Encerrados, hacinados en distintas cajas de cartón –ocultas- y sin agua ni comida en el interior de un camión térmico. En esas condiciones fueron detectados y rescatados 20 pichones de “loros habladores” (Amazona aestiva) el sábado pasado en el control de barrera sanitaria del Iscamen San José, ubicado sobre la ruta 40 y en el límite entre Mendoza y San Juan. Quien los transportaba era un camionero de origen tucumano y su intención era ingresarlos de manera clandestina a Mendoza para que las aves formen parte del siempre peligroso tráfico ilegal y del mercado negro.
“Eran todos pichones y venían apretados entre sí, sin ni siquiera un recipiente para tomar agua o algo para alimentarse”, reconstruyó a Los Andes uno de los participantes del operativo de rescate. Los 20 ejemplares –todos pichones, de diferentes edades- quedaron a disposición del departamento de Fauna Silvestre de la Dirección de Recursos Naturales Renovables de Mendoza y, dependiendo de su estado y evolución, se avanzará con la posibilidad de derivarlos a las provincias que son parte de su hábitat natural (Santa Fe, Entre Ríos y Tucumán, principalmente) para ser reinsertados.
En cuanto al transportista que cometió el ilícito –el tráfico ilegal está penado por la ley-, se le confeccionó un acta de infracción, por lo que en los próximos días deberá comparecer ante las autoridades. Además de la posibilidad de ser imputado, el camionero tucumano podrá ser sancionado con una multa que penaliza los delitos de caza, tráfico o comercio de fauna y con montos que van desde los 71.388 pesos (falta leve) hasta los 713.880 pesos (falta muy grave).
Aunque se desconoce la procedencia de los 20 pichones de loros habladores, teniendo en cuenta la procedencia del camión, no se descarta que los ejemplares secuestrados y rescatados hayan viajado desde Tucumán en las deplorables condiciones en que fueron encontrados.
El rescate
Cerca de las 20 del sábado 4 de febrero, en uno de los tantos procedimientos y controles de rutina, personal del Iscamen asentado en la barrera San José se dispuso a revisar un camión térmico que, por ruta 40 y desde el norte, se disponía a ingresar a Mendoza.
Al momento de revisar la cámara del vehículo, se detectaron las cajas de cartón cerradas. Y, cuando se las abrió para controlarlas, se encontraron a los 20 pichones de loros apretados entre sí y en el interior de ellas. Cuando al conductor del camión se le solicitó la documentación que acreditara el origen legal de las aves y el permiso para su traslado, este último no contaba con ella.
De inmediato se dio aviso a Fauna de Recursos Naturales Renovables, y así comenzó el operativo rescate de los pichones. “El rol que cumplen los inspectores de las barreras sanitarias del Iscamen es muy importante como actores decisivos en el control. Junto a ellos y a otros organismos -como Policía Rural- trabajamos coordinadamente para desbaratar el tráfico y el comercio ilegal de fauna, que es un verdadero flagelo para nuestros ecosistemas. Es imprescindible mantener la capacitación del personal para afianzar la comunicación eficiente al momento de articular estos procedimientos, como se produjo en este operativo”, destacó el director de Recursos Naturales de Mendoza, Sebastián Melchor.
Los 20 pichones de loros quedaron a disposición del departamento de Fauna Silvestre y están siendo constantemente monitoreados para controlar su evolución. La intención es iniciar contactos con referentes de las provincias que suelen ser el hábitat silvestre de estas especies para analizar si es factible su reinserción en el hábitat. Y es que, muchas veces, por los maltratos que padecen a raíz de las condiciones en que se los manipula o son transportados dentro del circuito del tráfico ilegal, o simplemente por el estrés de esas situaciones, estos animales son víctimas de cuadros y enfermedades que les impide volver a su entorno silvestre.
“Es importante desactivar toda la cadena del tráfico ilegal, que comienza desde la misma captura de los pichones de loros que hacen nidos en huecos de las ramas más altas de árboles longevos y de gran tamaño. Para facilitar la captura, muchas veces esos árboles añejos son talados, total o parcialmente. Esto causa la pérdida de diversidad biológica y daño a los bosques nativos. Además es un riesgo para las personas que efectúan la sustracción de los pichones, ya que por una paga mínima se exponen a manipular numerosas aves que pueden portar enfermedades zoonóticas”, advirtió a su turno el coordinador de Fauna Silvestre de Mendoza, Adrián Gorrindo.
