Estoy profundamente convencido de la necesidad de integrar las artes visuales en la vida cotidiana de los mendocinos. Nos encontramos ante un desafío importante: revertir la desvalorización actual que la sociedad le atribuye a la cultura y al arte. Si bien vivimos en un sistema donde la cultura es cada vez más apreciada por su capacidad de entretenimiento, este enfoque, en exceso, ha desanimado a numerosos profesionales que forman un ecosistema laboral clave. La cultura, en su sentido más profundo, va mucho más allá del entretenimiento; es un motor de transformación y crecimiento social.
Afortunadamente, contamos con interlocutores capacitados, formados en educación cultural y artística, que pueden ser protagonistas en este proceso de transformación. Sin embargo, aún estamos en las etapas iniciales de lo que debería ser una ruta clara hacia el fortalecimiento de la educación artística como forma de conocimiento esencial. La poca relevancia asignada a la cultura en nuestra sociedad nos coloca en una posición vulnerable frente a los desafíos.
Si queremos avanzar y reducir la brecha entre la percepción y la participación en actividades artísticas, es muy importante que repensemos nuestras políticas culturales. Debemos ver el arte no sólo como un espacio de expresión, sino como una herramienta para construir una identidad mendocina fuerte. La profesionalización del sector, con acceso a herramientas y recursos actualizados, es clave para trazar el mapa del futuro próximo.
El arte no solo habla de quiénes somos, de nuestras raíces y nuestra historia, sino que también es un acto de reafirmación personal y colectiva que nos empodera como mendocinos.
Además, es crucial recordar que el arte desempeña un papel fundamental en la formación de la niñez . A través de él, adquieren recursos vitales para enfrentar los desafíos personales y profesionales del futuro. Hoy sabemos que, de las cinco habilidades principales que se exigirán a los trabajadores del mañana, cuatro están directamente relacionadas con la creatividad: pensamiento analítico e innovación; resolución de problemas complejos; pensamiento crítico y análisis; creatividad, y finalmente originalidad e iniciativa.
En definitiva, debemos abrazar el poder transformador del arte y la cultura como pilares fundamentales para el desarrollo de una Mendoza cada vez mejor.
*Daniel Augusto Rueda es marchante de arte, gestor cultural y coordinador de diversos espacios artísticos como ArteH de Hipercerámico.
