Ahora se sabe cuánto impactan los estereotipos y concepciones culturalmente establecidos en la inequidad entre los géneros: 7 de cada 10 personas presentan sesgos de género, es decir ciertos prejuicios que determinan sus ideas, decisiones y juicios y que redundan en inequidad. Esto involucra a varones y mujeres, se trata de una cuestión inconsciente y difícil de romper dado que atraviesa todos los ámbitos.
Los varones reciben más el impacto, aunque en algunos aspectos son ellas las que expresan más las marcas de estas concepciones culturalmente establecidas.
Si bien es algo que se sostiene, se aprecia y se vive, un trabajo realizado por este año por el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) logró medirlo. A través de consultas a varones y mujeres puso en evidencia el impacto de las normas sociales y estereotipos sobre el nivel de inequidad de género en las sociedades.
El informe elaborado aborda cómo las normas sociales de género y los estereotipos conformados por creencias, sesgos y prejuicios, que refuerzan identidades de género y determinan relaciones de poder que constriñen el comportamiento de mujeres y varones. Esto guarda directa relación con la equidad de género al interior de las sociedades.
Otra particularidad de “Abordar las normas sociales: Un cambio de juego para las desigualdades de género” es que las consultas se hicieron en Argentina y con ello logra trazar un perfil más específico.
Cabe destacar que según se desprende, la gran mayoría de mujeres y varones, a nivel global, presentan sesgos en por lo menos una de las dimensiones incluidas (ver debajo). Sólo 14% de mujeres y 10% de varones, a nivel global, no presentan sesgos por género en normas sociales.
Miradas direccionadas
Para Tatiana Ardissone, licenciada en Ciencias Sociales e investigadora de la agencia Grow, Género y Trabajo, abordar esta temática resulta elemental para asegurar la equidad de género.
En diálogo con Los Andes explicó que nuestras tomas de decisiones de todos los días, esas que hacemos en piloto automático, son aquellas donde los sesgos entran en acción.
Dijo que se trata de decisiones pequeñas a las que aparentemente no se les da importancia. Los sesgos son inconscientes y los de género son uno de ellos.
Representan una barrera ya que el género se vuelve un elemento que determina esas decisiones y que está atravesado por los estereotipos.
Refirió que esto es por ejemplo creer que alguien por su género es más capaz que otro y eso limita oportunidades, en vez de considerar todas sus características.
Realizó su propio informe con el que pone en valor estos datos. “Hasta ahora este problemático fenómeno no había sido medido. Un punto vital a la hora de comprender su severidad y alcance. Más aún en el marco de un desaceleramiento en la velocidad de nuestra trayectoria hacia la constitución de sociedades con igualdad de género. Como bien explica el PNUD (2020) el mundo no se encuentra en condiciones de llegar a la equidad de género para el 2030 como lo proponen los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU”.
Para la investigadora es posible trazar una relación entre los sesgos presentes en la sociedad y la situación de varones y mujeres en el acceso a determinados derechos. Sin embargo, destaca que esto no quiere decir que las normas sociales sean el único factor que juega un rol en este fenómeno, pero sí pareciera indicar que existe cierta correlación entre ellos.
Explica que la herramienta que utiliza es un nuevo índice denominado ‘Gender Social Norms Index’ (GSNI) o Índice de Normas Sociales sobre Género.
Detalla que el GSNI mide creencias, sesgos y prejuicios de género en cuatro dimensiones: política, economía, integridad física y educación. Para ello, utiliza siete afirmaciones de la Encuesta mundial de valores, Toma las respuestas de cada persona, medidas según cuánto esté de acuerdo o no con cada afirmación, y compone siete indicadores.