El flagelo del tráfico ilegal
El tráfico clandestino de animales silvestres y su comercialización en el mercado negro son, actualmente y a nivel mundial, el cuarto comercio ilegal en el mundo (por debajo de la venta de drogas, la falsificación y el tráfico de personas). De acuerdo a estadísticas del Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible de la Nación, el mercado del comercio ilegal de vida silvestre genera entre 15 y 20 mil millones de dólares al año.
En Argentina, el loro hablador es una de las especies que más se intenta traficar al exterior, aunque también hay un intenso movimiento dentro del circuito interno ilegal. Si bien la comercialización de esta especie está autorizada –siempre y cuando se cuente con la documentación que certifique su origen legal-, es dentro del mercado clandestino que surgen los inconvenientes. “En todo lo que es el tráfico ilegal, de 100% de los animales que se trasladan hacinados, solo 10% sobreviven. Es decir, adquirir un loro hablador en el mercado negro significa que hubo 9 que murieron en el camino”, resaltó Gorrindo, de Fauna, a Los Andes. “Si se frena la demanda, no hay oferta”, reforzó.
Enfermedades que van de la mano del tráfico ilegal de aves
Existen ciertas enfermedades zoonóticas que puede contraer el ser humano por entrar en contacto –sin las medidas sanitarias indispensables- con aves silvestres. Y, si se tiene en cuenta el contexto de clandestinidad y secretismo en que se maneja el tráfico ilegal y el mercado negro de loros habladores y otras aves, son el ambiente propenso para el contagio de ellas.
La especie de loro Amazona aestiva, como otras aves, son vectores de zoonosis (enfermedades infecciosas transmisibles desde animales vertebrados al ser humano). La más frecuente que pueden transmitir los loros habladores es la “psitacosis”, que constituye un riesgo –que puede ser mortal- para todas las personas que entren en contacto con un ejemplar infectado (sobre todo en el tráfico ilegal, en el que no existen condiciones de bienestar animal ni control sanitario).
“Es una enfermedad producida por una bacteria transmitida al hombre a partir del contacto con aves en ambientes cerrados. Esta bacteria se introduce al humano a través de las vías respiratorias, por lo que –a modo de prevención- es clave evitar comprar o tener aves en nuestra casa”, destacó el médico especialista en medicina familiar, social y comunitaria Nicolás Hollmann en declaraciones al diario El Entre Ríos.
El loro hablador, una especie “paragua” y clave en el ecosistema
El Amazona aestiva (conocido popularmente como loro hablador) es un ave que vive en regiones de selvas y bosques del norte argentino, así como también en amplios territorios de América del Sur. Esta especie desempeña un rol ecosistémico clave por la que se considera especie “paraguas”. Esto tiene que ver con que, al proteger al loro hablador, se protegen otras especies de flora y fauna. Y es que, al alimentarse con frutos y semillas de árboles autóctonos, posteriormente los dispersa y contribuye a la regeneración del ecosistema.
El problema se asienta entonces en la histórica demanda de personas que eligen esta especie como mascota por su extraordinaria capacidad para imitar sonidos y palabras humanas, además de su docilidad y belleza. Esta particularidad, sumada a su adaptabilidad para vivir en cautiverio, ha llevado por muchas décadas a afianzar las redes de tráfico ilegal interjurisdiccional. En la actualidad, gran parte de la población desconoce el impacto negativo que este consumo genera para el bienestar animal y el ambiente, como así también para la salud pública.
Dónde y cómo denunciar el tráfico ilegal de loros habladores y otras especies
En Mendoza –así también como en todo el país- el loro hablador está protegido por considerarse una especie silvestre. Por esto mismo, el traslado o la venta ilegal de estos ejemplares están penados por la ley.
Cualquier infractor a esta normativa quedará a disposición de la Justicia, mientras que por este tipo de infracciones se le puede aplicar multas que alcanzan altos valores y, según aumente la gravedad del hecho, las sanciones llegan hasta la prisión.
Ante cualquier sospecha de acciones vinculadas a la caza furtiva o el comercio ilegal de fauna, se debe dar aviso o denunciar a través del sitio web: www.ambiente.mendoza.gov.ar .