No es ningún secreto que estamos viviendo la época de mayor densidad poblacional de la historia. Esto tiene consecuencias para la naturaleza que nos rodea. Los seres humanos necesitamos espacio, necesitamos hogares y necesitamos calles. Toda la infraestructura que generamos hace que se vayan reemplazando áreas naturales por barrios. Pero hay otros seres que también necesitan sitios donde vivir: los animales silvestres. Esta situación en la que parte de montes y praderas se reemplazan por cemento y ladrillo hace que los animales silvestres busquen nuevos sitios donde habitar y buscar alimento. Cada vez es más frecuente ver videos de zorros, pumas (y muchas otras especies) en patios de casas, recorriendo calles o espacios comunes de nuestros barrios. De hecho, hace pocos días circuló un video del avistamiento de una comadreja en pleno centro de la ciudad. Justamente esto responde a que todos estos animales están intentando continuar con sus vidas a pesar de nuestra interferencia en lo que antes eran sus hogares.
Estos encuentros frecuentes no sólo hacen que logremos un llamativo video para subir a redes sociales, sino que pueden propiciar que suceda otro tipo de intercambio menos agradable para ambas partes. Ocurre que los animales silvestres pueden ser portadores de una inmensa cantidad de bacterias, virus y parásitos (conocidos como patógenos) que pueden enfermarnos e incluso provocarnos la muerte. Y como si fuera poco, nosotros también podemos enfermarlos a ellos transmitiéndoles (aún sin saberlo o quererlo) otra serie de patógenos que incluso podemos tener sin que presentemos signos de enfermedad.
Tenencia responsable
Otro factor que propicia este “intercambio de patógenos” son nuestras mascotas. Los perros y gatos son animales domésticos que están habituados a nuestra existencia y que necesitan una serie de cuidados para poder vivir vidas plenas. Lamentablemente, los veterinarios notamos a menudo que los cuidados sanitarios de estos animales no suelen llevarse a cabo con la responsabilidad que requieren. Estos animales domésticos precisan controles de salud frecuentes que incluyen la aplicación de vacunas y medicaciones antiparasitarias. La ausencia o incorrecta aplicación de estas, hace que nuestras mascotas puedan ser reservorio de patógenos para otros animales, incluidos los silvestres y los humanos. De hecho, existen numerosas bacterias y parásitos que no precisan siquiera de un contacto directo entre individuos para pasar de un animal a otro, tal es el caso de los patógenos transmitidos por garrapatas y pulgas.
Posiblemente todos hayamos visto alguna vez estos bichos adheridos a la piel de nuestras mascotas. Se trata de insectos (en el caso de las pulgas) y arácnidos (en el caso de las garrapatas) que se conocen como vectores, ya que son organismos que pueden llevar en su interior bacterias y parásitos. Al picar o ser ingeridos por un individuo (ya sea otra mascota, una persona o un animal silvestre) pueden hacer que esos patógenos invisibles al ojo humano lleguen al nuevo hospedador y puedan generarle enfermedad. Pero ¿cómo se relaciona esto con el crecimiento poblacional del que veníamos hablando? Estas mascotas que no cuentan con controles veterinarios frecuentes ni medicaciones antiparasitarias contra estos vectores, suelen también deambular libremente (al menos por momentos) fuera de los límites de sus hogares. Esto significa que podemos encontrar perros y gatos con dueño que caminan solos por sitios en los que, potencialmente, pueden encontrarse con un animal silvestre como los zorros. Si estas mascotas no cuentan con antiparasitarios y tienen garrapatas o pulgas en su pelaje, estos vectores pueden caer al ambiente a la espera de un nuevo animal al que subirse. Como hemos visto, ese nuevo animal puede ser un zorro.
Finalmente, si esos bichos que tenían nuestras mascotas albergaban bacterias o parásitos microscópicos en su interior, esto podría hacer que los zorros que tomen contacto con ellos puedan enfermarse. Lo mismo sucede a la inversa, siendo los animales silvestres los que diseminan garrapatas o pulgas en el ambiente a la espera de que un perro, gato o persona pase por el lugar y se infecte.
Efectos potenciales
Los vectores y los patógenos que transmiten son un ejemplo muy claro de las consecuencias de mantener a nuestras mascotas sin los cuidados básicos que requieren. Pero también lo son de los efectos potenciales de las interacciones persona-animales domésticos-animales silvestres, producto del avance del ser humano en el ambiente.
Pero no sólo las garrapatas y pulgas pueden transmitir patógenos entre estos tres grupos. La saliva, sangre, orina y materia fecal, entre otras, pueden también estar cargadas de virus, bacterias y parásitos que esperan que un nuevo ser vivo tome contacto con estas sustancias para poder infectarlo. Esto es importante mencionarlo ya que, con frecuencia, podemos observar en calles, plazas y parques desechos de nuestras mascotas. Esto no sólo es desagradable a la vista y olfato, sino que, como se mencionó, tiene el potencial de enfermar e incluso generar la muerte a otros animales y a los humanos.
Todo indica que la población humana va a continuar en aumento. Seguiremos necesitando casas y calles para vivir. Seguiremos encontrándonos con zorros, pumas y otros animales silvestres, posiblemente cada vez con mayor frecuencia. Debemos, por lo tanto, aprender a vivir en armonía procurando generar el menor daño posible. Para lograr esto podemos tener en cuenta una serie de recomendaciones que harán que se reduzca la aparición de enfermedades debido a las interacciones humano-doméstico-silvestre:
· Mantener a nuestras mascotas con sus vacunaciones y desparasitaciones al día.
· Evitar que deambulen libremente sin supervisión humana, especialmente cuando lo hacen en ambientes naturales.
· Si nos encontramos con un zorro, comadreja o cualquier otro animal silvestre: tomar distancia, no alimentarlo y, sobre todo, evitar tomar contacto (no tocarlo, no tocar la materia fecal o cualquier otro resto de estos animales).
· En caso de que el animal se encuentre en peligro o represente un peligro para otros, contactarse con la Dirección de Biodiversidad y Ecoparque (exDirección de Recursos Naturales Renovables) al 261-3853400.
Los animales silvestres, las mascotas y los humanos podemos vivir en armonía si respetamos los espacios de cada uno e intentamos mantener saludable el ecosistema en que habitamos.
*La autora es Veterinaria y doctora en Medicina de la Conservación. La doctora Di Cataldo pertenece al Instituto de Medicina y Biología Experimental de Cuyo (Imbecu), Conicet. Instagram: sophia_di_cataldo
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