Ignacio Javier Lucero (50), Nacho para seres queridos, ya descansa en paz. Luego de más de 20 días, el cuerpo del andinista y guía de montaña mendocino que falleció mientras realizaba una expedición en el cerro Marmolejo (del lado chileno de la Cordillera de los Andes) y junto a dos andinistas más de La Pampa, llegó a Mendoza. Y durante la mañana de hoy lo despidieron en la sede de Deportes de la UNCuyo, ubicado dentro de la ciudad universitaria y en el Parque San Martín.
Decenas de amigos, familiares y conocidos del querido Nacho se acercaron a la dependencia para despedirse del aventurero, quien hace 12 años sobrevivió a un infarto masivo y a un ACV en el Himalaya (Nepal) y cuando intentaba hacer cumbre en el Manaslu. De hecho, luego de este episodio, Nacho inició una rehabilitación que le permitió conocer a su fiel compañero, el perro Oro, con quien luego regresó a la montaña y escaló varias veces el Aconcagua y otros picos importante.
Además de despedir a Nacho, los amigos y familiares del andinista y guía de montaña iniciaron una campaña para que se rebautice un cerro de Vallecitos (el Cerro Medio) con el nombre de Cerro Lucero, en homenaje al referente del montañismo local y quien falleció en pasado 30 de noviembre junto a dos expedicionarios pampeanos de hipotermia accidental cuando intentaban hacer cumbre en el cerro Marmolejo (del lado chileno de la Cordillera de los Andes).
Los restos de Lucero serán cremados y sus cenizas reposarán en el Cementerio del Andinista de Puente del Inca, sobre la Ruta 7 en Alta Montaña, cerca del Parque Provincial Aconcagua y donde el propio Nacho esparció hace algunos años parte de las cenizas de Oro, quien falleció en 2020.
PROPONEN QUE UN CERRO DE VALLECITOS SE LLAME CERRO LUCERO
Los amigos y familiares de Nacho Lucero presentarán un pedido a la flamante Secretaría de Energía y Ambiente de Mendoza para que se cambie el nombre del Cerro Medio, en Vallecitos, y se lo bautice como Cerro Lucero.
La iniciativa surgió de ellos mismos y busca ser un más que merecido homenaje al destacado andinista mendocino, quien se convirtió en todo un referente a nivel mundial y comandó y protagonizó diversas expediciones en los picos y cadenas montañosas más importantes del mundo.
“Ignacio Lucero es recordado como uno de los andinistas más destacados en la historia de Mendoza. Su contribución al alpinismo y su dedicación a la exploración de los cerros de la región lo destacan como una figura emblemática y merecedora de reconocimiento”, destacan los impulsores de esta iniciativa entre los fundamentos de justificación a la solicitud.
Nacho Lucero, el intendente de la localidad pampeana de General San Martín, Raúl Espir, y el escribano Sergio Berardo -estos últimos dos oriundos de La Pampa- se encontraban extraviados tras haber salido del campamento con la meta de hacer cumbre en el cerro Marmolejo (6.100 msnm), que tiene acceso por Argentina (Mendoza, a la altura del Valle de Uco) y por Chile. Tras varios días sin rastros, y luego de avistar los cuerpos desde un helicóptero, se confirmó el fallecimiento de los andinistas el 30 de noviembre pasado, por hipotermia accidental. Y, por medio de un amplio operativo, se los logró rescatar. En el caso de los restos de Lucero, llegaron a Mendoza ayer, martes.
“Esta ceremonia no solo busca honrar a Lucero, sino también rendir tributo a los demás valientes andinistas que compartieron su destino en esa lamentable jornada”, destacan los amigos y familiares de Lucero en el escrito con el que buscan que el mencionado cerro de Vallecitos lleve su nombre.
Además de solicitar el cambio de nombre del Cerro Medio (4.000 msnm) por Cerro Lucero -y como reconocimiento póstumo-, entre las propuesta de acciones solicitan también que se realice una ceremonia de re semantización del Cerro Lucero, donde se coloquen placas conmemorativas para Nacho y para los demás andinistas fallecidos en la Tragedia del Marmolejo.
Con la solicitud -que hicieron de modo electrónico y a través del sistema de Ventanilla Única del Gobierno de Mendoza-, los seres queridos de Lucero buscan contar con el respaldo legal necesario para la modificación del nombre del cerro. También iniciarán una colecta de firmas a fines de demostrar el interés público, tanto en lo que tiene que ver con modificación del nombre como con la realización de la ceremonia.
Además, por medio de una colecta solidaria -a futuro-, buscarán reunir los fondos necesarios para poder costear una cruz, un epitafio (con palabras que honren el recuerdo de Nacho Lucero) y otros gastos que este homenaje pueda llegar a demandar.
