Fue hace más de 15 años, en su Tupungato natal, cuando José Luis Muñoz quedó sin trabajo y con una familia a cargo. Había sido celador y cocinero en la escuela Antonio Scaravelli y de pronto se encontró, ansioso y preocupado, sin un empleo fijo.
Así, se refugió en el pequeño taller que había montado en el garaje de su casa del barrio Jardín del Valle y, con algunas herramientas que había adquirido años atrás, comenzó a soldar y a hacer sus primeras figuras con alambres. Empezó de ese modo, aunque luego se inclinó hacia el metal y fue entonces cuando fabricó su primera obra que aún conserva como símbolo y recuerdo: un posabotella.
Su habilidad innata para este tipo de trabajo lo llevó, de a poco, a elaborar las primeras artesanías, inspiradas siempre en el trabajo del viñatero y la vida en las fincas. Había sido el trabajo de su padre y su abuelo, quienes amaban la tierra y se dedicaban a ella con pasión y fervor.
“Fue sin prisa ni pausa cuando me encontré trabajando cada vez más y empezando a vender lo que iba fabricando. Si bien para mí era un hobby o una terapia para sentirme mejor, me di cuenta de que mucha gente se interesaba por mis obras, que pasaron a ser de artesanías a esculturas”, recuerda, en diálogo con Los Andes.
Lo cierto es que hoy, además de trabajar en el instituto de enseñanza superior 9-009 de Tupungato, José Luis es un embajador cultural de su región, autor de numerosas obras emblemáticas y creador de las estatuillas de los premios Tupun Catú, representados por un huarpe, que se entregan todos los años a las personalidades destacadas de ese departamento.
“Fue un largo camino que me dio frutos inesperados. Si bien sigue siendo una actividad que me apasiona y una terapia que me hace feliz, también representa un modo de vida y, por supuesto, un trabajo”, aclara.
“Mi intención es dar a conocer y difundir el trabajo contratista de la viña. Mi papá tenía, justamente, ese trabajo y amaba la tierra. De niño no lo entendía pero hoy, recién de adulto, tomé dimensión de su significado e importancia”, señala el escultor.
Sus padres ya no viven, pero José Luis también intenta con sus obras reivindicar esa tarea tan propia de Mendoza. “Los trabajos empezaron a fluir, unos tras otros, y en el proceso he recibido enormes satisfacciones, como realizar una obra que fue entregada al intendente de una ciudad alemana”, cuenta. Y relata que comenzó a mantener relación con las áreas de Cultura y Turismo de la Municipalidad de Tupungato y que eso le abrió grandes puertas.
“Hoy trabajo con chapa negra de 18 milímetros y con ese material realicé una torre Eiffel de metal de 2x2 metros de base y casi 6 metros de altura. La misma se encuentra frente a la plaza de Tupungato en un local comercial llamado París”, señala el autor. También, a pedido del municipio, confeccionó una mano en chapa negra de 3x2 metros colocada en un espacio verde para evocar el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer. Fue el 25 de noviembre que en Tupungato se inauguró la escultura.
“Desde el municipio tupungatino se viene trabajando en la problemática con diferentes acciones y actividades para sensibilizar, concienciar, llamar la atención y señalar que existe un problema sin resolver, un asunto importante y pendiente en la sociedad. Fue un honor que me hayan tenido en cuenta para algo tan importante”, reflexiona el artista.
La suerte, trabajando
Claro que, como dice el dicho popular, la suerte siempre encontró a José Luis trabajando y nada llegó a su vida de regalo ni por un hecho casual. Había realizado cursos de carpintería y relacionados con la construcción. Asimismo, se anotó en la escuela de arte Chalo Tulian, que resultó ser una actividad enriquecedora gracias a un profesor comprometido y dedicado.
Allí perfeccionó sus técnicas y aprendió a sumar y mezclar materiales. Si bien la chapa negra es la base, también suele complementar con madera, piedra, huesos y vidrio. “Siempre incorporo algo de reciclado, por eso estoy atento a lo que encuentro, no sólo metales que traigo al taller y les doy vida, sino algunos otros”, señala. Agrega que en su casa montó un museo con elementos de sus antepasados y algunos otros trabajos que fue incorporando en el camino.
José recuerda con mucha emoción una de las primeras veces que quedó calificado para ferias y presentaciones, siempre en su departamento o en el vecino Tunuyán. Además, pocos días atrás exhibió sus obras en una bodega del Valle de Uco que recibe a diario turismo internacional. Entre ellas una pareja de viñateros en plena labor, una hermosa y simbólica imagen confeccionada con caños estructurales y redondos.
De allí en más, buena parte de sus obras tienen como destino España, Chile, Brasil, Estados Unidos y, por supuesto, gran cantidad de familias de bodegueros o viñateros de Mendoza y de todo el país. Muchos turistas se llevan las esculturas como recuerdos y otros tantos clientes las eligen como originales regalos.
“A esta altura, creo que ya tengo un público consolidado, que suele ser mayor a los 50 años, es decir, gente que le da valor a lo que significa el trabajo de la tierra, los paisajes, los surcos, la poda. Gente a la que las esculturas la retrotraen al pasado. Es muy emocionante ver cuando una persona se conmueve con un trabajo porque, de alguna manera, se cumple el objetivo”, resume.
Aclara que su labor se circunscribe siempre a su zona, donde observa una gran proyección turística, sobre todo desde los últimos años.
La figura de un huarpe
Llegar a lograr la figura de un huarpe para entregar los tradicionales premios Tupun Catú no fue una tarea fácil. El municipio le había requerido algunas condiciones, como que representara a mucha gente, y José Luis se puso a investigar e indagar.
“Finalmente, el resultado me dejó muy conforme porque es abarcativo. Estas distinciones se otorgan a distintas personalidades, puede ser desde un policía a un farmacéutico o un vecino solidario. Debía representar a todos y se me ocurrió diseñarlo con la mano derecha extendida en señal de bienvenida. Creo que la mano derecha es significativa. Así salió la figura del huarpe y me siento orgulloso de que un autodidacta como yo tenga un lugar en la sociedad”, reflexiona.
Con humildad, José Luis aclara que de joven no tuvo estudios superiores, aunque a cambio volcó tiempo y energía en trabajo, disciplina y capacitación. “Logré así un nombre y un reconocimiento que jamás imaginé. Agradezco profundamente la gran cantidad de oportunidades que me dio esta tierra, Tupungato, donde pude hacer trayectoria con sacrificio pero también con resultados”, concluye.
En Instagram
Sus obras pueden verse en el Instagram @artesanias_esculturas_jlm