Con la segunda ola de Covid-19 sumando contagios y muertes y el debate sobre la necesidad de tomar nuevas medidas para contenerla, el Gobierno provincial aguarda el Decreto de Necesidad y Urgencia (DNU) del presidente Alberto Fernández para saber qué restricciones adoptará.
Las disposiciones nacionales están vigentes hasta hoy. El Presidente y el pleno de sus ministros firmarán hoy un nuevo DNU con medidas que apuntarán a reducir más drásticamente la circulación social por al menos quince días en el Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA) y las zonas del país con alto riesgo por el avance del Covid-19.
Según fuentes gubernamentales, el estilo será el mismo que el del último decreto: habrá una recomendación a los gobernadores sobre qué medidas tomar y en qué momento –de acuerdo a parámetros epidemiológicos- para frenar la curva de casos. Pero confían en la Nación en que esta vez habrá un mayor acompañamiento porque la situación empeoró.
A partir de la difusión de ese decreto, el gobierno de Rodolfo Suárez decidirá si considera necesarias nuevas restricciones (todo indica que sí). En tal caso, hay dos aspectos sobre los que se avanzaría en primera instancia. Por un lado, medidas que apunten a disminuir la circulación de personas y en esto no puede evitarse considerar la implementación de las salidas según la terminación del DNI. Pero, además, las reuniones sociales están siempre en la mira, ya que se consideran un ambiente de alto riesgo de contagio. Esto debido a que en ese marco suelen tomarse con más laxitud las medidas preventivas como la distancia y el uso del barbijo, además que que, por la estación del año que atravesamos, se hace cada vez más difícil hacer reuniones al aire libre o en ambientes ventilados.
Por eso es que, como en la primera ola, se apela al compromiso individual como uno de los ejes para atenuar la circulación del virus Sars Cov-2.
Meseta alta
En Casa de Gobierno reiteran hasta el cansancio que las medidas se van tomando en base al día a día y consideran que, por ahora, la situación está controlada.
Fuentes oficiales remarcaron que la situación epidemiológica es estable en toda la provincia con excepción de General Alvear (ver página 2). Pero en términos generales, según los datos que manejan las autoridades, las curvas de casos y el resto de las variables que se consideran dejaron la trayectoria ascendente hace dos semanas y se estabilizaron, en una meseta alta.
Los notificados diarios están al nivel del pico de 2020, levemente por debajo de los mil casos.
Según los indicadores que manejan, el nivel de riesgo es estable si se comparan los últimos 14 días respecto de los 14 previos, cuando el Gobierno central había incluido prácticamente a todos los departamentos en parámetros críticos.
Así, la razón de crecimiento de casos al 28 de abril era de 1,2 justamente el límite para pasar de un nivel de transmisión medio a uno alto (o zona roja como se la ha denominado). Esto implica un incremento de 20% entre estos dos períodos. A partir de 1,21 se pasa a este último. Eso da cierta tranquilidad luego de haber estado en ese lugar las semanas previas.
Otro de los indicadores es el de incidencia de casos cada 100 mil habitantes. Las dos últimas semanas el registro mendocino fue de 594,3 y en ese plano está a pleno en zona roja o de alta transmisión ya que se pasa a ese nivel a partir de 150.
El escenario en terreno parece más complicado. Con una ocupación de camas críticas en torno al 92% en el Gran Mendoza, se advierten dificultades para conseguir una cuando hay que ingresar un paciente. Los servicios de emergencia aseguran que se triplicaron los llamados las últimas semanas, que el 80% son por Covid y que a veces demoran hasta cuatro horas en conseguir un lugar.
Los proveedores de oxígeno para internación domiciliaria también advierten dificultades para abastecer la demanda ya que se privilegia la asistencia a los hospitales. Pero en el Gobierno dicen que aún se está dando respuesta, que la gente no queda sin atención y aguardan.
En la reunión del miércoles del Consejo Federal de Salud, las provincias esbozaron su situación y una de las conclusiones fue que están todas paradas más o menos en el mismo lugar: segunda ola en marcha con una meseta alta de casos.
En ese marco, los ministros de salud plantearon que uno de los puntos más críticos que se presentan, además de la alta ocupación de camas, es el acceso a insumos para la atención de pacientes, con una alta demanda del AMBA por ser el escenario más crítico del país y con mayor densidad poblacional.
A resguardo
La presencialidad en las escuelas es lo último que se modificaría ya que en el Gobierno están convencidos de su importancia: las autoridades sanitarias y educativas insisten en que se trata de entornos en los que los contagios son muy bajos. Incluso, aseguran que permiten la detección de infecciones en niños y adolescentes, un segmento al que antes poco se llegaba y caracterizado por cuadros leves o asintomáticos.
Suárez también se mantiene firme en la postura de lograr un equilibrio entre lo sanitario y lo económico, ya que considera que de otro modo, sobrevendrá una pandemia peor que es la de la pobreza y las dificultades económicas. Por eso, es más difícil que apliquen el cierre de actividades