Por más que muchas veces sigamos adelante con nuestra rutina, nuestras relaciones y costumbres, en el fondo puede haber situaciones que nos inquietan y nos hacen daño. Poco a poco, el cuerpo y las actitudes dan señales que indican que algo anda mal, y son precisamente las que se deben combatir.
Suele decirse que para cambiar la mentalidad es necesario cambiar lo que se cree, y el primer paso es reconocer aquello por lo que estamos pasando y tomar la decisión de superarlo. A partir de allí, empiezan los cambios, un proceso largo que no es fácil pero que sí tiene un final feliz.
Para dar ese primer paso, de advertir la situación y afrontarla, he aquí algunas de las señales que se pueden ver en la vida diaria, y en la forma de relacionarse con uno mismo y con los demás:
- Descuidar la salud: tu salud es el activo más valioso que tienes y lo que te permitirá combatir contra cualquier cosa. Cuidá de ti mismo primero, y luego podrás con todo lo demás.
- Procrastinación: dejar las cosas para después puede ser señal de desgano, desánimo y falta de voluntad. Esta es enemiga de la creatividad, la felicidad y la productividad. Por eso, empezar ahora mismo eso que tenés pendiente es también empezar a cambiar.
- Mantener a personas tóxicas en tu vida: hacer esto genera daños emocionales, mentales y hasta financieros. Siempre es mejor alejarte de ellas y rodearte de personas que te inspiren y te amen por lo que sos.
- Ser muy duro con uno mismo: la vida tiene muchos altibajos y es normal experimentar con algún tipo de lucha. Pese a ello, tienes que saber que está bien equivocarse y cometer errores. En lugar de ser duro contigo mismo, utiliza esos errores como una forma de mejorar.
- Ser complaciente con los demás: romper ese hábito de complacer a los demás todo el tiempo y a cualquier costo puede hacerte daño. Es necesario intentar establecer los propios estándares y límites; y también hacerle saber a tu entorno en la situación en la que te encuentras.
- Pensar demasiado: pensar en exceso puede afectar el bienestar general, y es la principal causa de la ansiedad, el estrés y la depresión. El consejo es actuar sobre las cosas que se pueden controlar y soltar aquellas que no.
- Ser perfeccionista: el perfeccionismo es el autoabuso en su más alto nivel. Es importante recordar que siempre se pueden cometer errores y eso no es malo. Al contrario, aprender de los errores es lo que ayuda a mejorar.
- Tener miedo al fracaso: está relacionado a la falta de acción y lleva, indefectiblemente, al propio fracaso. Aquí es preciso destacar que el fracaso no es el fin del mundo, sino simplemente una parte de más de la vida misma. Es un proceso que debe ser aceptado en lugar de temido.