El femicidio de Florencia Romano (14) reavivó un delito tan silencioso como peligroso, y al que niños, niñas y adolescentes están expuestos en los oscuros pasajes de internet: el grooming o ciberacoso. Y es que Pablo Arancibia (33), el imputado por el asesinato de la niña, no solo que contactó a la víctima por las redes sociales -Instagram, en este caso-; sino que, además, ya contaba con antecedentes de acoso y hostigamiento hacia otra adolescente en las redes sociales.
Precisamente esta práctica -tipificada como delito en el Código Penal- suele ser un peligroso y triste aliado en algunos escalofriantes hechos. “Es la puerta de entrada a otros delitos”, como bien detalla el presidente de la ONG Grooming Argentina, Hernán Navarro. Consiste en el acoso, el asedio, la extorsión y hasta violentas amenazas que se concretan por internet y las redes sociales, donde adultos -amparados en el anonimato o la posibilidad de “ser otros”- captan a menores de edad.
“Hay que entender al Grooming como un medio de captación, y que es la antesala a otros delitos. Cuando se comienza por el Grooming, hay tres posibles escenarios que agravan la situación: trata de personas para explotación sexual; violación o abuso; y crimen”, sintetizó Navarro a Los Andes.
Recomendaciones
Lo primero a entender en los casos de Grooming es que los niños, niñas o adolescentes son las principales víctimas, son el actor vulnerable de esta terrorífica telaraña; y que los depravados recurren a todo tipo de recursos para atraparlos y cercarlos. Hecha esta aclaración -fundamental-, también es importante destacar que hay alertas a las que tanto los adultos -como padres- y los propios niños, niñas y adolescentes pueden estar atentos.
Confidencialidad
No compartir públicamente información personal (números de teléfono, domicilios) ni fotos con poca ropa o desnudos. Muchas veces los predadores se aferran a los datos íntimos para crear falsas similitudes con sus presas; o para inventar coincidencias que les permita generar un inexistente vínculo de confianza.
En cuanto a las fotos íntimas, por más “buena onda” que haya con la persona con la que chateamos; una vez que se envían algunas imágenes; termina por convertirse en una bola de nieve: el acosador extorsiona al niño o niña para que envíe otras fotos, cada vez más explícitas; con la amenaza de que se las enviará a los padres o las hará públicas para que las vea todo el mundo.
Confianza
Como padres, los adultos deben encontrar el espacio para poder hablar de temas íntimos con los hijos. Como bien indica el presidente de la ONG Grooming Argentina, los adultos deben empatizar con los niños y entender que son las principales víctimas.
“Es fundamental que tanto niños, niñas y adolescentes como adultos puedan generar un vínculo de confianza; no solamente para que los padres sepan si alguno de estos predadores ha contactado a sus hijos o los está extorsionando; sino también para que los chicos se sientan confiados de poder hablar con ellos de estos temas también. Venimos pidiendo a gritos que el mundo adulto se involucre y acompañe a hijos e hijas en entornos digitales. Y ante una situación de riesgo, el adulto debe intervenir mediante el diálogo y el acompañamiento; no con el dedo acusador”, sintetizó el abogado referente.
Encierro nocturno
Muchas veces, en la propia esencia del adolescente está el rechazo hacia los padres y hacia el control constante. Sin embargo, hay indicios a los que los padres tienen que estar atentos. Si el niño o la niña se encierra en su habitación para chatear en las redes sociales, se queda hasta altas horas de la noche y le molesta que alguno de los padres merodee por su espacio cuando está chateando; es fundamental buscar el momento y la oportunidad de sacar el tema. Y ahondar en los riesgos y peligros del Grooming.
Dispositivos escondidos
Otro comportamiento común y que puede evidenciar que los menores están siendo enredados en esta peligrosa telaraña tiene que ver con su actitud para con sus celulares, tablets o computadoras. Si bien pedirles que compartan sus contraseñas puede sonar un tanto utópico y hasta imposible; no es un buen indicio que los niños se empecinen deliberadamente en esconder sus dispositivos cuando no están con ellos.
Puede ser una señal de que algo no va bien esta situación, más si se tiene en cuenta que -en muchos casos- pueden ocultarlos por miedo o vergüenza.
Avisarle a alguien donde está
Como niños, niñas o adolescente no hay nada más tedioso que sentir que se le debe dar aviso a los padres de cualquier movimiento que uno o una quiera realizar. Sin embargo, es importante poder entablar el vínculo de confianza con alguno de los padres, para que -en caso de que la intención sea encontrarse con alguien a quien no se conoce en persona y se lo haya contactado por las redes sociales-; alguno de ellos sepa a dónde se ha ido el menor. O bien puede ser con algún hermano o hermana mayor; o hasta algún amigo o amiga.