma”. Y la gota que colmó el vaso fue ver a sus vecinos en la misma situación: “El barrio era una soledad tremenda, asique el lunes me levanté y dije que le iba a hacer de comer a la gente que conociera y que se había quedado sin trabajo”.
Así fue que la mujer dio el primer paso de un gesto solidario que nunca se imaginó que llegaría tan lejos. Aquella primera vez usó los alimentos e ingredientes que tenía en su casa, con su propia plata compró algún otro, y pidió huesos en un negocio amigo, “para que le dé sabor a la comida”. Con una olla de 25 litros y “sin entender nada de lo que era un comedor”, confesó, “se me dio por mandarle un mensaje a una vecina y le dije que se encargara de convocar a la gente del barrio ese día no tenía para comer”.
“Ese primer día le dimos de comer a 50 personas, alrededor de 8 familias”, recordó Gabriela. La necesidad era tanta que el boca en boca no tardó en hacer su tarea: “Al lunes siguiente se multiplicó y ya eran cerca de 70. Cuando me quise dar cuenta ya no me alcanzaba, venían entre 100 y 120 personas”. Y ya no hubo vuelta atrás. Poco a poco aparecieron los primeros donantes, de acelga y harina, “y vinieron 500 personas en el mes de junio, hicimos 1500 canelones”. En la actualidad, después de más de un año de trabajo y solidaridad, Horneritos la da de comer a más de 1500 personas, al menos dos veces a la semana.
EL ÉXITO DE LA COMIDA CASERA
Para Gabriela, la clave es que “la comida de Horneritos es como la comida de casa”. Pastas caseras como canelones, ravioles, sorrentinos y lasagna; pastel de papa, carne a la olla, pizza, albóndigas con tuco, arroz primavera, hamburguesas, y pastelitos de carne; son los platos principales del comedor. Esto, explicó, es algo significativo en su vida y lo acarrea desde la infancia: “Sé lo que es el hambre. Yo nací en la zona rural de Lavalle, éramos 8 hermanos y sufríamos necesidad extrema. Cuando éramos chicos, la única comida que teníamos era el guiso que nos daban en la escuela, y lo comíamos todos los días, al mediodía y a la noche”. Si bien aquel plato fue muchas veces la única salida al hambre, esa experiencia la marcó de por vida y es por eso que hoy prefiere variar las comidas. “Nos basamos no sólo en la cantidad, sino también en la calidad”, explicó la fundadora del comedor.
Ahora, con “muchos héroes” que colaboran y donaciones de la comunidad, Horneritos ha llegado a cocinar 2000 pasteles de carne, 150 kg. de sorrentinos, 500 kg. de carne a la olla, 300 kg. de locro, 4000 pasteles fritos, 4000 canelones; y 4500 porciones de pizza para festejar, este martes 19 de octubre, el día de la madre. “Todo esto ha sido gracias a la gente, a la solidaridad, nada es político”, aclaró una y otra vez Gabriela; que está al frente del proyecto junto a Andrea, su mano derecha. Además, reciben la ayuda desinteresada de 12 personas en la preparación de las comidas.
EL SIGUIENTE PASO: HORNERITOS MÓVIL
“¿Por qué no podemos llegar a otros lugares con las comidas, y no sólo a El Algarrobal?”, se preguntó un día Gabriela, y fue todo lo que necesitó para emprender el siguiente paso: Horneritos Móvil. Ahora el objetivo es recorrer la provincia dándole un plato de comida a aquellos que más lo necesiten: “La primera salida va a ser el 26 de octubre, le vamos a llevar canelones de pollo al personal de vacunación del Estadio Cubierto Vicente Polimeni, a esta gente que tanto hizo por nosotros durante la pandemia”.
Más allá de que la movilidad es el principal inconveniente, confían en que “alguien nos va a dar esa mano” y Gabriela ya tiene trazada la hoja de ruta: “El primer destino que tenemos planificado es el basural de El Borbollón, y después Lavalle. Otros destinos pueden ser Guaymallén, Godoy Cruz, Tunuyán; queremos llegar a toda la provincia, que la gente nos conozca y nos vaya llamando”.
A pesar de ayudar a tanta gente, confesó que todavía no cumplió su sueño, ya que “me encantaría que el día de mañana Horneritos no sea sólo un comedor, sino que el día de mañana la misma gente que viene a buscar la comida se pueda capacitar para trabajar por su propia cuenta, que logren un emprendimiento de trabajo y no se acostumbren a que les den”, explicó. Finalmente, Gabriela le envió un mensaje a los mendocinos para “que no bajemos los brazos”: “Entre todos podemos, si nos unimos, somos fuertes. Si dejamos de mirar un poquito al costado, si miramos lo bueno antes que lo malo, vamos a llegar lejos como pueblo. No soy política, ojo, sólo creo que de esa manera podemos llegar lejos”. “Donde comen 50, comen 1500″, concluyó.