En 5 años bajó 32% la cantidad de nacimientos en Mendoza

A la tendencia que se observa a nivel mundial en la baja en la natalidad se suma el contexto socioeconómico en años en que impactó la pandemia de Covid-19 y el deterioro del poder adquisitivo en el país. Además, se mejoró el acceso a anticoncepción y planificación familiar.

En 5 años bajó 32% la cantidad de nacimientos en Mendoza
Imagen ilustrativa / Web

Que cada vez nacen menos niños es una tendencia a nivel mundial y, aunque no era muy marcada en Mendoza, los últimos años se puso de manifiesto. Es que en 5 años bajaron 32,29% los nacimientos en la provincia. Los últimos datos procesados a año cerrado por el gobierno local muestran que pasaron de 31.454 en 2017 a 21.296 en 2022. Una baja que ya había empezado a ser notoria en 2016 pero muy lejos del máximo registrado desde 2011, que fue en 2014 con 36.131 nacimientos.

Hay diversos factores que inciden en esta situación, entre la tendencia macro a una mayor planificación familiar e incluso quienes deciden directamente no tener hijos. Se cuenta también un avance de la políticas de acompañamiento en salud sexual y reproductiva que han permitido mayor acceso a consultorías, métodos anticonceptivos y planificación familiar. Pero no puede soslayarse el impacto de la coyuntura y el contexto.

La pandemia de Covid implicó una emergencia sanitaria que repercutió en el plano económico, pero este ya venía en un proceso negativo que se fue profundizando con los años e implicó, entre otras cosas, un marcado deterioro del poder adquisitivo. Especialistas reconocen que cuando hay crisis económicas muchos postergan la decisión de buscar un hijo a la espera de un mejor escenario.

Variables

Valentina Albornoz, responsable del programa de Salud Sexual y Reproductiva de Mendoza señaló que inciden múltiples variables distintas. Mencionó particularidades poblacionales globales, de la región, de Argentina y de la provincia.

“Por ejemplo, a nivel de las personas, la decisión de no tener hijos o tener menos hijos es un fenómeno que se ve en todo el mundo y tiene que ver también con la realización de proyectos propios distintos a la maternidad o paternidad, a la evolución fuera de los tiempos biológicos, es decir, como la esterilidad secundaria o el deseo tardío de maternar y paternar. Y eso me parece que es como algo que se ve globalmente y no tiene tanta incidencia el factor socioeconómico”, dijo en cuanto a la tendencia mundial.

Pero por otra parte, señaló que de acuerdo a lo que observan con los equipos del área “no desconocemos el factor socioeconómico que es determinante, pero en muchos casos, en muchas poblaciones, no es suficiente porque si bien uno puede decidir no tener hijos porque no tiene plata para mantenerlos, tiene que contar con un sistema que comprenda esa situación y que lo acompañe en las decisiones que quiera tomar”, opinó.

En ese sentido, mencionó que si alguien no desea tener hijos, que haya un sistema que facilite el acceso a métodos anticonceptivos para no tenerlos, que acompañe las decisiones, algo que dijo que no pasa en todos los lugares pero sí en Argentina y en Mendoza.

“Entonces se ve acompañado, reforzado ese deseo de no maternar por factores socioeconómicos o por factores socioculturales con el acceso a todos los servicios de salud reproductiva”, destacó,.

Germán Gregorio, sexólogo y licenciado en Psicología, también consideró que la situación socioeconómica puede impactar en la planificación del embarazo. “Obviamente que las parejas en el momento que van a encarar un embarazo deseado también contemplan mucho todas las variables económicas para poder abordar esa situación”.

En tanto, Rocío Alaniz, psicóloga, educadora y orientadora en sexualidad, trabaja en el acompañamiento de quienes necesitan tratamientos de fertilidad. Hizo referencia no solo a la cantidad de personas que los primeros meses del año dejaron la prepagada o incluso debieron bajar de plan en su prestadora, sino a que pagar un tratamiento es mucho más caro que pagar una prepaga.

La mamá Melanie Quiroga junto a Narella, la primera bebé del año de Mendoza. | Foto: José Gutiérrez / Los Andes
La mamá Melanie Quiroga junto a Narella, la primera bebé del año de Mendoza. | Foto: José Gutiérrez / Los Andes

En la consulta se ve esto de las dificultades, de las trabas también burocráticas de las obras sociales de no poner muchos tratamientos en el mismo mes sino tener cupos o listas de espera”, refirió.

Trajo a colación que por los procesos de diversa índole las personas han aprendido e incorporado que pueden gestionar su fertilidad y decidir cuándo tener hijos. De hecho es cada vez más habitual que muchas mujeres decidan tenerlos luego de su desarrollo personal, a mayor edad, lo que ha implicado más solicitudes de criopreservación de óvulos, “que no es nada barata”, apuntó. Además, llegar a mayor edad puede conllevar la necesidad de un tratamiento que lleva tiempo y requiere cobertura o dinero.

También hizo referencia a las diferencia generacionales, en tanto antes el tema tenía más fuerza de mandato mientras que ahora muchos de quienes han tenido acceso a educación sexual se toman tiempo para la decisión y consideran que quieren darle a sus hijos un “buen pasar”, como asegurarse cuestiones que les resultan importantes como una buena educación.

“Los cuidados, las cuestiones económicas hacen que hoy en las parejas en general trabajen ambos, entonces ¿cómo coordinamos nuestros trabajos para poder tener un hijo? Eso porque han cambiado muchísimas cosas en el plano social, esto de tener nuevas necesidades, de la economía fluctuante permanentemente, la inestabilidad, las inmadureces de las épocas, muchas cosas que en otro momento no se planteaban”, analizó la profesional.

Adolescentes

Albornoz le dio relevancia en la disminución a una notoria baja en los embarazos adolescentes, que pasaron de ser 15,6% de todos los nacimientos en 2011 a 7,5% en 2022, la mitad.

La incidencia de la disminución de la natalidad a expensas de la disminución del embarazo adolescente también es determinante y tiene que ver con lo que significa para un adolescente hoy tener un hijo. Creo que ellos también están muy informados al respecto, saben, lo evitan, son muy conscientes, hay como una idea del ejercicio de la autonomía y del ejercicio de los propios derechos que se ha hecho valer mucho. Entonces, la disminución de la tasa de natalidad en general a expensas de la disminución del embarazo adolescente me parece que es como muy significativa”, consideró.

Gregorio opinó en el mismo sentido: “Ha habido una gran disminución en la provincia a nivel de nacimientos de madres adolescentes; esto tiene que ver mucho con la inversión que ha habido en cuanto a implante subdérmico, que es un método popularmente conocido como el chip, que es un método de larga duración, muy efectivo y con pocas fallas y creo que también tiene que ver también con el avance de los métodos anticonceptivos en cuanto a eficacia”.

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