Escuchá el nuevo episodio del podcast “Gestión del optimismo” sobre la habilidad de comunicarse con quienes piensan distinto

En este episodio vamos a trabajar juntos en transformar estas conversaciones aparentemente estériles en espacios de crecimiento personal.

"Gestión del optimismo" con Marita Abraham
"Gestión del optimismo" con Marita Abraham

En este capítulo de Gestión del optimismo vamos a hablar de la habilidad para poder comunicarnos con quienes piensan diferente y construir puentes en lugar de barreras.

Te encuentras con esa persona que es fanática de un tipo de alimentación diferente a la tuya. Ya desde el comienzo te fastidia su fanatismo, su extremismo y hasta su falta de respeto a tu forma de comer.

Sabes que quizás lo mejor es ignorarla, pero te hierve la sangre. Callas un rato, hasta que no aguantas más.  Empiezas a argumentar en contra.  Las emociones suben y te vas sintiendo mal.  El no te convence. Tú no le convences.  Pero te arruinó la noche y los que están alrededor se empiezan a ir, molestos.

La realidad es que encontrarte con quien opina lo opuesto a ti remueve cosas dentro tuyo y dispara emociones que te llevan a pelear o a callar, pero quedándote con la rabia dentro.  Más de una vez te preguntas si vale la pena. Te cuestionas por qué caes en estas conversaciones estériles… Pero lo haces.

Hay muchas personas que piensan distinto a ti y no comprendemos cómo puede ser que piensen de esa manera.  Encontramos obvio, dentro de nuestro mapa del mundo, que las cosas son de otra manera. ¿Cómo pueden apoyar a tal o cual candidato político? ¿Cómo pueden pensar así de tal o cual tipo de comida?

En este episodio de Gestión del Optimismo vamos a trabajar juntos en transformar estas conversaciones aparentemente estériles en espacios de crecimiento personal.

Es natural que tendamos a buscar la compañía de aquellos que comparten nuestras opiniones y valores. Nos sentimos cómodos y validados en entornos donde nuestras ideas son reflejadas y apoyadas.

Cuando nos encontramos con alguien cuyas opiniones son radicalmente opuestas a las nuestras, puede surgir la incomodidad, el conflicto y la frustración.

¿Por qué nos sentimos atraídos por personas que piensan como nosotros? En parte, esto se debe a un fenómeno psicológico conocido como “sesgo de confirmación”, que nos lleva a buscar información y conexiones que respalden nuestras propias creencias y perspectivas.

Además, la similitud en las opiniones puede generar un sentido de pertenencia y camaradería, lo que refuerza nuestro sentido de identidad y seguridad.

Sin embargo, cuando nos encontramos con personas que piensan de manera opuesta, especialmente en temas sensibles o controvertidos, es importante reconocer que el conflicto no es necesariamente negativo.

De hecho, la diversidad de opiniones puede ser una oportunidad para el crecimiento personal y la expansión de nuestra comprensión del mundo.

Cada uno de nosotros ve la realidad desde su perspectiva. Eso hace que inevitablemente, veamos solamente una parte de la realidad. Una porción de algo que es mucho más grande.

Pero, cuando compartimos esa porción, le convidamos a la otra persona esa partecita que quizás no había visto aún. Cuando entramos en contacto con la porción del otro, nuestras emociones y modos de entender la situación pueden cambiar también.

Inevitablemente ampliamos nuestra mirada. Si nos quedamos únicamente con lo que pensamos, es probable que sólo estemos viendo una parte de la realidad. Nos perdemos entonces, de “otras partes”. En este episodio te invito ampliar tu mirada, hablemos de conversar con quien piensa diferente.

En el complejo entramado de las relaciones interpersonales, nos encontramos ocasionalmente con personas cuyas opiniones difieren radicalmente de las nuestras.

Estas divergencias pueden ir más allá de una simple discrepancia y convertirse en obstáculos infranqueables para una comunicación efectiva.

