Desde el primer asentamiento en La Arboleda hasta el último desarrollo vitivinícola en Gualtallarí, está secuenciado en un trabajo que realizaron profesores y docentes del IES 9009. Las historias, las formas de vida de otras épocas y los primeros hitos del departamento quedaron plasmados en esta obra denominada Paisajes culturales.
El punto de partida fue la obra de Dionisio Chaca, “autor local, quien en 1941 publicó su libro “Tupungato”, lo hizo en épocas en que el tema del patrimonio cultural no era conocido, por lo cual consideramos que él fue un precursor de esta temática en el Valle de Uco”, comenta Gisela Manoni, periodista y docente que participó del trabajo de investigación. Y agrega: “tomamos como punto de partida teórico el concepto de Paisaje Cultural, porque da cuenta de la mutua afectación que se da entre el paisaje y la población en su constante interacción, tanto desde una visión actual como histórica. Por ello, analizamos el paisaje evolutivo, continuo en el tiempo, dinámico y cambiante”. Como ejemplo cuenta que Los Cerrillos, en el distrito de San José se caracteriza por ser zona de puestos, sobre la ruta 86 y hacia el interior de las cerrilladas (como el puesto La Cieneguilla). Estos microemprendimientos fueron muy visitados por los pobladores, quienes llegaban en busca carne, leche y queso de cabra, leche de vaca, etc.; pero también buscaban estos sitios como medicina natural, pues era tradición llevar a los niños a los puestos para que respiraran ese aire y sanaran de enfermedades en las vías respiratorias. Hoy pasan casi inadvertidos para las nuevas generaciones.
En esa zona estaba la ex casa Alurralde, casa patronal de la estancia de la familia Alurralde y para acceder a ella, hay que ingresar por un callejón, hacia el oeste de calle La Gloria, entre la Capilla Sagrado Corazón de Jesús y la Escuela Vicente Gil. Durante unos años, en la década de los ‘90, la casona fue sede de la Escuela Granja, único emprendimiento de estas características que se desarrolló en el departamento. También en San José se encontraba la estancia Meli, tenía bodega, casa y molino todos aún de pie. Se elaboraban vinos de uvas propias. En 1948, se constituyó la sociedad Héctor Meli SRL y en 1952 comenzó la construcción de la bodega nueva. La propiedad de los Meli, que contaba con 1200 hectáreas cultivadas con viñedos y destinada a ganadería, tenía una turbina instalada que producía luz para las dependencias de la casa. Sobre el salón de la turbina, se encontraba un molino que transformaba el trigo (cultivado en la propiedad) en harina. Este molino aún existe y su construcción es de estilo inglés con una base de piedras del lugar, paredes de adobe y revestidas en piedra, techo de caña, barro, paja y chapas. El molino no está en funcionamiento, pero representa un testimonio del patrimonio industrial de San José.
También en Los Cerrillos se destaca el complejo de aguas termales, auque sólo quedan ruinas de las instalaciones, que contó con agua con características casi únicas y muy valoradas a nivel mundial.
La actividad petrolera de otras épocas se observan en la zona de los pozos petroleros, con todas las construcciones asociadas (campamentos, maquinarias, etc.) que componen el paisaje industrial de Los Cerrillos, ya que potencialmente representan un rico patrimonio con valor histórico, cultural, tecnológico, social y científico; además de dejar constancia del trabajo de las empresas petroleras sobre el territorio.
El trabajo de docentes y alumnos también brinda espacio a La Carrera, hoy poblada de estancias y nuevas construcciones. En su paisaje resaltan las plantaciones de papas, cebada cervecera y hortalizas, que contrastan con la imponente cordillera, y en los últimos años se están realizando algunas pruebas piloto con viñedos. Fueron los jesuitas a partir de 1632, quienes bautizaron con el nombre de San Francisco de la Carrera estas tierras tan extensas del oeste tupungatino que conectan con Potrerillos, Luján de Cuyo.
En El Peral, el trabajo resalta la traza del viejo autódromo Nicolás Vila, sobre un terreno que se ubicaba sobre la calle La Costa y tiene una superficie aproximada de 120 hectáreas. Las tierras pertenecieron a Gualberto Vila y fueron donadas verbalmente al Aero Club Tupungato en la década del ‘70, para la construcción del autódromo. Con el tiempo se sumó una pista de enduro.
En el este deparamental, una de las obras que cambiaron la historia del distrito El Zampal, fue la construcción de un dique, que lleva el mismo nombre. En sus comienzos el gran problema que tenía El Zampal era la falta de agua para los cultivos. Esto fue solucionado hace décadas, gracias a que Antonio Iriarte ideó y construyó en sus tierras, junto con familias productoras del lugar el dique El Zampal. Gracias a esta obra que se realizó casi de manera artesanal, hoy en día todas las tierras zampalinas pueden ser cultivadas. Allí desembocan muchos arroyos, como el Molino, el Blanco y el Guajardino. Aún se observa flora autóctona y fauna. También, constituye un sitio de singular identidad para distrito por su valor histórico- tecnológico y su impacto en la zona. En la zona Noroeste de sus propiedades, embalsó el cauce combinado del Arroyo Anchayuyo – El Álamo y construyó un espejo de agua de 3 ó 4 hectáreas. Allí creó un espacio de recreación con múltiples recursos y atractivos. Había una balsa en el lugar, todo el terreno estaba parquizado y se alquilaba como camping, fue un lugar de veraneo.
Otro sitio “desconocido” es la zona baja del río Tunuyán, zona límite entre Tupungato y Tunuyán, sector de baja pendiente que el grupo de investigación considera aprovechable para realizar salidas educativas con niños y con adultos mayores. Otra característica destacable es la biodiversidad que se observa en la bajada con flooting a través del recorrido, identificando especies vegetales características de zonas húmedas.
Grupo de trabajo
En la investigación del libro Paisaje Cultural de Tupungato. Transformaciones y Continuidades desde 1958, trabajaron los profesores Violeta Massarutti, Federico Gil, Gisela Manoni, Victoria Seca, Gabriela Tejera, Anabel Cuquejo y Daniel Martín. Y entre los estudiantes se destacan Carina Gregorio, Lelia Peloc, Romina Palacios y Marisol Inturias Apaza, quien falleció en abril, luego de que un conductor alcoholizado la atropellara mientras paseaba en bicicleta.