Historias de adolescentes que se “saltearon” el 5to año de secundaria: cómo los afecta

¿Qué sensaciones invaden a los jóvenes que se quedaron sin la inigualable vivencia de egresar de la secundaria”. Frustración y enojo, coinciden especialistas.

Historias de adolescentes que se “saltearon” el 5to año de secundaria: cómo los afecta
Luca Gagliardi y Julia Nazar, dos adolescentes que se "saltearon" el último año de secundaria.

Cuando los estudiantes del último año de la secundaria estuvieron listos para vivir el mejor año de sus vidas, el de las celebraciones, las despedidas y los preparativos para la universidad, todos esos proyectos se desvanecieron con la cuarentena.

Si para los adolescentes en general resultó difícil, mucho más para quienes vieron pasar un calendario repleto de frustraciones.

Adriana Mercado, psicopedagoga y profesora en Ciencias Psicopedagógicas, indicó que quienes más padecieron el aislamiento fueron precisamente los alumnos de los últimos niveles. “El último año es muy significativo y lo esperan con muchas ansias porque es el de despedidas: por eso es necesario que lo transiten”, advirtió.

“Sus frases que los identifican, sus buzos con sello propio, el último primer día, el viaje... Perdieron todo eso por la virtualidad y el impacto emocional fue importante”, continuó.

Relató: “En un momento nos encontramos con un niño que pidió volver a cursar quinto. Lo acompañamos y lidiamos con sus emociones, pero transitó un año repleto de desilusión”.

Julia Nazar, Luz Sánchez Bermejo y Luca Gagliardi son mendocinos y, aunque no se conocen, tienen en común que cumplieron 18 en medio del confinamiento que los dejó con la sensación de haberse “salteado” la etapa más linda.

“Desde cuarto soñábamos con quinto, el año más divertido”, evoca Luz, que egresó del ICEI y pasó parte de los meses de cuarentena en Osnabrück, Alemania, donde llevó a cabo un intercambio cultural.

En septiembre, de vuelta en Mendoza, cayó en la cuenta: no tenía a sus amigos cerca y se canceló el viaje y la presentación de los buzos de egresados.

“Un bajón”. Pero Luz es joven e inteligente. Sorteó lo que le tocó y ya está lista para radicarse en Buenos Aires, donde estudiará Economía Empresarial en la Universidad Torcuato Di Tella.

Luca egresó del Colegio Sagrado Corazón de Jesús, juega al fútbol en Independiente Rivadavia y se anotó en la Universidad de Mendoza para estudiar Derecho. Confiesa que el encierro le pegó duro.

“Extrañé el día a día en el curso y no fue fácil organizarme con lo virtual”, relata. Pero mucho más le dolió, dice, cancelar todo lo que había proyectado para 5to.

Hasta su cumpleaños, que fue bajo estrictas medidas, lo pasó con su familia y sin amigos. “Sí, me angustié bastante. Ni siquiera fui a la cena de egresados, que se organizó sobre el final del año y con protocolo. No era lo mismo, me quedé en casa”, confiesa.

La misma incertidumbre vivió Julia, tan bonita como desenvuelta. “Iba a Maristas y siempre tuve la esperanza de volver al cole. Mis amigas me desalentaban y yo les decía pesimistas. En agosto me di cuenta de que tenían razón; que nada de lo que habíamos planeado íbamos a cumplir”, rememora.

La expectativa de vivir quinto año “como Dios manda” se desmoronó de golpe y sintió una angustia difícil de explicar. Llegó a la conclusión, afirmó, “de lo poco que se considera a la educación”.

“Ir al cole y compartir con mis compañeros no es comparable con nada”, se lamenta. Pero un día hizo el “click”. “No será un año perdido, sino capitalizado. Esto no va a ganarme”, pensó, y casi como un robot, se largó a trabajar.

Junto a su novio armaron una huerta y se convirtieron en emprendedores; luego fue niñera, empleada de un local de ropa y escritora. Porque a Julia le encanta escribir y hasta abrió un Instagram para relatar sus vivencias.

Advierte: “Nunca dejé de ver a la gente que amo, ni en las etapas más rigurosas”. “Me arrebataron quinto año pero no perdí el eje. Crecí emocionalmente, trascendí y me convertí en la persona que deseaba ser”, reflexiona.

Agrega que “lo que no mata fortalece”, convencida, mientras sueña con sus primeras clases de Psicología en la Universidad del Aconcagua.

“Un sabor amargo”

Toda etapa que llega a su fin implica un duelo más allá de lo auguriosa que pueda ser la que se avecina, sostuvo la psicoanalista Soledad Bermejo, para agregar que en los jóvenes esto adquiere una connotación aún más traumática.

“El secundario es la etapa en la que se vive la adolescencia en un contexto que se convierte en una gran familia. Así, el pasaje a la universidad es un arrojo a otro destino, el de la propia elección”, continuó.

Si a esta etapa determinante se le sumó la pandemia, el resultado es un sinnúmero de situaciones dolorosas ligadas, en gran medida, a la pérdida de expectativas e ilusiones.

“A quienes les tocó transitarlo apelarán a otras imágenes, no a las del viaje o la fiesta de egresados. Sentirán, tal vez, un sabor amargo de lo que ´no hubo´”, concluyó.

Tenemos algo para ofrecerte

Con tu suscripción navegás sin límites, accedés a contenidos exclusivos y mucho más. ¡También podés sumar Los Andes Pass para ahorrar en cientos de comercios!

VER PROMOS DE SUSCRIPCIÓN

COMPARTIR NOTA