Son pocas las personas que recuerdan cómo era la ciudad de Mendoza en la primera mitad del siglo XX. Si hubiera que elegir un adjetivo, bien podría decirse que era representante de la calma provinciana.
Sin embargo, ya las “señoritas” de entonces habían dejado de pensar únicamente en contraer matrimonio, tener hijos y dedicarse exclusivamente a las tareas hogareñas.
Con visión de futuro, muchas de ellas buscaban en la escuela secundaria una puerta de salida al mundo desde lo cultural.
Una de esas posibilidades la brindaba el Liceo Nacional de Señoritas, creado como un anexo, en el turno tarde, del Colegio Nacional “Agustín Álvarez”, que había sido concebido inicialmente solo para varones.
El 12 de mayo de 1934 nació este Liceo y su rector fue el docente Tomás Silvestre. Años más tarde, en 1959, a través del decreto 13.508, se lo bautizó con el nombre de “Alfredo Bufano”, en homenaje al poeta nacido en San Rafael.
Destacados docentes y profesionales de la época impartieron allí sus enseñanzas a aquellas adolescentes, ávidas de aprender y de abrirse a las ciencias y a las artes.
De la promoción egresada en 1954, hace 67 años, con su flamante título de bachiller, surgieron figuras que, luego, escribirían páginas importantes en el quehacer mendocino.
Algunas de ellas, todavía con espíritus inquietos, se reunieron hace unos días para conmemorar aquella fecha y evocar, alrededor de una mesa servida, sus trayectorias y sus aportes a Mendoza.
Entre amigas
Lo hicieron en un restaurante céntrico y en un inolvidable encuentro repleto de risas y anécdotas de aquellos años compartidos donde no faltó el cálido recuerdo que dejaron algunos docentes y directivos, como Emma Zara de Ritter, Alicia Serú de Leal, Martha Saá de Lucero, Sarita Agüero, Emilia Puceiro de Zuleta, Enriqueta Villanueva de Mayer, Alicia Vargas de Barrot, Evelia de Elizondo, Luis Correa Llanos y Blanca Boulin.
¿Las presentes? Nada menos que 10 joviales representantes de aquella promoción: Manuela Palmero, Nidia Blanco, Mabel Guzzanti, Reina Yagupsky, Amanda Leyser, Edith Peinado, Norma Magnelli, Helena Bebenatti, Graciela Martínez y Teresita Ramos.
Podría decirse que, en gran parte, ese grupo de exalumnas que hoy rondan los 85 triunfó en diferentes facetas personales y profesionales: Manuela Palmero fue médica obstetra y jefa del servicio en Hospital Lagomaggiore; Graciela Martínez bioquímica especializada en Buenos Aires y luego en los hospitales Español y Central; Reina Yagupsky de Kotlik, destacada psiquiatra y profesora universitaria mientras que Teresita Ramos se desempeñó como visitadora social y Amanda Leyser como docente renombrada de Música.
Otra de las destacadas fue Edith Peinado de Drago, egresada de la Facultad de Artes de la UNCuyo como profesora de piano y de órgano, llegó a ser decana de esa casa de altos estudios y organista de Niños Cantores de Murialdo. Participó como solista e integrante de conjuntos de cámara en distintos lugares del país.
Personalidad destacada si las hay es, sin dudas, Norma Magnelli, ciudadana Ilustre “por sus enormes aportes en la Medicina y en la comunidad”; fundadora del laboratorio de ADN y única mujer en haber conducido por dos períodos la Facultad de Ciencias Médicas. “Claro ejemplo de profesionalismo y ética para todos los vecinos”, de acuerdo con lo expresado durante su reconocimiento.
Entre las egresadas que no estuvieron en la reunión aunque formaron parte de aquel inolvidable grupo figuran Norma Riportella, profesora y rectora del Colegio “San Luis Gonzaga”; Rita Fanara, médica; Gladys Da Souza, nutricionista y las mellizas Quiroga, ambas médicas.
También Margarita Marsolié, destacada psiquiatra; Mabel Guzzanti, Elena Benenatti, Tita Zizzias y María Elena Granata.
Todas ellas marcaron una huella indeleble en la vida cultural de nuestra provincia.