Dentro la inmensidad del territorio mendocino y de la infinidad de los atractivos turísticos que ofrece la provincia, Malargüe pareciera ser uno de los destinos más “agraciados” en cuanto a maravillas naturales y que atraen a visitantes (incluso, mismos mendocinos). Y es que, por fuera de lo que es la ciudad de este amplio departamento sureño, la geografía malargüina ofrece propuestas para todos los gustos, que van desde la nieve en Los Molles y Las Leñas (este último centro de esquí volvió a ser la vedete de la temporada de invierno 2022 después de 2 años sin funcionar plenamente por la pandemia de Covid-19), hasta el área natural protegida de La Payunia, donde el entorno y suelo volcánico permite imaginar y hasta recorrer los paisajes prehistóricos.
Entre tantos atractivos naturales en Malargüe, sobresalen dos que -además de su belleza natural- cuentan, además, con un agregado esotérico, una atmósfera de leyenda y tintes sobrenaturales. Se trata de “La Caverna de las Brujas” y “El Pozo de las Ánimas”, dos sitios imperdibles que cualquiera que visite Malargüe no puede dejar de visitar.
Ambas atracciones combinan lo natural e imponente de los paisajes con las leyendas aborígenes y de pueblos originarios que enmarcan a gran parte de la cultura y el legado malargüino en la actualidad. Y cuyas historias se convierten en tan atrapantes y atractivas -o más- como el entorno y el lugar propiamente dicho.
La Caverna de las Brujas
Ubicada a 8 kilómetros hacia el norte de la Ruta 40, en la localidad de Bardas Blancas y a 65 kilómetros de la ciudad de Malargüe (hacia el sur), la Caverna de las Brujas es una de las áreas naturales preferidas por quienes visitan Malargüe. Fue declarada como reserva en 1990 y su extensión abarca cerca de 450 hectáreas.
La entrada a la cueva se encuentra situada a 1.800 msnm y consta de un particular ambiente subterráneo donde predominan antiguas rocas de origen marino que dan forma a una enorme cavidad. Todo el entorno se encuentra conformado por extrañas formas minerales, como son las estalactitas, las estalagmitas, columnas y coladas. Todos estos componentes conforman un espacio de más de 3.000 metros de galerías que se han ido conformando a través de niveles de rocas calizas y que datan del período Jurásico. Además, se pueden encontrar sectores con abundantes “ammonites”, que son un tipo de molusco que dominó los ambientes marinos durante el mencionado período Jurásico y el Cretácico.
Por año, y hasta antes de la pandemia, más de 10.000 visitantes visitaban la Caverna de las Brujas. Y en julio de este año, luego de dos años de temporada resentida -precisamente por la pandemia-, la reserva quedó habilitada nuevamente en plenitud.
¿Cómo se formó la Caverna de las Brujas?
La formación geológica ubicada en Malargüe data de hace más de 200 millones de años y la manera en que se conformó ha sido explicada como producto de la circulación de corrientes de aguas subterráneas. Según se especifica en el sitio oficial de las Áreas Protegidas de la Dirección de Recursos Naturales Renovables, fue durante el levantamiento de la cordillera -en el transcurso del período Terciario- que toda la región se vio modificada, quedando la roca caliza en posición casi vertical y sumamente fisurada.
En ese sentido, a finales del último período glacial todo parece indicar que se produjo una gran filtración de agua, favorecida por la alta cantidad de nieve y hielo existente. Esto facilitó la ampliación de los pasadizos y la formación de los espeleotemas.
En cuanto a las formas de vida en el lugar, no hay estudios en profundidad. Pero sí se han observado murciélagos, arañas, insectos y ratones de campo que se refugian en el lugar.
Leyendas sobre la Caverna de las Brujas
Además del atractivo natural y geológico que representa la Caverna de las Brujas, existe todo un entorno de leyendas y relatos sobrenaturales que rodean al lugar y le dan un valor agregado. En ese sentido, hay estudios arqueológicos que evidencian que la caverna fue utilizada por los aborígenes de la zona en la era precolombina para la práctica de distintos rituales e, incluso, como refugio temporario.
Un clásico entre los guías de turismo que trabajan en el lugar y comandan las expediciones son las leyendas que se cuentan a los visitantes, pero que están más que instaladas entre los lugareños y que han sido transmitidas de boca en boca, de generación a generación.
Una de estas leyendas, por ejemplo, se remonta a la época en que habitaban en la zona los aborígenes. Se dice que ellos solían usar la primera sala (denominada Sala de La Virgen) y en ese lugar los Machis (médicos brujos de cada tribu) llevaban adelante sus prácticas rituales y ceremonias. Estas consistían en encender grandes hogueras, sentarse alrededor e ir intercalando esta práctica con bailes alrededor del fuego.
