Escuchá el nuevo episodio del podcast “Gestión del optimismo” sobre IA, neurociencia y el impacto en el cerebro

La interacción con la IA puede estimular ciertas áreas del cerebro, especialmente aquellas relacionadas con el procesamiento de información, la resolución de problemas y la toma de decisiones.

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"Gestión del optimismo" con Marita Abraham

Bienvenidos a otro episodio de Gestión del Optimismo, el podcast donde exploramos herramientas y conceptos para cultivar una mentalidad positiva y una vida plena.

El debate sobre si la inteligencia artificial (IA) nos hace más inteligentes o menos es complejo y multifacético. Al incluir la perspectiva de la neurociencia, podemos explorar cómo la interacción con la IA influye en nuestro cerebro, nuestras capacidades cognitivas y nuestro comportamiento.

IA, neurociencia y el impacto en el cerebro

1. Plasticidad cerebral y aprendizaje

El cerebro humano es extremadamente plástico, lo que significa que puede reorganizarse y adaptarse en respuesta a nuevas experiencias y aprendizajes. La interacción con la IA puede estimular ciertas áreas del cerebro, especialmente aquellas relacionadas con el procesamiento de información, la resolución de problemas y la toma de decisiones.

Sin embargo, cuando delegamos demasiadas tareas a la IA, podemos reducir la activación y el fortalecimiento de redes neuronales asociadas con habilidades cognitivas importantes. Si le pides a la IA que haga todo por ti, dejas de utilizar tu cerebro en cada una de esas funciones

2. Cognición extendida y externalización de la memoria

El concepto de “cognición extendida” sugiere que las herramientas externas, como la IA, pueden ampliar nuestras capacidades cognitivas al actuar como extensiones de nuestro cerebro. La IA puede actuar como una “memoria externa”, ayudándonos a almacenar y recuperar información rápidamente, lo que libera recursos cognitivos para tareas más complejas.

Sin embargo, esta externalización también puede tener un costo. La dependencia excesiva de la IA para recordar y procesar información puede llevar a una disminución en nuestra capacidad para retener y manipular información internamente, afectando nuestra memoria de trabajo y a largo plazo.

3. Atención y enfoque

La neurociencia muestra que nuestra capacidad de atención es limitada y puede ser moldeada por el entorno. La IA, especialmente en forma de dispositivos móviles y algoritmos personalizados, a menudo interfiere con nuestra capacidad para mantener la concentración, fragmentando nuestra atención y fomentando un enfoque más superficial.

Este “efecto de fragmentación” puede reducir nuestra capacidad para participar en procesos de pensamiento profundo, que son esenciales para el aprendizaje significativo y la resolución creativa de problemas.

4. Recompensa y dopamina

La interacción con la IA, especialmente en aplicaciones de entretenimiento y redes sociales, puede activar el sistema de recompensa del cerebro, liberando dopamina, un neurotransmisor asociado con el placer. Esta liberación frecuente de dopamina puede crear un ciclo de búsqueda constante de gratificación instantánea, lo que puede interferir con nuestra capacidad para participar en actividades que requieren esfuerzo prolongado y paciencia.

Desde una perspectiva evolutiva, esto podría hacer que busquemos más la satisfacción inmediata que el desarrollo de habilidades a largo plazo, lo que puede afectar negativamente nuestra capacidad para aprender y pensar críticamente.

IA y Neurociencia: implicaciones para la inteligencia

1. Aumento de la inteligencia

La IA puede actuar como un amplificador de la inteligencia humana cuando se utiliza de manera estratégica. Por ejemplo, las herramientas de IA que analizan grandes volúmenes de datos pueden ayudarnos a descubrir patrones que de otro modo pasarían desapercibidos, aumentando nuestra capacidad para comprender y predecir fenómenos complejos.

Además, la personalización en la educación asistida por IA puede adaptarse a las necesidades individuales, ayudando a los estudiantes a aprender de manera más efectiva y a su propio ritmo, lo que puede resultar en un aumento general de la inteligencia y la competencia.

2. Riesgo de disminución de habilidades cognitivas

La neurociencia advierte que la automatización excesiva de procesos cognitivos puede llevar a una disminución en nuestras habilidades cognitivas. Por ejemplo, la capacidad de leer mapas y orientarse en el espacio físico, una habilidad que depende de la activación de ciertas áreas cerebrales puede verse afectada negativamente si confiamos demasiado en la IA para la navegación.

A largo plazo, esta reducción en la práctica de habilidades cognitivas específicas puede llevar a un “desuso” de ciertas capacidades cerebrales, lo que podría traducirse en una disminución de la inteligencia práctica.

En definitiva, la relación entre la inteligencia artificial y nuestras capacidades cognitivas es un equilibrio delicado. Desde la neurociencia, sabemos que el cerebro se adapta a cómo lo usamos: si utilizamos la IA para complementar y expandir nuestras habilidades, podemos hacernos más inteligentes. Sin embargo, si nos volvemos excesivamente dependientes de la IA para tareas que requieren esfuerzo cognitivo, corremos el riesgo de debilitar nuestras capacidades innatas.

En última instancia, el impacto de la IA en nuestra inteligencia dependerá de cómo decidamos integrarla en nuestras vidas: como una herramienta para potenciar nuestras habilidades o como un sustituto que nos haga perder capacidades valiosas.

La clave está en mantener un uso consciente y equilibrado, aprovechando las ventajas de la IA sin sacrificar el desarrollo continuo de nuestras propias capacidades cognitivas. La inteligencia artificial (IA), entonces, tiene el potencial de hacernos tanto más inteligentes como menos dependiendo de cómo la usemos.

Puedes utilizar aplicaciones que te ayuden a entrenar tus capacidades, con juegos enfocados en cada una de ellas:

* Lumosity

* Peak

* Skills

* Neuronation

En Resumen, la inteligencia artificial nos hace más inteligentes:

- Acceso a información y análisis: la IA nos permite acceder y procesar grandes cantidades de información rápidamente. Esto puede mejorar nuestra capacidad para tomar decisiones informadas y resolver problemas complejos.

- Automatización de tareas: al delegar tareas repetitivas y mecánicas a la IA, podemos concentrarnos en actividades más creativas y estratégicas, potenciando nuestra productividad y habilidades.

- Educación personalizada: las herramientas de IA pueden adaptarse a las necesidades de aprendizaje individuales, ayudando a las personas a aprender de manera más eficiente y efectiva.

Nos hace menos inteligentes

Dependencia excesiva: si confiamos demasiado en la IA para realizar tareas básicas o tomar decisiones, podríamos perder habilidades importantes, como la resolución de problemas o el pensamiento crítico.

Reducción de esfuerzo cognitivo: la facilidad con la que la IA puede proporcionar respuestas o soluciones rápidas puede reducir nuestra disposición a profundizar en el aprendizaje o en la comprensión de temas complejos.

Desinformación y sesgos: si no evaluamos críticamente la información proporcionada por la IA, corremos el riesgo de aceptar respuestas incorrectas o sesgadas, lo que podría conducir a malas decisiones o a la perpetuación de prejuicios.

La IA es una herramienta poderosa que, si se usa adecuadamente, puede potenciar nuestras capacidades intelectuales y mejorar nuestra vida en muchos aspectos. Sin embargo, también puede llevarnos a la pereza mental o a una dependencia que limite nuestra capacidad de pensar de manera independiente. El impacto final depende en gran medida de cómo decidamos utilizarla.

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