Una ansiosa cuenta hasta tres en voz alta (de la que participan varias voces), apenas unos pocos segundos en que el ave se mantiene sujeta al guante donde estaba posada para desplegar sus magníficas alas y un imponente vuelo que, aunque comienza rasante, luego se eleva hasta perderse en el horizonte. Así fueron los segundos finales de la emotiva liberación de “Rainbow Warrior” (o Guerrero del Arco Iris, en español), el ejemplar juvenil macho de águila coronada que fue liberada y volvió a volar por los cielos mendocinos durante la tarde del martes pasado, tras una casi milagrosa recuperación que demandó casi un año y medio.
El ejemplar había sido rescatado casi de casualidad por dos productores de la zona de Ñacuñán (Santa Rosa) en mayo de 2021 y cuando la vieron tirada al costado de la ruta 153, prácticamente sin poder moverse e intentando -sin éxito alguno- levantar vuelo. Tras este fortuito y milagroso rescate, el pichón de águila coronada atravesó un riguroso y extenso proceso de rehabilitación, que incluyó múltiples operaciones y ejercicios en el Ecoparque de Buenos Aires y toda una rutina hasta que quedara comprobado que el ave estaba lista para regresar a su hábitat.
“Fue un momento muy emotivo y gratificante. La liberamos en horas de la tarde y las condiciones eran óptimas, ya que era un día ventoso e ideal. La sacamos de la caja, fuimos a un lugar bastante abierto, la tuvimos un poco en el puño para que abra las alas, estire, vea el lugar y se adapte. Y cuando se levantó una ráfaga de viento, contamos hasta 3 y la soltamos. Salió volando hasta desaparecer atrás del monte”, reconstruyó el director del Programa de Conservación y Rescate de Aves Rapaces (PCRAR) del Ecoparque de Buenos Aires, Andrés Capdevielle a Los Andes.
Precisamente el PCRAR fue uno de los tantos organismos y dependencias que participó de todo el proceso de rescate, rehabilitación y liberación del ave, que se encuentra en peligro de extinción. De hecho, existe una población global de menos de 1.000 individuos adultos, con una tendencia decreciente. La pérdida de hábitat, la persecución directa, el ahogamiento en tanques de agua y la electrocución en tendidos eléctricos son algunas de las amenazas que padecen las águilas coronadas.
Historia de un renacimiento
El 5 de mayo de 2021 pasado el mediodía, Segundo y Sebastián Araya (padre e hijo) volvían de auxiliar a un camionero en la ruta 153, camino a Monte Comán (San Rafael). Luego de semejante acto altruista, y como para darse un más que merecido gusto, salieron a buscar leña para preparar un asado en el campo donde viven en esta zona rural. Y fue en ese momento en que se toparon con un ave de gran tamaño, intentando -sin éxito- caminar y levantar vuelo al costado de la ruta.
Sin saber con exactitud de qué animal se trataba, supieron que la situación ameritaba de una intervención profesional, por lo que de inmediato los Araya dieron aviso a los Guardaparques de la Reserva de Biosfera Ñacuñán. Desde el lugar informaron de inmediato sobre el llamativo hallazgo a las autoridades de la Dirección de Recursos Naturales Renovables, a través del departamento de Fauna, y en ese mismo momento el águila coronada fue trasladada al Ecoparque de Mendoza. Allí recibió los primeros auxilios y luego fue derivada al Centro de Rescate S.O.S. Acción Salvaje, en San Carlos, para continuar con la atención primaria.
En esa primera revisión se logró determinar que el ave tenía una fractura de mandíbula, lo que le impedía alimentarse por sí sola y ello había derivado en que se encontrara muy débil y en un avanzado estado de desnutrición y de deshidratación.
En simultáneo a estas primeras intervenciones, se activó la red de rescate para la especie, por lo que las autoridades y referentes locales se pusieron en contacto con los referentes del Ecoparque de Buenos Aires y del Centro para el Estudio y Conservación de Aves Rapaces de la Argentina de la Universidad Nacional de La Pampa (CECARA). La Fundación Caburé í y el Iadiza (que colabora con la estación biológica y junto a Recursos Naturales gestiona el área protegida) también participaron de todo el procedimiento.