Enfrentarnos a individuos con opiniones cerradas y fanáticas puede generar frustración y desánimo, pero también ofrece una oportunidad única para ampliar nuestra mirada del mundo y, quizás, fomentar el entendimiento mutuo y el crecimiento personal.

Hablar con quien ve las cosas igual que tú es sencillo. De hecho, tendemos a relacionarnos con personas parecidas a nosotros, con nuestros mismos valores o creencias.  Nos agrupamos con ellas en diversos planos. Y potenciamos esas creencias en cada nuevo encuentro.

Sin duda así nuestro mundo es más sencillo. ¿Pero es “nutritivo”?. Imagina si todas las casas estuvieran decoradas igual, si todos los coches que circulan fueran idénticos, si todos nos vistiéramos con la misma ropa si no hubiera diversidad ¡Qué aburrimiento!

Interactuar con personas distintas a nosotros, con otras miradas, es muy enriquecedor.  Si estamos abiertos a cuestionar nuestro punto de vista, aunque no lo cambiemos. Si podemos valorar el ampliar nuestra mirada, esa conversación nos hace crecer.

Cada cosa que pensamos o hacemos tiene una justificación en nuestro mapa del mundo.  Siempre tenemos “razón”, porque tenemos “razones” para hacer las cosas.

Stephen Covey ponía un ejemplo muy interesante respecto a unos niños maleducados en un autobús, que puedes escuchar en el episodio.

Cuando te pones en contacto con las “razones” del otro, puedes entender o al menos empatizar con él.  Solo vemos nuestra parte de la realidad.  Como dice el Talmud, “No vemos las cosas como son, vemos las cosas como somos”.

Cuando nos encontramos con quien hace algo que nos molesta u ofende, quizás sea positivo suponer que algo malo le pasa, o que no ha tenido las posibilidades de trabajar eso como nosotros.

Si el otro piensa diferente, escucharlo nos da nuevas alternativas, aumenta nuestro patrimonio cultural o incluso nos estimula a repensar o conocernos mejor.

El otro nos puede abrir puertas que no sospechamos, ayudarnos a tomar conciencia de algo que hoy no vemos y nos puede ayudar a elevar nuestro análisis.

¿Cómo se construyen estas creencias tan distintas?

A lo largo de nuestra vida hemos escuchado “mandatos” de personas que son importantes para nosotros.  Nuestra familia, nuestra escuela, si vamos a la universidad…. Estamos inmersos en sistemas que nos hacen pensar de determinadas maneras, creer en determinadas cosas, preferir unas alternativas sobre otras.

Todos estos conceptos se van haciendo carne en nosotros.  Llega un momento en que no distingo mi profesión o mi pensamiento de quién soy.  Me identifico a mí misma como “Soy….” Y voy agregando esos sustantivos que me definen.  Soy consultora, soy mamá, soy neurocoach…

Si alguien viene a discutir conmigo y habla mal del neurocoaching, no siento que esté atacando a esa disciplina sino a mi. Lo siento personal.

Alguien podría decirme que hay que ser más “objetivo”.  Yo creo que una conversación es eminentemente subjetiva porque somos sujetos los que estamos en ella, con nuestras opiniones, creencias… identidad.

Así, rodeados de ellos que piensan igual, rechazando a los que piensan distinto, nos vamos quedando atrapados en nuestra burbuja parcial y terminamos creyendo que eso es el mundo, que no hay más nada, y que todo el que piensa diferente no solamente está equivocado, sino que es mi enemigo.

Pero lo que quieres es poder conversar con ese que piensa distinto, ¿verdad? Estás escuchando este podcast para poder mantener esa conversación difícil con ese compañero de trabajo o ese pariente que está en el extremo opuesto de tu pensamiento.

¡Vamos a darte algunas pautas!

