Pablo Feighelstein (67) se convirtió en noticia y tema de conversación durante las últimas horas en todo el país por un episodio que protagonizó a principios de años, pero que este martes contó a Los Andes. Y es que este abogado y psicólogo cordobés, quien perdió su ojo izquierdo cuando tenía 15 años, prácticamente se sintió obligado a recurrir a una estrategia simpática -o vergonzante, según como se mire- para poder registrarse en la app “Mi Argentina” y tramitar el certificado de circulación que era obligatorio a principios de 2022 para transitar y vacacionar por territorio nacional. Tras intentar -en reiteradas oportunidades y sin éxito- tomar una fotografía de su rostro para registrarse en la aplicación oficial que concentra todos los datos biométricos y personales de cualquier ciudadano, Pablo decidió recortar el ojo de una caricatura en una revista para pegarlo sobre su parche izquierdo, ese que lleva donde debería estar su globo ocular. Y recién allí “Mi Argentina” identificó a la fotografía como la de una cara verdadera. El dato es que mientras intentó registrarse con su “rostro original”, la app nacional no lo reconoció.
“Desde ayer me ha escrito mucha gente, incluso algunos desconocidos, que se han solidarizado conmigo y con la situación. Esto es una muestra de lo mal y sensibles que estamos como país, pero también de esa sensación de total desamparo en que estamos frente al Estado”, describe Feighelstein el día después de que la foto de su cara -modificada a la fuerza y con un ojo de dibujito animado pegado en su parche- diera vueltas por los medios y las redes sociales. “No lo hice como una travesura ni para sentirme más vivo que nadie, lo hice porque no me quedó otra. Si no, no tenía cómo sacar el permiso”, explica. “Solo quise e intenté que hubiera un mensaje esperanzador, referido a que hay cosas que sí dependen de nosotros, de los de a pie para dejar en evidencia e intentar que cambien. Tenemos que exigir respuestas y soluciones con altura”, agrega el hombre, quien vive en Río Tercero y se jubiló trabajando en el Poder Judicial de Córdoba.
La insólita historia de cómo Pablo “engañó” a la app “Mi Argentina
Una nota publicada el año pasado en Los Andes en el que un experto en ciberseguridad denunciaba que la app “Mi Argentina” no validaba su identidad por ser tuerto fue lo que motivó a Pablo Feighelstein (67) a contactarse para contar su historia personal, que aunque puede llegar a considerarse graciosa y hasta “memeable”, Feighelstein prefiere describir esta como “una vergüenza”.
Este hombre, quien vive en Río Tercero (Córdoba) contó la manera en que logró burlar la aplicación “Mi Argentina” para que la plataforma aceptara una foto en la que se viera su rostro. No se trató de un chiste ni una travesura, sino –más bien- de una cuestión de necesidad y urgencia. Porque Pablo es tuerto desde que tiene 15 años y utiliza un parche a la altura de donde debería estar su ojo izquierdo. Pero cuando debió registrarse en “Mi Argentina” para tramitar el certificado de viaje en uno de los momentos más críticos de la pandemia, la app no reconocía su rosto sin los dos ojos. Ni lentes, ni parches; sí o sí la plataforma que se volvió exigencia obligatoria para veranear en el país le pedía dos ojos a una persona que no los tenía. Y aquí sacó a relucir su creatividad.
“Fui al cajón de casa donde los chicos guardan sus revistas y recorté el ojo de una caricatura de una revista. Lo pegué encima del parche y cuando puse la cara en la cámara para tomarme la foto, recién allí la aplicación me reconoció la cara y me permitió registrarme”, contó Pablo Feighelstein este martes a Los Andes, con dejos de resignación, incredulidad y bronca. La imagen elegida para “tunear” su cara y que la mostrara completa fue la del impactante ojo de Mike Wazowsky, el personaje de la película “Monster Inc” que sobresale por su único ojo centrado y que ocupa casi toda su cabeza.
En pocas palabras: Feighelstein está registrado en “Mi Argentina”, la aplicación más importante en el territorio nacional en lo que a datos y documentación personal se refiere, con un ojo de papel pegado sobre su parche. Esa es la foto que se tiene en la base de datos digital, aunque es algo que no se muestra en público al abrir la aplicación. Pero que sí lo identifica –y hasta se le exigió- para poder registrarse en la aplicación y, de ese modo, contar con el certificado de circulación.
