Parece parte de una ficción, pero no lo es: la mordedura de un insecto diminuto es tan dolorosa como recibir un disparo. Se trata de la hormiga bala (Paraponera clavata), que habita las regiones húmedas y tropicales de Centro América y el Sur, famosa por tener la picadura más dolorosa del mundo.
Esta particular hormiga vive principalmente en países como Brasil, Bolivia y Perú, pasando por Venezuela, Honduras y Costa Rica. En todos estos lugares se la reconoce por distintos nombres relacionados al potencial de su picadura y el umbral del dolor, según lo explica un artículo de la Enciclopedia de la Vida.
En Venezuela, por ejemplo, es conocida como “La hormiga de las 24″, por las horas en que una persona puede estar infligida por su ataque. Otro de los nombres que recibe el insecto proviene del idioma portugués en Brasil: Formiga cabo verde, formigão o formigão-preto (hormiga negra grande).
En la lengua tupí-guaraní distribuida por Sudamérica, la hormiga bala es conocida como tocandera, tocandira y tocanquibira; que significa “la que hiere profundamente”.
Por lo que indica la misma enciclopedia, la hormiga bala se encuentra primera en el podio como la mordida más dolorosa en el “índice de dolor de Schmidt”, una escala que gradúa de 0 (nulo) a 4 (más dolorosa) según el trabajo de investigación desarrollado por el entomólogo estadounidense Justin O. Schmidt, quien se sometía al ataque de los insectos para clasificarlos.
Para Schmidt, el dolor de la mordedura de la hormiga bala es similar a “caminar sobre carbón en llamas con un clavo de tres pulgadas incrustado en el talón”. Otras víctimas lo clasificaron como una aflicción similar a recibir un disparo, por lo que de allí proviene su popular nombre.
El principal neurotóxico producido por el insecto se llama Poneratoxina y su efecto puede durar hasta un día. Es un péptido paralizante del veneno que, además de su dolor devastador, provoca retención de líquidos (edema), el aumento de la frecuencia cardíaca (taquicardia) y la expulsión de sangre junto con las heces de las personas.
Los ritos de una tribu indígena en Brasil
Existe una comunidad indígena del Amazonas que somete intencionalmente a los niños de su pueblo a recibir la picadura como un rito de iniciación para convertirse en guerreros. El ritual del pueblo Sateré-Mawé, cuenta la enciclopedia, consiste en dormir al menos 80 ejemplares de hormigas mediante un sedante natural e impregnarlas en un guante elaborado con hojas con sus aguijones hacia adentro.
Luego, las hormigas recuperan la conciencia y son provocadas intencionalmente con humo propagado por el iniciador de la ceremonia para, así, meter la mano del niño en el guante y mantenerlo dentro por al menos cinco a diez minutos.
Finalizado el ritual, la mano y parte del brazo quedan temporalmente dormidos gracias al veneno recibido por la hormiga bala y puede temblar del dolor por días. Sin embargo, para concretar la prueba, los niños deben padecer tal dolor al menos 20 veces durante varios meses o incluso años.