Un grupo de investigadores del Instituto Argentino de Investigaciones de las Zonas Áridas (Iadiza, dentro del Conicet Mendoza) fue protagonista de un hallazgo que no tiene precedentes a nivel continental. De hecho, tiene un solo, muy remoto en Nueva Zelanda, aunque no comparte las características idénticas de lo observado en Uspallata, en la Alta Montaña mendocina.
El descubrimiento, que ya fue difundido en una publicación científica internacional, está vinculado a una especie de ave que podría manipular (en el caso de las hembras) el sexo de sus pichones y en respuesta a la proporción de hembras y machos adultos que estén disponibles en la población y en las distintas circunstancias.
Se trata del ave conocida popularmente como “ratona aperdizada” (Cistothorus platensis, según su nombre científico). Y, de esta manera y gracias a la estrategia mencionada, la especie conseguiría maximizar su éxito reproductivo. Y hasta podrían compensar el desequilibrio demográfico, en favor de la producción del sexo menos abundante.
“Aparentemente, las hembras de la ratona aperdizada podrían sesgar la tasa de sexos de sus pichones en función de la tasa de sexos de los adultos mediante algún mecanismo fisiológico del cual aún no hay evidencia sólida en aves”, explicó el biólogo y becario postdoctoral del Iadiza, Ramiro Arrieta, uno de los autores del estudio.
Más allá de que hasta el momento no existe esa evidencia científica sólida que menciona el especialista, entre las especulaciones que manejan se destaca la posibilidad de que la fisiología de las hembras se vea afectada por el canto de los machos (ya que en esta especie solo los machos cantan).
De esta manera -y siempre de acuerdo a esta especulación no confirmada aún-, es probable que cuando los machos están en baja proporción, las hembras pueden detectar que en el ambiente hay poco canto (que se traduce en pocos machos), y -de esta manera podrían- influir en su fisiología al momento de realizar la puesta de huevos y determinar el sexo de los pichones.
“Esto es muy especulativo y lo cierto es que no hay evidencia del tema”, insiste Arrieta, haciendo hincapié en la complejidad que existe para hacer una evaluación y teniendo en cuenta la gran cantidad de potenciales variables fisiológicas y ambientales que podrían interactuar en todo este proceso.
CÓMO LA HEMBRA MANIPULA EL SEXO DE SUS PICHONES
El reciente hallazgo de los especialistas del Conicet plantea nuevos y concretos interrogantes sobre la determinación del sexo en las aves. Y fue difundido en la publicación científica de referencia Scientific Reports recientemente.
Concretamente, y para intentar evaluar si las hembras sesgan la proporción de sexos de los pichones en sus nidadas en respuesta a la proporción de sexos de los adultos en la población, el equipo de investigación llevó adelante tres campañas en Uspallata.
Fue en los años 2015, 2016 y 2017, y los trabajos de campo consistieron en recolectar muestras de sangre de los pichones para, posteriormente, determinar el sexo de ellos mediante análisis genéticos. Los resultados revelaron una mayor proporción de pichones machos en las nidadas cuando los machos adultos eran escasos en la población.
Según explicó Arrieta a Los Andes, los resultados obtenidos se aplican estrictamente a la población de estudio, compuesta por unas 35 parejas de ratonas aperdizadas.
En la campaña llevada adelante en 2015 encontraron una mayor proporción de pichones machos en las nidadas, mientras que en la población de individuos adultos escaseaban precisamente los machos (había dos hembras por cada macho).
“Esto nos llamó la atención, porque en las poblaciones de aves la tasa de sexos de los adultos suele estar sesgada hacia machos, debido a la alta mortalidad que sufren las hembras. Decidimos entonces investigar qué estaba ocurriendo con la tasa de sexos de los pichones, ya que generalmente se producen ambos sexos en proporciones similares”, agrega el biólogo y becario postdoctoral del Iadiza.
En ese sentido, agrega que les sorprendió encontrar una mayor proporción de pichones machos en la mayoría de las nidadas precisamente el año que se había observado una menor proporción de machos adultos en la población.
En 2016 y 2017, en tanto, los investigadores encontraron que la proporción de machos y hembras -tanto de adultos como de pichones- estaban balanceadas (50% machos, 50 % hembras).
De acuerdo a las conclusiones del estudio, esto sugiere entonces que las hembras produjeron más pichones machos en 2015 y cuando los machos adultos eran escasos.
EL OTRO CASO EN NUEVA ZELANDA
La ratona aperdizada es un ave a la que, generalmente, se la encuentra asociada a ambientes húmedos (vegas, pastizales en bordes de río y pantanos, entre otros). En el caso puntual del trabajo de los biólogos locales, el sitio de estudio se encuentra en Uspallata, atravesado justamente por el arroyo que lleva ese nombre y el río Mendoza. Aquí predominan los pastizales de cortadera, donde la ratona aperdizada suele nidificar.
No obstante, este descubrimiento en las aves de Mendoza se condice con uno similar que tuvo lugar en Oceanía, lo que evidencia que la ratona aperdizada no sería la única ave con esta capacidad.
“Uno de los casos más conocidos es el kakapo (Strigops habroptila), una especie de loro endémica de Nueva Zelanda y que actualmente está en peligro de extinción. En un estudio para el cual se implementaron comederos con frutas para aumentar el éxito reproductivo, los investigadores encontraron que las hembras que recibían más alimento y presentaban una mejor condición física producían mayor cantidad de pichones machos en sus nidadas”, detalla Arrieta.
Lo que marca la diferencia con el estudio realizado en Mendoza es que, en el caso local, se trata del primero en reportar esta capacidad en hembras de un ave en América del Sur y que encuentra una asociación con la tasa de sexos de los adultos.