Estos movimientos se proyectaban en sombras fantasmagóricas en las paredes del lugar. Y se cuenta, incluso, que en esa época ingresaban a esa sala mujeres con niños en brazos, y que, acto seguido, se oían llantos, extraños ruidos y se encendía y apagaban en el lugar luces destellantes. La “luz mala”, como se la identificaba. Nada de esto tenía una explicación científica o coherente, por lo que es de esta extraña situación que deriva el nombre con que se la conoce en la actualidad: “Caverna de las Brujas”, en alusión a esas mujeres que ingresaban.
Otra de las leyendas entre los pobladores de Bardas Blancas cuenta que una de las tribus que se había asentado en la región mantenía como prisioneras a dos mujeres blancas. Para impedir que escaparan del encierro, se dice que a ambas las habían desollado (una práctica común de estos malones) y les habían lastimado las plantas de los pies. A pesar de esto, y con mucho esfuerzo y dolor, esta misma leyenda cuenta que lograron escapar de las tolderías donde estaban cautivas y se refugiaron en la ya mencionada Sala de la Virgen de la Caverna. Desde ese momento, nunca más se volvió a saber de las mujeres, aunque a partir de ese día pasó a ser muy común entre los transeúntes -incluso aún al día de hoy- ver cómo dos mujeres de aspecto descuidado y andrajoso salen con sigilo de la caverna cuando la tarde comienza a caer. Y, de la misma manera en que salen, vuelven a ingresar.
En ese momento, además, comienzan a oírse lamentos y llantos que emana el interior de la caverna, además de luces y sombras extrañas. Esta es otra de las versiones sobre el origen de la denominación de estas cuevas como Caverna de las Brujas.
Una tercera versión relacionada a la de las dos prisioneras habla, incluso, de que los aborígenes que las habían mantenido cautivas intentaron ingresar a la cavidad para recuperar a “sus mujeres”. Sin embargo, en el momento en que se disponían a entrar, observaron y sintieron como dos grandes lechuzas revoloteaban y salían volando por encima de sus cabezas y del interior de la caverna. Y se dice que ambas aves son esas dos mujeres, quienes se convirtieron. Incluso, se dice también que aún al día de hoy se puede ver y escuchar de vez en cuando a las dos lechuzas en el lugar.
El Pozo de las Ánimas
El Pozo de las Ánimas es una estructura geológica ubicada junto a la ruta 222, en Malargüe, y en las inmediaciones del arroyo Las Amarillas. Se trata de un fenómeno natural catalogado como una “dolina” -palabra de origen esloveno que significa valle o depresión-, que se origina por la disolución de los depósitos subterráneos de rocas -como el yeso-, por efecto de las filtraciones de las capas freáticas subterráneas. Esto produce hundimientos y derrumbes del terreno, conformando grandes pozos de forma cónica y circular.
La formación natural consta de dos cavidades. La mayor todavía sigue en expansión, algo que se advierte al notar como su perímetro se ha extendido hasta el alambrado perimetral, mientras que de sus paredes no asoma vegetación. Este es el que se conoce como “Pozo de las ánimas”.
En tanto, el otro pozo -en algún momento ambos se van a unificar- es más pequeño, tiene arbustos en sus paredes y es llamado cariñosamente por los guías turísticos y la gente local como “Pozo de las animitas”.
Se calcula que el tamaño de los dos pozos que conforman el sitio ronda los 200 metros de diámetro, los 80 metros de profundidad hasta el lago y, al menos, 20 metros de profundidad bajo el agua. Se encuentra a 56 kilómetros de la ciudad de Malargüe, a 7 kilómetros de Los Molles y a 12,5 kilómetros de Las Leñas. A diferencia de otros atractivos y áreas protegidas, no hace falta que adquirir un ticket de ingreso para ir al lugar. Y todo el sitio se puede recorrerse en unas 3 horas.
La historia del nombre del Pozo de las Ánimas y las leyendas del lugar
Al igual que en la Caverna de las Brujas, la historia del origen del nombre de este sitio atractivo se remonta a las leyendas de la era precolombina y a la época en que los aborígenes eran los únicos pobladores del lugar. Una antigua leyenda relata que un grupo de indígenas de la zona (los Pehuenches) era perseguido por otro grupo rival (los Araucanos, que habían cruzado de lo que actualmente es Chile) y los primeros huían despavoridamente cuando, de un momento para otro, se percataron de que sus perseguidores habían desaparecido como por arte de magia durante una noche.
Extrañados por la situación, los Pehuenches regresaron sobre sus pasos y encontraron a quienes iban detrás de ellos atrapados en dos pozos profundos en los que se estaban hundiendo. En el momento en que los miraban, vieron como sus perseguidores se hundían y ahogaban en el lugar.
Desde entonces, los pueblos originarios de la zona veneraron el lugar que los había salvado de sus enemigos y perseguidores y lo bautizaron como “el lugar en donde lloran las ánimas”. Al igual que en la Caverna de las Brujas, al día de hoy se cuentan historias de lugareños y visitantes que juran escuchar por las noches algunos lamentos que provienen del lugar. Y aunque la explicación que más se ajusta desde la ciencia es que es el sonido del viento entre las piedras, no se descarta que sean las ánimas araucanas que siguen peleando por escapar.