Desde primer hora de este miércoles -y hasta pasado el mediodía-, se veló a Lucero en la sede de Deportes de la UNCuyo. Amigos, conocidos y familiares del andinista y guía de montaña se acercaron al lugar para homenajearlo y darle el último adiós.
NACHO LUCERO, UNA VIDA DEDICADA A LA MONTAÑA
Nacho era un andinista y guía de montaña experimentado y muy conocido en el ambiente por su amor por la montaña, a la que le dedicó la vida. A lo largo de su vida marcó distintos récords en los picos y cadenas montañosas más importante del mundo.
El 3 de octubre de 2011, Ignacio Lucero sufrió un infarto masivo en Nepal mientras intentaba hacer cumbre en el Manaslu (en la cordillera del Himalaya). Fue a los 7.350 msnm, lo que lo obligó a bajar a la fuerza, con asistencia. En esa misma expedición, horas después y mientras lo operaban, Nacho sufrió un ACV. Ese día volvió a nacer y, tiempo después, regresó a la montaña (su lugar en el mundo) para continuar con sus aventuras.
Hace poco más de un año, el 3 de octubre de 2022, en el mismísimo lugar donde había tenido que abandonar forzosamente la primera expedición (también a los 7.350 msnm) exactamente 11 años antes, una tosca de nieve golpeó el casco de Nacho en su segundo intento por hacer cumbre en el Manaslu. El casco del andinista se rompió, la linterna dejó de funcionar y –teniendo en cuenta de que eran las 23 y estaba oscuro-, otra vez debió bajar al campo base.
“Fue exactamente en el mismo lugar, no cerca o al lado, ¡en el mismo punto! Eso me trajo algunos fantasmas, el hecho de haber vuelto y llegar hasta el mismo lugar me hace pensar en algo misterioso, como que hay otro orden. Porque con la razón y la lógica, hacés una lectura. Pero en la noche, en el misterio, ves cosas que son quizás más difíciles de creer, esas casualidades que me revuelven cosas. Porque volver a hacer ese camino de regreso al campo base, dando de a 7 pasos y parando es algo que ya me había pasado. En 2011, por haber sufrido un infarto, y ahora -otra vez- por tener la linterna rota y no podía ver nada. Me pregunté varias veces ‘¿¡qué hago acá, de nuevo!?’ en ese momento. Pero cuando sale el sol y hay luz de vuelta, volvés a esperanzarte. De hecho, en esta última expedición, y dos días después de haber tenido que bajar por la rotura del caso y la linterna, ¡volví a intentarlo!”, reflexionó Nacho hace más de un año en diálogo con Los Andes y cuando regresó a Mendoza.
“Me redimí con el Manaslu, tuve paz. En mi cocina tengo una foto gigante de él y lo miro todos los días. Fue un buen intento, yo no lo vi como una revancha ni un resentimiento. Simplemente quería hacerlo, abrazarlo. Es una montaña maravillosa, muy bella, muy cargada de nieve y con muchas complicaciones”, agregó el mendocino.
En octubre de 2022, Nacho Lucero aprovechó el regreso al Manaslu 11 años después, además, para dejar parte de las cenizas de su perro Oro (las otras quedaron en el Cementerio del Andinista, en Mendoza), aquel que lo ayudó en la recuperación post infarto y ACV y con el que, luego de la rehabilitación, pudo regresar a la montaña. Oro falleció en noviembre de 2020 y era un personaje muy querido en el mundo del montañismo también.
APASIONADO
El primer viaje al Manaslu, en 2011, cambió para siempre la vida de Nacho Lucero. Como suele decirse, marcó un antes y un después. Y es que no todos los días uno sufre un infarto masivo, seguido de un ACV, ni tampoco es para cualquiera lo de vivir para contarlo. Pero Nacho lo hizo, se recuperó y –lejos de tirar la toalla-, regresó a la montaña ni bien pudo. Incluso, en 2021 -y en un periodo de 90 días-, escaló el monte más alto de Alaska y estuvo de expedición en las montañas más impactantes de Pakistán.
Pero regresar a Nepal y volver a intentar el Manaslu era su “gran pendiente, gran”. Y pudo concretarlo el año pasado. “El 31 de agosto salí de Mendoza. Antes de viajar estuve aclimatándome en Bolivia y tuve un edema, además de contagiarme de Covid-19 dos días antes de partir. Me costó mucho recuperarme, sentía mucho dolor de cuerpo y piernas. En un momento pensé que no iba a poder ir, pero me recuperé y, paso a paso, pude viajar. Recién el 31 de agosto me dio negativo el PCR y pude viajar”, rememoró Nacho. “Afortunadamente no tuve ningún evento cardíaco ni sensación de ahogo, pero sí estaba cauto. Cuando sentía algo extraño, me preguntaba a mí mismo: ‘¿eso será un infarto?’, y después de pensaba: ‘no, no, falsa alarma’”, siguió.