“Es muy poco fiable el sistema de reconocimiento facial y la aplicación en general. Lo que da más bronca es todo lo que se gasta el Estado en esta herramienta y en un país donde a un perro no lo dejan entrar porque no tiene todas las vacunas (NdA: en alusión a Coco, el perrito al que llegaron a pensar hasta en sacrificar por llegar de Europa junto a su dueño con una vacuna vencida), pero entran 19 iraníes sin registrarse o uno puede pegar una foto en una app para registrarse”, destacó indignado Feighelstein a Los Andes este martes.
Un conflicto con más de 50 años
Cuando Pablo Feighelstein tenía 15 años padeció un cáncer y la consecuencia fue la pérdida del ojo izquierdo. Desde entonces, este cordobés se acostumbró a llevar un parche en su cara.
“Lo que me pasó ahora con ‘Mi Argentina’ es triste, pero no es la primera vez en que siento que el Estado me impide o restringe algo porque no tengo un ojo. En mi caso, es una batalla que se ha dado siempre y por distintos motivos. Cuando tenía 19 años tuve que renovar el DNI para enrolarme en el Servicio Militar Obligatorio. Me pedían una foto de tres cuartos, de perfil izquierdo y no quisieron sacarme la foto porque no me sacaba el parche. Querían exigirme que saliera sin el parche”, rememoró el hombre.
En ese momento fue su padre quien recurrió a la Justicia Federal y consiguió que se lo autorizara a salir en la foto del documento con el parche en su rostro.
La más reciente de las situaciones, en tanto, la vivió el último verano. Toda la familia tenía programado un viaje a Puerto Madryn, por lo que debían tramitar el certificado de circulación y turismo que los autorizara veranear en el país. Y allí se topó con un nuevo actor que no aceptaba que saliera con el parche en la foto, aunque esta vez no era humano sino que era digital. “Viajábamos en enero de 2022, por lo que en diciembre de 2021 comenzamos a gestionar el certificado. Nos registramos en ‘Mi Argentina’, como había que hacer, pero cuando yo me quise tomar la fotografía que me piden para poder registrar mi sesión, no me dejaba y no me identificaba el rostro. No procesaba la información y me rechazaba la solicitud, yo necesitaba gestionar el certificado por el tema de la pandemia”, rememoró Feighelstein sobre la última de las situaciones.
Sin tener con quien discutir en persona –o al menos dialogar para tratar de hacer entrar en razón-, al abogado y psicólogo se le ocurrió hacer una prueba que, reconoce, la hizo sabiendo que no tenía nada que perder. Pero el resultado fue sorprendente.
“Recuerdo que era un domingo, estaba con mi mujer viendo una carrera y le dije a ella: ‘Yo sé cómo se soluciona esto’. Fui a buscar una vieja revista, recorté el ojo de una caricatura y me lo pegué en el parche. Mi esposa se reía y ahí le dije que no perdíamos nada con probar. ¡Y me tomó el rostro cuando puse la cara con el ojo dibujado pegado! Eso que antes no había podido registrar porque no encontraba el segundo ojo, ahora lo reconoció”, rememoró.
Ya con esa foto –que se le pide para que quede en la sesión de “Mi Argentina”-, Feighelstein pudo crear su sesión, tramitar el certificado, completar el autotesteo virtual y –por supuesto- viajar a Puerto Madryn en enero de este año.
“Es muy poco fiable el sistema, realmente. Tengo un sobrino que está viviendo en Israel y trabaja en todo la que es Inteligencia Artificial. Cuando le conté lo que había pasado, me dijo que era un sistema muy primitivo de reconocimiento de rostro. Y no quedan muchas dudas, pude validar la identidad en ‘Mi Argentina’ con el ojo de una caricatura”, continuó Feighelstein.
“Termina siendo todo un círculo. Aquella historia que comenzó hace casi 50 años con un juez que me autorizó a salir con parche en la foto del DNI se repite ahora. La gran diferencia de aquella vez es que en ese momento tuve problemas, pero apareció ‘su majestad, la Justicia’. Esta vez no tuve a quien reclamarle, porque para esto no había puertas que golpear. Quien nos debe asegurar como último eslabón de respaldo es la Justicia. Y creo que ahí está donde se nos cayó el calzoncillo. Ya no tenemos a quien acudir, este es el último peldaño del malestar que estamos viviendo”, concluyó Feighelstein luego de las inesperadas repercusiones de su caso.