Norma Colque era apenas una bebé cuando perdió a su mamá, en su Guaymallén natal. Yanina, su hermana mayor, de 8 años, tomó las riendas de su crianza con amor y responsabilidad.
Si bien la infancia de ambas fue difícil, el único consuelo fue tenerse una a la otra y así transcurrió la vida. Crecieron en un convento de monjas y forjaron un lazo de esos que nada ni nadie puede quebrar.
Más de 30 años después, inesperadamente, a Yanina le llegó el momento de la recompensa.
Fue cuando, luego de un proceso largo y doloroso de diálisis a causa de una insuficiencia renal, la hermana menor -hoy de 32 años- le donó a la mayor –de 41- el riñón que necesitaba para seguir viviendo.
Durante el embarazo de su quinta hija, Yanina sintió que algo no estaba bien. Poco después del diagnóstico y del nacimiento anticipado de la beba, inició un camino de temor e incertidumbre. “No había nada por hacer, sólo un riñón podía salvarme. Me lo dijeron y se me cayó el mundo”, recordó a Los Andes. Y agregó: “Allí estaba Norma, asegurándome desde el primer minuto que la donante iba a ser ella”.
Norma, mujer de pocas palabras, acota: “Siempre supe que iba a lograr se trasplantada y que iba a ser yo quien le posibilitaría el órgano. Es ella la protagonista. Es mi hermana –enfatiza, emocionada- Teníamos que ser compatibles”.
Cirugía inédita en el Central
La cirugía de alta complejidad tuvo lugar en el hospital Central y la llevó a cabo un equipo multidisciplinario.
Si bien en el nosocomio suelen realizarse trasplantes convencionales, en este caso resultó inédito ya que se concretó a través de una laparoscopía, es decir, una cirugía no invasiva y con menos riesgos colaterales.
“Cuando aparece un familiar dispuesto a donar un órgano es la situación ideal por la compatibilidad y las escasas chances de rechazo, como sucedió en este caso”, sostuvo la doctora Isabel Martínez, coordinadora del servicio de Trasplante Renal del Central.
Destacó que la sobrevida del donante es igual a la de cualquier persona y que, en el caso del receptor, la calidad de vida se modifica favorablemente de modo rápido y contundente.
“Hoy, con la optimización de los inmunosupresores, los pacientes que reciben este tipo de órganos pueden llevarlo hasta 20 años”, amplió Martínez. Y remarcó: “Lo más importante es el cambio de vida de estas personas, que pueden llevar una vida normal”.
La profesional sostuvo que el hospital se encuentra en tal sentido “a la altura de las circunstancias” y añadió que resultó un logro realizarla por laparoscopía ya que demuestra que las modalidades se van optimizando.
“Fue una alegría observar la evolución de la paciente, que a las pocas horas de ser operada, presentó un semblante muy distinto y una gran evolución. Ya está lista para ir a su casa”, reflexionó Martínez.
Y concluyó: “Fue un trabajo en equipo; nadie se adjudica el logro de manera individual. Cada uno cumple un rol esencial en pos del éxito de la cirugía”.
Gratitud en pleno quirófano
Ayer fue otra jornada especialmente emotiva para Yanina, quien fue dada de alta al mediodía, y también para Norma, que luego de someterse al control de rutina -siempre en el mismo hospital- fue “corriendo” a saludar a su hermana en sus últimos minutos de internación.
“Estoy ansiosa por ver a mi marido, a mis hijos. Me voy feliz y agradecida. Imposible nombrar a todos”, resume Yanina.
Una anécdota pinta a las dos de cuerpo entero: en sus respectivos quirófanos, listas para la ablación y el implante, Norma preguntaba por Yanina y viceversa.
Si Norma tuvo siempre un lugar especial en la vida de su hermana mayor, mucho más a partir de ahora, cuando tuvo el valor de recompensar a su hermana con lo más preciado: simplemente la vida.
El equipo médico
Además de la doctora Isabel Martínez como jefa del equipo de Trasplante Renal, participaron de la cirugía los nefrólogos Orlando Huser, Damián Fabriani y Germán Barrera, además de los cirujanos cardiovasculares Sergio Felici y Walter Ferrara.
También los urólogos Germán Albino y Gonzalo Linares, que llevaron a cabo la nefrectomía laparoscópica de la donante.
Enfermeros, instrumentadores quirúrgicos y camilleros fueron también héroes anónimos.