El 26 de julio se celebra el Día del abuelo en Argentina y, en el marco de esta celebración, quienes han podido disfrutar de una relación cercana con estos miembros de su familia enaltecen los recuerdos compartidos, los mimos y los consejos que, como nietos, recibieron. Sin embargo, una arraigada costumbre se cuestiona y devela un prejuicio cultural: calificar de “abuelo/a” a cualquier persona mayor.
En diálogo con Clarín, Ricardo Iacub, titular de Psicología de la Tercera Edad y Vejez, de la Facultad de Psicología de la UBA explicó que: “En términos generales, hoy a la gente no le gusta que les llamen abuelo/a”. Pero, ¿por qué está mal?
Según Iacub, lo que sucede es que, al referirnos a un adulto mayor con quien no tenemos ningún parentesco como abuelo/a, lo que se refuerza es un equívoco, un “título reduccionista y prejuicioso”.
En primer lugar, explica el especialista, porque: “Si a un desconocido le digo así, le estoy sacando cualquier otra jerarquía que haya tenido en la vida. A nadie se le ocurriría decirle a (Albert) Einstein ‘abuelo’, la noción de abuelo, por más que pueda ser interesante, es uno de los tantos roles que una persona desempeña en su vida”.
Concuerda con Iacub la doctora Paula Hermida, investigadora adjunta del CONICET en INEBA y profesora adjunta de la Segunda Cátedra de Psicología del Trabajo de la UBA. “Es una etiqueta que está instalada socialmente que reduce a una persona, no toda la gente de la tercera edad son abuelos, hay quien a los 60 o 65 o 70 no lo es”, explica a este medio.
Ser abuelos/as en el siglo XXI
La Convención Interamericana sobre la Protección de los Derechos Humanos de las Personas Mayores establece en el artículo 2 la denominación de “persona mayor” a toda aquella que tenga 60 años o más.
Según un relevamiento de CEPAL (Comisión Económica para América Latina y el Caribe), se espera que, entre 2010 y 2030, se duplique el número de personas mayores en esta región, pasando de 58,57 millones a 119,67 millones dentro de ocho años.
Ante un grupo tan heterogéneo, Hermida cuestiona el rol estereotipado de “pensar en un abuelo con bastón, sentado en la plaza”, y opina que también es trascendental preguntarse ¿qué es ser un abuelo/a en la actualidad?
“Durante muchos años las figuras de los abuelos tenían que ver con cuidar de los nietos, pero, hoy en día, cuando las personas se jubilan siguen siendo personas activas y tienen intereses que van más allá de cuidar de los nietos”, explica la investigadora.
De hecho, hay una serie de estigmas que todavía se asocian con la tercera edad y existen muchos tipos de vejez que continúan invisibilizadas.
Al respecto, Iacub plantea: “Hay una estética muy denigrada en relación a la vejez, se la asocia con debilidad o enfermedad. La cultura supone en demasía que el conjunto de los mayores tiene fragilidades físicas o psicológicas, problemas de memoria, y no valora elementos de esta etapa de la vida, como ocurría en otras culturas”.
En todo caso, así como los mandatos familiares para los adultos jóvenes se están deconstruyendo, el debate por definir un período en la vida que puede abarcar tres décadas o más, también sigue transformándose y repensando el rol tradicional que tenía asignado.