Dimensiones
El trabajo considera 4 dimensiones y 7 preguntas:
Política, las afirmaciones presentadas son:
1. Los varones son mejores líderes políticos que las mujeres y
2. Las mujeres tienen los mismos derechos que los varones.
Educativa, el postulado es:
3. La universidad es más importante para un varón que para una mujer.
Económica, las frases utilizadas son:
4. Los varones deberían tener más derecho a un trabajo que las mujeres y
5. Los varones son mejores ejecutivos de negocios que las mujeres.
De integridad física, se hace uso de…
6. Un proxy de violencia doméstica y
7. Un proxy de derechos reproductivos.
La dimensión de integridad física es la que, en Argentina, muestra más sesgos de género instalados ya que la mitad de las mujeres y varones participantes los expresaron. La segunda con mayor incidencia es la dimensión política en los varones, presente en 49.96% y 37.56% de las mujeres.
En la económica pudo apreciarse en 36.88% de los varones y 24.87% de las mujeres. En la que menos se identificó es en la educativa (21,51% de los varones y 13.18% de las mujeres.
Del sesgo a la realidad
En el plano educativo consideró que tiene mucho que ver la construcción cultural y roles de género para varones y mujeres. “tradicionalmente los varones son los que trabajan, que sostienen la casa, los que se encargan de lo económico, más parte de la vida social y política, las mujeres quedan más recluidas al ámbito doméstico y al cuidado y se suele creer que para todo esto una formación universitaria no es necesaria”.
Se miden además violencia doméstica y derechos reproductivos. “En este caso resulta interesante que la mitad de la población argentina según estos datos muestra un sesgo”. Le resulta llamativo ese 50% porque en temas de género la de Argentina es una de las agendas más avanzadas
Los sesgos en las dimensiones política y económica son más marcados en los varones, con una diferencia de 12 puntos.
Pero para pasarlo a un plano más pragmático muestra cómo en la dimensión política, la realidad también refleja disparidad.
“En la Cámara de Diputados de la Nación el 40% de las bancas son ocupadas por mujeres y en el Senado de la Nación sólo el 39%. Un hecho además regulado por la Ley de Cupos”, manifiesta.
Y agrega que para el Poder Ejecutivo, desde el regreso a la democracia únicamente 12 de 97 candidatos a presidente fueron mujeres y solo una resultó electa. En el caso de las provincias, sólo 10 de 233 elecciones llevadas a cabo fueron ganadas por mujeres. Una realidad similar también puede percibirse a nivel municipal, donde 258 sobre más de 2000 intendencias, que posee nuestro país, son ocupadas por mujeres.
La dimensión económica también se aprecia en terreno: la brecha presentada en sesgos coincide con la despareja tasa de actividad entre mujeres y varones.
“La tasa de empleo para varones es de 63.6%, mientras que la tasa de empleo para mujeres es de 44.7%. Y a medida que medimos la participación de mujeres y varones en posiciones jerárquicas más elevadas vemos que esta resulta cada vez más dispar. Según los datos de la Encuesta Permanente de Hogares Tercer Trimestre 2019 sólo el 30.1% de las ocupaciones de jefaturas están a cargo de mujeres”, advierte.
En ese sentido hace referencia a los llamados “techos de cristal”, las desigualdades en la participación en el ámbito político y en el mercado laboral en general que se vuelven cada vez más pronunciadas a medida que se asciende en jerarquía y tienden a excluir a las mujeres de lugares de decisión.
Por eso, Ardissone concluye con una invitación: “Vale la pena que a nivel social y organizacional se trabaje en la identificación y eliminación de sesgos, ya que lejos de ser algo inocuo, tienen un impacto directo en los roles y oportunidades que varones y mujeres gozan en la sociedad. Por eso, invitamos a desmitificar y derrumbar paso a paso las barreras, que muchas veces pueden ser inconscientes e invisibles, que limitan el avance hacia sociedades sin desigualdades por razones de género”.
La licenciada propone racionalizar las decisiones y considerar si hubiese sido igual si fuese varón que si fuese mujer, además de tratar de identificar esto en cuestiones cotidianas.