Dada la gravedad de la lesión, el águila fue derivada al Ecoparque de Buenos Aires con la intención de realizarle una inédita cirugía con el objetivo de reconstruir su mandíbula.
“Después de la cirugía, el águila coronada salió bien y -a partir de allí- se siguió con los controles con rayos X. Pasó al recinto externo del hospital y allí empezó la rehabilitación, tanto de la fractura en sí como de la musculación y coordinación (estaba muy debilitada). Más si tenemos en cuenta que había llegado con menos de la mitad de su peso normal”, destacó en agosto del año pasado Capdevielle a Los Andes, quien siguió de cerca todos los movimientos y avances del ejemplar durante toda su recuperación.
La fractura en el pico suponía, además, otro problema: no podía cazar y alimentarse siguiendo su dieta característica. De los entre 2,5 y 3 kilos que debería haber pesado un ejemplar de su condición, inició el proceso de recuperación pesando solamente 1,5 kilos y en un estado de desnutrición avanzado.
La reconstrucción del pico fue un procedimiento inédito para un ejemplar de águila coronada, más allá de que ya se había practicado a otras aves. Por medio de la intervención, se le alineó la mandíbula con unos clavos junto a unos tutores (que luego de un tiempo se extrajeron). Pero si no se le realizaba esta operación, la mandíbula del ejemplar no hubiese quedado alineada con la parte de arriba, por lo que se habría producido un sobrecrecimiento del pico y ello habría dado lugar a que el pico adopte la forma de una tijera, lo que le hubiese impedido comer durante toda su vida.
Durante los primeros meses, el macho de águila coronada recuperó su peso y casi que lo duplicó hasta llegar a 2,8 kilos. También la alimentación se fue recuperando paulatinamente.
“Fue un año y medio más que intenso. Primero se le reconstruyó el pico, luego se le detectó un problema en la visión, por lo que se trabajó en esa rehabilitación también. Y cuando ya estuvo lista, se la trajo para la liberación. De hecho, se esperó a que pasara el invierno, ya que es un animal que se alimenta de la caza de reptiles y es en esta época del año -con calor- cuando mayor disponibilidad de presas hay”, agregó Capdevielle el martes pasado, minutos después de la liberación.
En cuanto a la rehabilitación, todo el proceso constó de vuelos de musculación para recuperar fuerza y evaluación de su maniobrabilidad, precisamente a raíz de su visión afectada. Se la hizo participar de vuelos con obstáculos y también se evaluó su comportamiento natural ante otros individuos de la misma especie.
Luego de la primera etapa de recuperación clínica y física, se dio inicio a pruebas de caza, ya que, al ser un individuo muy joven, no se sabía cuánta experiencia había tenido en la naturaleza antes del accidente. Para ello se utilizaron señuelos de armadillos y serpientes, con la intención de observar su reacción ante estas presas naturales. Y según destacaron desde Recursos Naturales, los resultados fueron muy satisfactorios, ya que el individuo reconoció y utilizó los métodos de caza propia de la especie para estas presas, de las cuales se alimenta naturalmente en el monte.
La nueva vida del águila recuperada
La liberación de “Rainbow Warrior” no llega a su fin con su vuelta a los cielos, sino que seguirá en un constante monitoreo al águila coronada por parte del personal del Ecoparque, de SOS Acción Salvaje y de Guardaparques de Ñacuñán, además de Recursos Naturales.
El seguimiento del ejemplar se hará por medio de VHF, un transmisor que se coloca y permite conocer su posición, así como también observar su comportamiento hasta determinar que se encuentra seguro e integrado al monte mendocino.
“‘Rainbow Warrior’ fue liberada en el mismo campo donde hace unos años falleció otra águila coronada que había sido bautizada como Fénix. Ella había sido liberada tras rehabilitarse, pero al tiempo fue hallada muerta, ahogada en un tanque australiano. Por eso se empezó a trabajar fuertemente en la instalación de rampas de seguridad en estos reservorios, para evitar estas muertes por ahogamiento. Y el mensaje de haberlo liberado en ese mismo campo es simbólico y tiene que ver con esa diferencia de que en el mismo lugar donde estos ejemplares morían, ahora hay campos seguros y rampas. Y es un lugar hoy vuelven a volar”, graficó Capdevielle.