Guerra de Malvinas: aseguran que Margaret Thatcher envió barcos con 31 armas nucleares

La información provino de un periodista británico, quien accedió a un documento desclasificado y reveló que 12 de esas armas venían en el HMS Invencible, donde sirvió durante la guerra el príncipe Andrés.

Guerra de Malvinas: aseguran que Margaret Thatcher envió barcos con 31 armas nucleares
El HMS Hermes, en 1982.

Nueva información provocadora y altamente sensible llegó desde Londres con respecto a la Guerra de Malvinas, a solo meses de cumplirse 40 años de este triste suceso. Un periodista británico reveló que accedió a un nuevo documento desclasificado en los Archivos Nacionales del Reino Unido, donde se afirma que las fuerzas armadas de su país desplegaron 31 armas nucleares durante la confrontación en 1982.

Richard Norton Taylor sostuvo que 12 de esas armas venían en el HMS Invencible, donde sirvió durante la guerra el príncipe Andrés. Y también que en las febriles discusiones entre militares y diplomáticos surgió el temor a la ex URSS. Si usaban las armas en el Atlántico Sur podrían quedar desprotegidos contra el poderío soviético.

El periodista, que escribió durante tres décadas en el diario The Guardian sobre seguridad y Defensa, publicó este lunes un extenso artículo titulado “Desclassified UK”. Allí señala que para mediados de mayo de 1982, el portaaviones británico HMS Hermes tenía 18 armas nucleares a bordo y el portaaviones Invincible (Invencible) tenía 12; mientras que el barco auxiliar de la Flota Real, Regent, poseía una. Allí se consideraron “más protegidas¨. “Los barcos estaban dentro de la ‘Zona de Exclusión Total’ impuesta por Gran Bretaña alrededor de las Islas Malvinas”, dicen los documentos.

Qué se sabía hasta el momento

Según relata Clarín, recién en 2003, Gran Bretaña admitió que varios de los barcos que la ex premier Margaret Thatcher envió al Atlántico Sur para desalojar por la fuerza a los militares argentinos que por decisión del dictador Leopoldo Galtieri habían reocupado militarmente las islas llevaban armas atómicas. Pero lo distintivo de Norton Taylor ahora es que revela una cantidad de armas que hasta ahora no se habían informado. El ratifica que eso “no se había revelado antes de que este documento fuera transferido a los Archivos Nacionales en Kew, al suroeste de Londres”.

De acuerdo con el mencionado diario, la información de Norton surge del hecho de que todos los archivos en Gran Bretaña, después de 30 años, se envían al Archivo Nacional. Y esta información debe ser accesible a todos los ciudadanos que la requieran. Luego de conocerse, es publicada.

En 2003, el Ministerio de Defensa británico también reconoció que hubo “incidentes” en el transporte de esas armas, como contenedores dañados en sus traslados sin que se perjudicara el armamento. También de ello escribió el profesor Sir Lawrence Freedman, el historiador oficial británico de la guerra de las Malvinas, cuando reconoció que desde Gibraltar fueron despachadas armas nucleares a las islas.

Y en su momento, el psicoanalista del ex presidente de Francia Francois Mitterrand aseguró en un libro que Thatcher tuvo la intención de usar armas nucleares en territorio argentino para definir de una vez por todas la guerra por Malvinas si las fuerzas de su país se veían en dificultades.

Alí Magoudi, el psicoanalista del fallecido Mitterrand, escribió que ese plan era lanzar las bombas sobre la provincia de Córdoba (donde hoy funciona la Fábrica Argentina de Aviones), pero fue abortado por la decisión de Mitterrand de colaborar con la Dama de Hierro, dándole información sobre las armas que Francia le había vendido a Argentina.

En su momento, el fallecido ex presidente Néstor Kirchner exigió explicaciones a Londres. Argentina, que demostró tener en la guerra más códigos humanitarios militares que los británicos, siempre denunció la nuclearización del conflicto bélico por la soberanía de las islas del Atlántico Sur. Pero ningún gobierno se animó a llevar a tribunales internacionales el hundimiento del Crucero General Belgrano en el que murieron más de 323 marinos argentinos, sobre un total de 649 muertos de este país y 255 de Gran Bretaña.

La información de Norton Taylor

El periodista y escritor señala que la cuestión contenida en los Archivos Nacionales de su país estaba marcada como “Atómico de Alto secreto”. Y que esta cuestión causó “pánico” y discusiones entre los funcionarios de Londres sobre los daños físicos que las armas podían causar y también sobre el tipo de decisiones políticas que les convenía o no tomar.

Señala que un acta del Ministerio de Defensa (MoD), fechada el 6 de abril de 1982, se refirió a la “gran preocupación” de que algunas de las “bombas nucleares de profundidad” pudieran “perderse o dañarse y el hecho se hiciera público”. El acta, agregó Norton, decía que “las repercusiones internacionales de tal incidente podrían ser muy dañinas”. Siempre se ha dicho que la idea británica era la de disparar esas armas, en principio, contra los submarinos.

Entonces se instaló una disputa entre el Ministerio de Defensa y el Foreign Office (Relaciones Exteriores), que pidió a los primeros que “desarmara” el armamento. Pero la Marina se negó, señala Norton en “Declassified UK”.

El Ministerio de Defensa tomó nota de los principales argumentos a favor de mantener las armas a bordo y, según la investigación de Norton, declaró: “En caso de tensión u hostilidades entre nosotros y la Unión Soviética al mismo tiempo que la Operación Corporativa [el nombre en clave dado a la liberación de las Malvinas], la capacidad militar de nuestros buques de guerra se reduciría drásticamente”.

Un documento en el archivo dice -de acuerdo a los accesos de Norton- que no hubo riesgo de una “explosión de tipo bomba atómica”. Pero existía la amenaza de la “eliminación de material fisionable” si alguna de las armas resultaba dañada, lo que podría provocar hasta 50 “muertes adicionales” por cáncer.

En los sitios de especialistas se informa que la fisión nuclear “es una reacción en la cual un núcleo pesado, al ser bombardeado con neutrones, se convierte en inestable y se descompone en dos núcleos, cuyos tamaños son del mismo orden de magnitud, con gran desprendimiento de energía y la emisión de dos o tres neutrones”.

Pero Norton señala que para los militares británicos aunque no hubiera contaminación en caso de un arma nuclear dañada o hundida, los argentinos podrían hacerse con tecnología nuclear y “podríamos haber tenido que enfrentar una gran vergüenza en el campo de la no proliferación”.

“La Marina rechazó un plan para descargar las armas en la base británica en la isla Ascensión en el Océano Atlántico Sur. Dijo que esto retrasaría el paso del grupo de trabajo a las Malvinas y que la operación no se mantendría en secreto”, indicó Norton. Ahí es cuando se transfirieron a los barcos antes mencionados.

Norton también señala que el Foreign Office se preocupó porque la presencia de armas nucleares en el Atlántico Sur violara el Tratado de Tlatelolco de 1967 que estableció una zona libre de armas nucleares en América Latina y las aguas circundantes, incluidas las Malvinas.

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