“Fue otro intento, pero me volvían cosas a la cabeza permanentemente, esa idea de que la lógica me decía que no tenía que ir (por el edema un mes antes, por el Covid-19 después y por otros episodios de diarrea). Pero fui y lo disfruté. Fue intensa la expedición, y me gustaría volver a hacerlo”, continuó.
Las coincidencias marcaron aquel segundo viaje de Ignacio Lucero al Manaslu. Las más llamativas, sin dudas, tuvieron que ver con la coincidencia de la fecha y del lugar exacto donde debió abandonar el ascenso, y ambas fueron casuales (o causales, quién sabe). “Que haya coincidido con el 3 de octubre fue algo totalmente casual y de lo que me di cuenta en el momento en que tuve que empezar a bajar. De hecho, iba a intentar salir a hacer cumbre el 2 de octubre, pero había unos compañeros y compañeras que no llegaron, por lo que estiramos la salida de esta expedición para un día después”, repasó el mendocino oportunamente.
Así llegó el 3 de octubre de 2022, el día en que se cumplían los 11 años del infarto masivo y posterior ACV. La expedición partió con destino a la cumbre y junto con Nacho iba otro compañero (Pablo), acompañado por un sherpa. “Pablo llevaba oxígeno, por lo que la diferencia al momento de caminar es exponencial. Yo iba sin oxígeno –porque es mi juego y me he propuesto hacerlo así-, e iba más atrás. A eso de las 23, llegué a la altura exacta donde sufrí el infarto en 2011 y en el lugar me pegó una tosca de nieve en el casco, lo que me rompió la linterna. En ese momento quedé ‘ciego’, y no pude ni subir ni bajar más”, reconstruyó Nacho Lucero sobre el principio del fin de aquella expedición.
Completamente a oscuras y como pudo, Lucero intentó emprender el regreso hacia el campo base (ubicado a 6.800 msnm). “Un ratito que te quedás quieto y te congelás. Como no podía ver, me detuve y se me empezaron a enfriar pies, manos, todo el cuerpo. No sabía qué hacer, mi compañero estaba más arriba y yo empecé a bajar a ciegas, a hacer los rapeles y bajar con las cuerdas. Me dio un poco de miedo. Por ahí algún porteador o sherpa que pasaba cerca hacía algo de luz, y ahí aprovechaba para encontrar las cuerdas. Llegué al campo base a las 3 am, medio congelado. Y la última parte la pude hacer entre sherpas, aprovechando algo de luz”, siguió Ignacio.
A raíz del congelamiento en sus extremidades, el andinista padeció un cambio de sensibilidad en las puntas de los dedos de pies y manos y se quedó a 6.800 msnm –primero- para luego quedarse en el otro campo base de los 6.400 msnm. “Me quedé con la idea de hacer otro intento, por lo que al otro día volví a subir a 6.800 msnm. Ese día las condiciones estaban dadas para hacer cumbre y algunas personas pudieron hacerlo, de hecho. Pero yo no estaba recuperado del todo, por lo que tuve que quedarme descansar dos noches más”, prosiguió.
Tras recuperarse a pleno, Nacho Lucero volvió a salir con la meta que –a esa altura- ya se acercaba a una obsesión: completar los 8.163 msnm del Manaslu, sin asistencia de oxígeno. Pero otras circunstancias –vinculadas al tiempo y no- volvieron a meter la cola para que tampoco la segunda expedición sea la vencida para Nacho.
NOTICIA DE UNA AVALANCHA
En el mismo momento en que Nacho se encontraba en esta aventura, los informes de avalanchas y tragedias en el Manaslu fueron moneda corriente en las noticias a nivel mundial. De hecho, María Fernanda Martínez Thierry y Salvi -pareja e hijo de Nacho, respectivamente- siguieron con mucha atención los reportes y hasta prendía velas para pedir por la integridad del mendocino por esos días. Afortunadamente, vía satelital, el andinista pudo mantenerse en contacto en todo momento con su pareja para confirmar que estaba bien.
ORO, OTRO AMANTE DE LA MONTAÑA
Si bien el vínculo entre Nacho Lucero y su perro Oro comenzó cuando el mendocino regresó del Manaslu y en plena rehabilitación post ACV, Lucero quería que parte de los restos de su compañero descansen en esa montaña.
Nacho y Oro escalaron el Aconcagua en cuatro oportunidades y, luego del fallecimiento del perro (en noviembre de 2020), la mayoría de los restos de Oro quedaron en el Cementerio de Andinistas de Puente del Inca. “Él tiene su homenaje en la montaña mendocina, pero quise homenajearlo en el Manaslu también. Por eso le pedí permiso a la montaña y dejé parte de las cenizas de Oro en el lugar”, contó –emocionado- Ignacio Lucero hace poco más de un año.