Nadie se queda afuera de TikTok. Entre bailes pegadizos y doblajes recomendados por la app, asoma la prédica de un cura mendocino. Se trata de Alberto Daniel Caballero (49), más conocido como el padre Daniel por la comunidad de la parroquia San Isidro Labrador, en Rivadavia. Manteniendo el respeto por la institución y la fe católica, se las ingenia para transmitir un mensaje de optimismo, alegría e inclusión en plena pandemia de coronavirus.
La fama de Daniel no es estrictamente nueva. Desde 2010 tiene su canal de YouTube, donde comparte contenido para la comunidad católica (y no tanto). Es que su simpatía le hace sacar un “me gusta” al más escéptico de los usuarios. Videos sencillos que van desde la recitación de una plegaria, pasando por una receta de cocina y hasta las actividades solidarias.
“Diez años atrás, la gente no se acostumbraba a que un sacerdote compartiera la intimidad de la vida cotidiana. He sido muy querido y también muy criticado”, recordó Daniel, un “adelantado” a su época, sobre el origen de su faceta tiktoker (@albertodanielcaballero).
Su propósito es que la gente compruebe que él es uno más -”ni mejor ni peor”, dice-, que lo suyo es una opción de vida y que es otro vecino, un amigo más, una persona ordinaria del montón.
“Hoy en día, todo el mundo lo hace. Pero yo evangelizo hace años, ya sea por YouTube, Facebook o Instagram. Ahora todos están usando las redes como diversión, pero también como medio de trabajo. Yo busco llegar a la gente para que vea la vida cotidiana de un cura, que no es un bicho raro. Es una persona que se divierte y sufre como todos”, reflexionó el hombre, quien ha recibido en su mayoría comentarios positivos.
Algunos cuestionamientos, por supuesto, también tuvo que enfrentar. Pero más por prejuicio y no necesariamente por parte de las autoridades católicas, según detalló.
En su cuenta de TikTok, y como cualquier mortal, el padre Daniel comparte coreografías de las canciones virales, los filtros personalizados y su vida familiar. Sus sobrinos -tiene dos y uno en camino- también suelen aparecer como invitados e, incluso, algún cura librado de pudor irrumpe en escena con la sotana característica y la cruz en la mano.
“Hay algunos que no se animan, pero creo que es un enlace para un mensaje positivo”, definió el cura, quien también aprovecha para promover acciones sobre la ecología, el cuidado de los animales y los sectores vulnerables.
Actualmente, el párroco destacó que unas 200 familias reciben alimentos, ropa y recursos para higiene y desinfección gracias al compromiso de la comunidad de San Isidro Labrador. Su gesto, en época de confinamiento, demuestra que la virtualidad es, quizá, la única vía para unir.
Además, con las celebraciones litúrgicas limitadas a 30 personas en el Este provincial, muchos fieles hallan en las transmisiones en vivo del padre Daniel la oportunidad de renovar su fe y elevar una plegaria con sus necesidades.
A través de su perfil en Facebook pueden verse las misas a las 19 todos los días, mientras que los domingos se suma la cita clásica de las 10, la más requerida. Este jueves por la tarde se hará una oración especial por los pacientes con Covid-19.
“Yo voy de frente y siempre pido por las víctimas, por la justicia, por el trato igualitario, por la ecología. Busco una iglesia inclusiva y no excluyente. El papa Francisco nos da rienda suelta para hacer una iglesia inclusiva. Y esto implica que el mensaje llegue a todos. Lo importante es que nadie juzgue lo que haga el otro”, resaltó el sacerdote.