Las pastas son uno de los platos favoritos de miles de personas alrededor de todo el mundo. Sin embargo, es un alimento que tiene muy mala publicidad: mucha harina y calorías.
El hecho de que la pasta sea un producto a base de harina, lo que es igual a muchos carbohidratos y calorías, automáticamente se traduce en kilos de más. Sin embargo, lo importante para tener una alimentación saludable es siempre establecer un equilibrio, un balance.
Está claro que hay personas que caen en extremos y consideran que no se debe consumir pasta, por creer que son más los perjuicios que las ventajas. Es importante tener en cuenta que el cuerpo humano necesita de carbohidratos y calorías para funcionar bien, y hay que comer de todo.
Los defensores de la pasta señalan que un plato de este alimento contiene alrededor de 300 puntos calóricos, lo que representa aproximadamente el 15% de lo que necesita un cuerpo activo por día. La realidad es que la mayoría de las pastas son fabricadas en base a sémola de trigo duro, por ello, el aporte en vitaminas y minerales es muy interesante.
Muchas de las pastas también contienen huevo, leche, verduras, suplementos de proteínas (conocidas como pastas fortificadas) y suplementos de vitaminas y minerales (pastas enriquecidas).
Se recomienda consumir la pasta al mediodía, ya que a esa hora los carbohidratos no generan tanta resistencia para ser procesados. No obstante, el queso o la mayoría de las salsas (sobre todo las envasadas industrialmente), y muchos de los condimentos y acompañantes con los que se sirve sí engordan.
La cuestión más importante a tener en cuenta es que no es la responsable de los kilos de más. Por tanto, la pasta no engorda.