Ludmila tiene 20 años, es oriunda del Valle de Uco y nació prematura con una hipoacusia bilateral profunda. Hija de un matrimonio humilde, desde los últimos seis años, debido a la difícil situación económica y a la falta de obra social en la familia, no contó con la posibilidad de recibir audífonos que le permitieran conectarse totalmente con el mundo.
Sin embargo, como si fuera un milagro, el equipamiento finalmente llegó a sus manos el viernes 19 de julio gracias a una gran gestión del cuartel de Bomberos Voluntarios de Tupungato, que tiene un acuerdo de hermandad con sus pares de la región de Quilicura, en Chile, y con Club de Leones de Canadá.
“Fue una felicidad total. Hacía años que intentábamos reunir el dinero con mucho esfuerzo y cada vez que intentábamos comprarlos, habían aumentado muchísimo. Siempre corriendo detrás de los valores”, señala a Los Andes Rosana Arce, su mamá, que toda la vida trabajó en las fincas y ahora está en plena época de poda y de preparación de nogales y plantación de duraznos.
Rosana vive con sus tres hijos (además de Ludmila, Braian, de 16 años y Ariadna, de 13) en Tunuyán. Como no es empleada registrada, tiene dificultades para avanzar en este gran paso en pos de lograr que su hija cuente con el equipamiento necesario.
“No tengo obra social y para poder calibrar los audífonos necesitamos sacar un turno en una especialista que nos oriente cómo adaptarlos a su condición, que es muy profunda”, reflexiona. Por eso dejó su contacto y agradeció de antemano a quienes puedan colaborar para la visita a la fonaudióloga.
Ludmila nació el 24 de abril de 2004 y pasó gran parte de su vida en la zona del Cordón del Plata, aunque ahora la familia alquila una pequeña vivienda en Tunuyán. Nació prematura, con apenas un kilo y medio de peso, y esa situación le generó una sordera severa. También la falta de equilibrio y estabilidad provocaron que comenzara a dar sus primeros pasos mucho más tarde que lo habitual.
“Nos dimos cuenta al año de vida que ella era sorda”, indica la mamá, para señalar que por haber concurrido siempre a escuelas para sordos, Ludmila conoce el lenguaje de señas, aunque entre ella y su madre se manejan con un lenguaje propio.
“Un lenguaje que, como digo siempre, es de madre e hija. Le entiendo perfectamente todo, pero, claro, es algo totalmente inventado, con señas y miradas”, se sincera Rosana, para reiterar que desde hace seis años su hija está “desconectada”.
Por eso, recuerda que cuando se enteró de esta posibilidad, se comunicó con los bomberos de Tupungato y fue el jefe y fundador de ese cuartel, Carlos Félix, quien le entregó el flamante equipamiento.
“Fue una alegría inmensa y me acerqué sola a retirarlo, estaba trabajando, pedí permiso para hacerlo. Nos queda consultar con una especialista y ver la posibilidad de adaptar el equipo. Mi hija está feliz, emocionada e ilusionada, ella desea que le coloquen esos audífonos tan esperados”, agrega.
“Me pidió ir rápidamente al médico. Ella quiere usar esos audífonos porque es consciente de que cambiaría muchísimo su calidad de vida”, completa.
Dice Rosana que desde el primer día en que supo que su hija tenía gran dificultad auditiva, la sobreprotegió. “Fue a escuelas para sordos y, simultáneamente, en casa siempre nos manejamos entre nosotras. Hoy sueña con un futuro ligado al arte, ya que ama pintar y dibujar”, anticipa.
El horror en el Próvolo
Ludmila concurrió, años atrás, al Instituto Antonio Próvolo para Sordos y fue testigo y protagonista de algunos hechos aberrantes, aunque la Cámara Gesell, aseguró su mamá, determinó que si bien recibió algún castigo, no fue sometida a abusos sexuales, a diferencia de otros niños en su misma condición.
“Llegó a casa en algunas oportunidades con moretones, por eso se hicieron los estudios. En Cámara Gesell se certificó que tenían origen en golpes, pero por fortuna no fue sometida a abusos”, aclara Rosana, quien concluye: “Lo que más deseo es que sea una persona independiente, que tenga más vida social, más amigos. Por eso deseamos que pronto esos audífonos puedan ser adaptados”.
Rosana trabaja en negro y necesita de la colaboración de la comunidad. Su teléfono es 2622-22-8849.
Bomberos de Tupungato: “Es una felicidad poder ayudar”
El caso de Ludmila no es el único que dará la posibilidad a una persona del Valle de Uco en volver a escuchar, aclaró el jefe de los Bomberos Voluntarios de Tupungato, Carlos Félix.
Agradeció especialmente a Ricardo Berner, ex bombero de origen chileno actualmente radicado en Canadá y con un “gran corazón”, quien donó, además de los audífonos, otros equipamientos para el cuartel.
Indicó que el origen de esta campaña nació a partir de una capacitación en lenguaje de señas que llevaron a cabo los servidores. También fue posible gracias a la hermandad de la institución con pares de Chile y Canadá.
“Increíble las puertas que se abrieron a partir de conocer el lenguaje de señas y de comenzar a realizar intercambios con nuestros hermanos chilenos y canadienses. Hay muchas necesidades en esta zona y nuestro puente, precisamente, fueron las escuelas para sordos, donde pudimos conocer casos particulares e historias muy dolorosas y de carencias económicas”, dijo Félix.
El próximo 20 de agosto, el titular del cuerpo de bomberos tiene programada otra visita a Chile. “Me anticiparon que hay 50 nuevos equipos para traer a Mendoza. Quiero aclarar que el valor es elevado y, por supuesto, en dólares. En caso de que las familias puedan hacer una colaboración con el cuartel, es lo único que pedimos”, puntualizó Félix, y agregó que los destinatarios deben completar algunas planillas y cumplir requisitos.
“Uno de ellos, por supuesto, es contar con la receta médica correspondiente que certifique que ese paciente necesita el equipo”, sostuvo, para señalar que la entrega de cada audífono está signada por historias muy profundas. “La gente se emociona hasta las lágrimas porque de otro modo les sería prácticamente imposible acceder.”