Detrás de una fachada gris de grandes ventanales y plantas, en la calle Pintor Joaquín Vaamonde, reposan los sueños de Facundo Salinas. Cotton Corner 1939 es la empresa de diseño y producción textil que el mendocino, de 52 años, fundó en 2009 en la ciudad de La Coruña, en Galicia.
La luminaria moderna, inaugurada hace cuatro años por el ayuntamiento, luego de la crisis de los contenedores, contrasta con la geometría racionalista de los edificios, de tono pastel, que enfrentados van dibujando el recorrido de la rúa, muy cerca de la plaza de Vigo. “Cotton Corner es una empresa textil, que se dedica a la distribución, fabricación y diseño de prendas para marcas nacionales y multinacionales”, cuenta Salinas mezclando su acento con los colores propios del Norte español.
Hace 32 años que él está radicado en la ciudad costera, luego de un paso por Italia y Portugal, allí hizo su vida. Trabajó en la dirección de la tienda Pull&Bear, fue director comercial de Deportivo de La Coruña y también copropietario de E.Textil. Llegó a Europa como jugador profesional de hockey, como representante de la segunda generación de patinadores de una familia ligada a clubes como Agua Energía, YPF, Independiente y el fugaz Gimnasia y Esgrima.
De la playa a la moda
“El mejor plan es un día de playa con amigos”, había contado Facundo Salinas en una entrevista que publicó el diario La Voz de Galicia. Allí aseguraba que, además del hockey, desde siempre se había sentido atraído por el mundo de la moda. “El presidente del primer equipo en el que jugué en Europa, en Italia, hacía trajes y ya me interesé por su trabajo”, había comentado en aquel reportaje de 2013.
Diez años después, el viernes, a primera horas de la mañana visita su oficina en la calle Vaamonde. “Los lunes organizo reuniones con el equipo de trabajo, y a lo largo de la semana distribuyo el tiempo entre las visitas comerciales, presentaciones de tendencias, coloridos, calidades o programo los viajes a las fábricas”, relata como revisando puntos de una agenda. Un recorrido que lo puede llevar hacia Marruecos, Turquía o Bangladesh, “pero lo más asiduo es a Portugal”.
Parte de su trabajo, cuenta, es recorrer las ferias textiles que se realizan en ciudades como Londres, Berlín, Florencia, Milán, Oporto y Shanghai. Un itinerario que suele compartir con su familia: Mónica su esposa, que es psicóloga, e Ignacio, su hijo de 18 años que está cursando estudios en California, en Estados Unidos.
A Coruña
“Vivo en La Coruña desde hace más de 30 años, llegué en 1993″, comenta a Los Andes en un audio de aire ejecutivo. En la primavera de 2003, Facundo Salinas levantaba la Copa de Europa en el Palacio de los Deportes de Riazor. Había llegado a esa ciudad a jugar en el HC#Liceo y con el dorsal número 5 fue protagonista de grandes epopeyas y títulos del mundo con Argentina.
En su carrera el Liceo, que se fundó en 1972 y es uno de los equipos más importantes de España y también contrapunto del Barcelona en los campeonatos de hockey sobre patines, fue la casa en donde explotó su talento. “En realidad, el deporte es una universidad impagable. Los que hemos tenido la suerte de practicarlo durante tantos años, hemos aprendido valores que se pueden aplicar a casi toda situación de la vida”, confiesa.
En el reportaje de Pablo Portabales para la Voz de Galicia, Facundo Salinas había contado que aterrizó en A Coruña como jugador y como le sobraba tiempo comenzó a profundizar sus conocimientos en la industria textil. “Nos dedicamos al punto circular. Fabricamos en Portugal vestidos, sudaderas y camisetas y vendemos a grandes marcas. Le dedico muchas horas al trabajo, pero no me agobia. Todo lo que sea optimismo forma parte de mi ADN. Llevo años renunciando a cosas para alcanzar objetivos. La crisis la sufrimos todos. Hay que ir poco a poco y meditar bien las cosas”.
Al optimismo con marca personal
En la oficina de la rúa Pintor Joaquín Vaamonde, 3 bajo, hace momentos terminó una reunión de trabajo. “Según las necesidades de nuestros clientes, podemos plantear varios orígenes de producción”, explica la empresa a través de su landing page. Mientras que da cuenta de una trayectoria que mide en 20 millones de prendas.
Facundo Salinas había hablado de optimismo, de hacer frente a la dificultad. “Creo que para eso es lo que me ha servido el deporte, para trabajar en equipo por objetivos en común; aprender a ayudar al del al lado, porque el mañana te va a ayudar a ti. Aprender sobre nobleza y transparencia; creo que el esfuerzo y la perseverancia hacen que estés fortalecido ante cualquier situación”.
“En la vida todos sabemos que hay momentos buenos y momentos malos, como ocurre en el deporte, pero lo bonito de la vida es que siempre tenes otra oportunidad para resarcir y corregir los errores que hemos cometido, como ahora en mi parcela de empresario. El deporte me ha servido para todo: para la familia, los amigos, el trabajo y la educación a mi hijo”.
De las montañas al mar
“En realidad esta ciudad no se me parece a Mendoza porque es una ciudad de mar, donde no hay montañas y el clima es muy húmedo. Llueve bastante aunque mucho menos desde el primer año en que llegué. Pero en lo que sí se parece es en el grupo de amigos, que es grande y formidable”, cuenta Salinas mientras su tono de voz en el audio va incorporando matices de esa calidez provinciana.
“Hoy en día, como en el mundo entero, lo que nos acerca es la gastronomía, lo que me recuerda... y lógicamente esos momentos en casa, haciendo asados”, agrega.
“De Mendoza, extrañar... extraño todo. Por desgracia ya no tengo a mis padres, pero están mis hermanas. Extraño a los amigos, las costumbres, las comidas, las salidas y los momentos tan bonitos que vivido hace años y que tengo presente. Hace 35 años que vivo en Europa. Bonito es recordar siempre con una sonrisa, convencido de que voy a volver a vivirlos en algún momento, porque he vuelto a Argentina muchas veces, pero el día a día es lo impagable, es lo que más se echa de menos. Gracias a Dios, La Coruña me permitió cobijarme en mi familia, en mis amigos; es una ciudad hermosa, de gente hospitalaria. Es una ciudad cómoda y muy segura. Es mi casa y en ella me siento como un gallego más”.
Salinas sonríe al recordar alguna anécdota. “Son momentos vividos, pillerías de festejos y de derrotas, que me han servido para seguir creciendo como persona. Para mí, el deporte es mi vida y lo tengo muy arraigado”, cierra.