Gloria Fontán, de 69 años, recién sale de cuarentena. Estuvo 15 días aislada tras un viaje solidario por África. Cargada de historias y con las maletas aun sin desarmar cuenta con alegría su historia que la llevó a sitios tan remotos - para un mendocino- como Zambia o Botswana con una misión: ayudar a las mujeres de aquellos países.
Los Andes contó hace poco menos de dos meses que Gloria estaba varada en Botswana, que necesitaba llegar a Sudáfrica para poder volver, cosa que hizo recién el 13 de junio, aunque esperaba hacerlo mucho antes. Hoy, tras haber pisado suelo mendocino, tiene más tiempo para relatar sus experiencias y para transmitirles a otros la idea de que el mundo, si uno se lo propone, no es tan grande como parece.
Comprobación de campo
Gloria dice que vivió muchos años en Barcelona, pero que por distintas circunstancias volvió a Mendoza y aquí se jubiló. Pero el regreso costó. "Estar en Argentina fue difícil. Me costaba readaptarme. Echaba de menos Barcelona, mis amigas y mis relaciones. Así que decidí dar una vuelta al mundo tipo mochilera", comienza. Es decir, quería viajar desestructurada, relacionarse con la gente y quedarse el tiempo que tuviera ganas.
En ese año que dio la vuelta al mundo cosechó muchas experiencias, conoció culturas y realidades de muchas mujeres. “Incluso, durante un viaje en moto por Myanmar, cuando había parado a descansar, conocí a un grupo de mujeres que me dejó vivencias maravillosas. Cada una hablaba en su lengua y fue allí donde pude darme cuenta que es desde la economía donde las mujeres se empoderan. En este viaje pude comprobar todo lo que yo suponía y por lo que luché durante 30 años”, señala agregando que fue el puntapié que la llevó a hacer un voluntariado.
De esta forma, se especializó en emprendimientos con mujeres nutrida por su experiencia previa ya que durante los 90 ella realizó con los trabajadores de empresas privatizadas proyectos para que estos tuvieran sus pequeños emprendimientos.
“Paralelamente viajé a Israel para participar de un proyecto de cooperación internacional con mujeres latinoamericanas e israelíes. Ahí empecé a comprender e incorporar la importancia del empoderamiento de las mujeres en relación con el crecimiento de los países”, asegura.
“Este es mi programa”
A través de una amiga llegó a la ONG Humana People to People que es gracias a la cual viajó a África. Pero para ese viaje aun faltarían etapas previas. “Humana tiene cadenas de ropa de segunda mano en Madrid, Berlin o Londres, es decir, en las grandes ciudades donde gente de clase media puede comprar ropa de alta calidad de segunda mano. A partir de esto, averigüé los programas que tiene esta ONG y encontré un programa súper interesante que incluye formación durante seis meses y seis meses de voluntariado en África o India. Este es mi programa, me dije”, comenta Gloria.
La mendocina, para poder pagar el programa, tuvo que trabajar durante cuatro meses para la ONG que tiene cede en Inglaterra, Dinamarca o Noruega. Luego de este tiempo - para el que es fundamental tener pasaporte europeo- pudo hacer la formación y posteriormente viajar a África o a la India según decidiera.
“Trabajé en Hull (Inglaterra) captando nuevos voluntarios y logrando donaciones. Ya que la ONG se sustenta con la ropa de segunda mano, yo tenía que encargarme de que en los pueblos de Inglaterra, en los estacionamientos de los pubs, pudiera haber contenedores para que la gente dejara su ropa usada. Es importante decir que la gente recibe tantos regalos para las fiestas que algunos ni los abre. Y el promedio de ropa, de primera calidad, es de cuatro posturas así que es casi nueva”, señala.
Pasados los cuatro meses comenzó con el programa de formación. Según Gloria no es como ir a la facultad
a que el material de estudio debe ser buscado por cada participante, que debe investigar y hacer presentaciones cada semana para el grupo o de forma pública. También tuvo que hacer dos salidas fuera de Inglaterra. Una fue a Dinamarca, donde participó de una olimpiada para personas con discapacidad intelectual y otra a Palestina, donde realizó una investigación sobre el acceso al agua y el uso de drogas de los jóvenes. “Estuvimos en un campo de refugiadas, el trabajo que se hace allí no se puede creer”, cuenta.
El trabajo en Zambia
El programa del que participó Gloria se llama Zambia on Families que consiste en el fortalecimiento de las familias desde lo económico, lo social y desde la educación con transversalidad en salud, y prevención de enfermedades tales como el HIV, la malaria y la tuberculosis.
“La diferencia que podemos hacer las mujeres occidentales es desde la humildad y el trabajo codo a codo con esas mujeres. Ellas tienen las mismas problemáticas que tiene cualquier mujer aquí, con poco y nada de acceso a la educación, en sociedades machistas donde la violencia de género es la misma pero más solapada, porque cuesta más denunciar. Lo que yo tenía claro es que no quería ir de blanca salvadora sino ir a escuchar a esas mujeres. Saber cuáles eran sus necesidades”, asegura Gloria.
Así, con los grupos de 30 mujeres con los que trabajó, en cinco aldeas diferentes lo primero que hizo fue preguntarles por sus expectativas y sus necesidades. A partir de lo que habló pudo notar que son mujeres con mucha fuerza para empoderarse desde lo económico y salir del circulo de la violencia.
"Si una mujer no tiene recursos siempre va a estar atada en ese círculo vicioso de la violencia. También se hace mucho trabajo de empoderamiento de las mujeres con los hombres porque son los tienen que autorizar para que podamos hacer esto. Esto hay que hacerlo porque no se puede romper con el machismo de un día para el otro. Requiere un proceso. Entonces te acercás a los hombres y tratás de convencerlos, entre comillas, para que las mujeres puedan tirar del carro a la par de ellos", detalla.
Promete volver
Gloria asegura que quiere volver a vivir esta experiencia, aunque no sea bajo el paraguas del programa de la ONG. Ella cree que tanto los hombres y las mujeres cuando se jubilan pueden seguir haciendo este tipo de actividades. “No nos tenemos que quedar de brazos cruzados. Es una buena oportunidad de hacer algo por los demás”, advierte.
Así, explica que en cuanto pase la pandemia y se pueda volver a viajar le gustaría seguir haciendo este tipo de trabajo. “Viajaría por mi cuenta para hacer un proyecto con estas comunidades que son súper necesitadas pero también muy agradecidas. Si les das uno te devuelven un millón”, termina Gloria no sin antes advertir que las experiencias fueron tantas que podría escribir un libro con sus vivencias.