1 - La base es el autoconocimiento: no todos los temas deben crisparte los nervios, ¿verdad? ¿Qué opiniones diferentes a las tuyas son las que más te alteran? ¿Religión? ¿Política? ¿Dónde está tu “talón de Aquiles? ¿Qué personas encienden todas tus barreras de defensa o simplemente “detestas” hablar con ellas?

2 - Piensa en la premisa: “¿Qué prefieres, tener razón o ser feliz?”.  ¿Estás en esta conversación para “ganarla”, para convencer al otro o simplemente para ensanchar tu visión?  Renuncia a la confrontación, a la discusión estéril, baja tus niveles de agresión y simplemente decide tener esta conversación para conocer nuevos elementos del tema.

3 - Incorpora como hábito ensanchar tu mirada en temas de los que no sabes nada: aunque tengas una tendencia política, lee e instrúyeme sobre las demás, escucha a los otros candidatos, analiza sus ideas con apertura y respeto.

4 - Renuncia a la idea de que hay una única mirada de las cosas.  Aunque sigas pensando igual, entiende y acepta que el otro tiene el derecho a pensar diferente.  Reconoce que el otro tiene sus motivos, su historia, que llegó a este hoy por un camino diferente al tuyo.

5 - Vive siempre con el beneficio de la duda.  La certeza total sobre un tema cierra tus posibilidades de crecimiento y aprendizaje.  Hoy piensas así, pero quizás descubras nuevos elementos que te puedan hacer pensar de otra manera o que enriquezcan tu pensamiento.  Deja siempre tu mente abierta.

6 - Escucha en serio, con mayúsculas.  Escucha al otro sin pensar todo el tiempo en lo que debes responderle.  Acalla tus pensamientos revolucionarios y simplemente escucha. Es difícil, pero será muy positivo para tu propia madurez.

7 - Cuando en la conversación estés con alguien confrontativo y que piensa diferente, habla siempre desde el “yo”.  No ataques su pensamiento sino explica el tuyo.  Verifica que tu lenguaje no verbal sea tranquilo, tu tono de voz calmo.  En lugar de criticar su mirada habla de la tuya. Evita palabras “bomba”, esas que pueden estallar la conversación.

8 - Respira hondo si sientes que las emociones están escalando. Pide unos minutos si crees que seguir en la conversación puede ser perjudicial.

9 - Siempre cuida a la persona.  Explica que esta es tu opinión, que entiendes y respetas que piense diferente. Que no quieres convencerlo de nada, sino explicar qué piensas y que sientes.  Discúlpate si en algún momento te has exaltado.

10 - Y si el tono se fue de las manos o no hay un acuerdo pero has dicho cosas fuertes… discúlpate.  Muchas veces el pedir perdón reconstruye lo que pudo romperse con una discusión que, a veces, es estéril.

11 - A veces, solo a veces, formulando buenas preguntas en lugar de tratar de convencer al otro, podemos explorar juntos las razones detrás de sus creencias y buscar puntos en común desde los cuales construir un entendimiento mutuo. Esto requiere dejar a un lado el deseo de tener razón y adoptar una postura de humildad y apertura.

Recuerda, la conversación con personas de opiniones opuestas puede ser una oportunidad para el crecimiento personal y la expansión de nuestra comprensión del mundo. Al practicar la empatía, la escucha activa y la apertura mental, podemos construir puentes que trasciendan las barreras de la división y nos acerquen a una comprensión más profunda y significativa del otro y, sobre todo, de nuestra propia vida.

¿Quieres tener razón o ser feliz?  Encuéntrate en conversaciones que te nutran, amplía siempre tu mirada.  Y si ya sabes que no es posible… elige tus batallas.  No pierdas tu tiempo en conversaciones estériles que nada te aportan.  No dejes que el otro active tu gatillo emocional.  Simplemente dile: entiendo tu perspectiva y la respeto, pensamos muy diferente.

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