Lo que para la comunidad es algo normal de cada temporada de tormentas, para científicos y fanáticos del exterior es motivo de asombro y estudio. Por sus características geográficas, orográficas y climatológicas, en Mendoza se generan las tormentas de granizo más severas del mundo, teniendo en cuenta su intensidad, tamaño, y el daño que generan.
“Una anécdota que siempre cuento, que me pasó mientras hacía un curso en México, en el departamento de Física de la Atmósfera, es que había venido gente de Estados Unidos a exponer y una clase sobre granizo la dio un polaco, y lo primero que hizo fue preguntar cuál era el tamaño de granizo más grande que habíamos visto. Éramos como 30, de todas partes del mundo, que mostraban con la mano tamaños de alrededor de un grano de uva. Cuando me vieron que yo mostraba el tamaño de una naranja grande, todos pensaron que era el típico argentino exagerado, pero el polaco me preguntó: ‘¿Usted es de Mendoza, en Argentina?’”.
La experiencia de Raúl César Pérez, doctor en Física especializado en Atmósferas y Nubes y ex director de Contingencias de nuestra provincia, es la de cada profesional mendocino del rubro que ha intercambiado charlas graniceras con sus pares de otras partes del mundo. “El polaco, que era un especialista, ya sabía de la severidad que tienen las tormentas en Mendoza”, recuerda el doctor Pérez, en el comienzo de una explicación detallada de por qué la provincia es tan particular y única si de tormentas se trata.
Desde que comenzó su labor en lucha antigranizo en Mendoza, en los radares meteorológicos de San Martín y Tunuyán, el ex director de Contingencias Climáticas trabajó a la par de equipos especializados de Rusia, Estados Unidos-Canadá, que en 1985-1986 y de 1999 a 2004, respectivamente, formaron parte de las tareas e investigaciones que la provincia llevó adelante en el tema. “Me decían que las tormentas en Mendoza tienen tres grandes problemas: primero la intensidad, tormentas superceldas y tormentas intermedias que hemos llegado a medir de 23.000 metros de altura, es decir, que pasa la estratósfera. Ese es el primer problema, tormentas muy grandes”, reveló Pérez sobre las conclusiones de los estudios.
En segundo lugar, contó que “un piloto norteamericano explicó que le había sorprendido, cuando hay multiceldas, la rapidez de los desarrollos de las tormentas: aparecen, crecen y precipitan muy rápido, en 30 o 40 minutos. Y mientras tanto aparecen otras en otros lados”. El tercer inconveniente, y algo que el mendocino conoce muy bien y de primera mano, es la temporada más severa, que “justo se da en la época de la cosecha de la producción agrícola”, por lo que las tormentas resultan mucho más dañinas.
Tal es así, que el especialista en atmósferas y nubes expresó: “Yo empecé a trabajar en el año 1982 en Mendoza, y acá he visto perforados los techos de fibrocemento del ocho, y hasta caballos muertos por el granizo”.
Es que de la mano de las complicaciones ya mencionadas, la provincia tiene características especiales que no se repiten exactamente en ningún otro lado. “Sin lugar a dudas que es el efecto de tener una montaña tan alta como la Cordillera de los Andes, puesta en forma transversal a la circulación del aire de Oeste a Este, que viene del Pacífico (Chile) hacia Mendoza. Existen otros lugares, como Colorado (EEUU), donde están las Rocosas, pero son más bajas, de aproximadamente 3.000 metros de altura, por lo que no tienen tormentas tan severas”, explicó Pérez.
“Superceldas” de película
Una de las cosas que más llama la atención de Mendoza son las llamadas “superceldas”, tormentas gigantescas, casi de película, incluso más grandes que el dique Potrerillos y El Carrizal juntos. Se da bajo condiciones muy especiales y su característica principal “es que absorbe todo el vapor de agua disponible en la atmósfera de la región, en este caso Mendoza”.
“Se transforma una celda gigante que puede llegar a tener un tamaño de 50 kilómetros por 50 kilómetros de lado, por 20 de alto, como mínimo. Esa supercelda absorbe todo el vapor de agua que encuentra en la atmósfera, lo pasa a estado líquido y, como es muy intensa, encuentra temperaturas muy frías arriba, se congela y forma granizo”, reveló el especialista.
Mientras que otro tipo de tormentas, como multiceldas organizadas o desorganizadas, “desde que aparece en el radar, empieza a crecer, madura y precipita, demora entre 50 minutos y una hora”, una supercelda tiene una vida de varias horas “porque sea realimenta”, explicó el doctor. De esa manera, la súper tormenta “puede estar desplazándose 5, 6 y hasta 8 horas hasta irse de la provincia. Es una única celda, muy grande, con mucha vida, y eso es lo que la diferencia del resto”.
En el año 2000, por ejemplo, la provincia sufrió el golpe de una supercelda que se originó en San Rafael. La génesis de la tormenta comenzó el 7 de febrero y precipitó durante horas, incluso hasta el día siguiente. “A esa tormenta la estudiaron de Israel con satélites, y se metió la gente de The National Center for Atmospheric Research (NCAR), de Estados Unidos, con aviones de investigación para medir todo; porque realmente fue académica en cuanto a una supercelda”, reveló Pérez. Y sentenció: “Esas cosas no se ven en otras partes del mundo, se ven acá nada más. Los que estudian esto tienen a Mendoza como una referencia”.
Incluso los expertos en física y meteorología Terrence Krauss (Canadá), y Viktor Safar Makitov (Rusia), dos de los más icónicos profesionales que trabajaron en la provincia con la lucha antigranizo y todavía pertenecen a la Weather Modification Association (WMA), continúan aún hoy utilizando la experiencia que vivieron en Mendoza para comparar sus trabajos en el resto del mundo, como en Colorado (Estados Unidos), Gabón y Malí, entre tantos otros.
Si bien es un tema en el que se puede profundizar muchísimo más, y con varias aristas por ver y detallar, la conclusión es siempre una y así la definió el doctor Pérez: “El granizo de Mendoza está entre los más grandes del mundo. No conozco a todos, pero sí a muchos, y todos en el mundo coinciden en esto: los procesos graniceros de Mendoza son los más severos y dañinos del mundo”.