Los costos para criar hijos en Argentina han sufrido el duro impacto de la inflación lo que no ha dejado más opción a las familias que generar ajustes y apelar a la creatividad para cubrir las necesidades elementales.
En un año el valor de la llamada canasta de crianza se triplicó, un aumento que se aceleró los últimos meses, tal cual también sucedió con los precios en general, sobre todo a partir de la devaluación que se produjo en diciembre. En tan solo tres meses, desde noviembre hasta febrero, este costo se incrementó en alrededor de 50% y más.
Para cubrir las necesidades esenciales de un menor de 1 año se necesitaron en febrero $247.322, para un niño de 1 a 3 años, fueron $294.266; para uno de entre 4 y 5 años se requirieron $249.458 mientras que solventar a un chico de entre 6 y 12 años hicieron falta $313.672.
La escalada fue claramente intensa: en detalle, entre noviembre y febrero aumentó 42% para chicos desde el nacimiento hasta los 3 años y 50% para chicos a partir de los 4 años. En tanto, entre febrero de 2023 y el de este año el costo para un chico de entre 6 y 12 años pasó de $94.507 a $313.672, por tomar solo un segmento. Esto, por encima de la inflación interanual que fue de 276%.
“A esta altura del mes ya tengo un descubierto de aproximadamente la mitad de mi salario”, comentó Carolina, quien tiene un hijo de 6 años y es jefa de hogar.
“La obra social es lo que más ha aumentado, además de lo que se paga por el bono de sueldo pago un plus; en diciembre estaba en $30.000, este mes fueron $80.000; ya estoy preguntando qué opciones hay para bajar de plan”, relató.
Y continuó: “Ni hablar de los alimentos, es una locura: en el supermercado todo es $20.000 o $30.000 pesos para una semana o diez días, si comprás pollo o carne en el super, ha aumentado muchísimo”, agregó sobre otro rubro álgido. Su hijo, por una determinada condición de salud, no puede quedarse sin cobertura y además debe llevar una dieta particular, escasa en carbohidratos y más rica en proteínas, al igual que ella. Pero dado el contexto ha tenido que reverlo: “Estoy tratando yo de comer porciones más chicas de proteínas, y suplir con verduras; a él no puedo por la edad, lo necesita, y no puedo darle todos los días arroz y fideos, por suerte tengo la espalda de mi mamá que cuando necesito puede ayudarme”.
Además agregó que tiene ya una vida bastante austera y no hay mucho más que pueda recortar: “La estrategia es ajustar lo más posible, en el super dejar lo que no es indispensable, pero hay un límite en que no podes dejar de comer, no hay mucho más en se pueda limitar”.
La canasta de crianza es un indicador que elabora el Indec y que incluye tanto el costo mensual para adquirir los bienes y servicios para el desarrollo de infantes, niñas, niños y adolescentes, así como el costo de cuidado que surge a partir de la valorización del tiempo requerido para dicha actividad.
Además, el Indec desmenuza los dos componentes de la canasta. Por un lado, el costo mensual de bienes y servicios, por tramo de edad. A febrero era de $78.257 para un menor de 1 año, de $101.049 para un niño de 1 a 3 años, de $128.698 para chicos de 4 y 5 años y de $159.650 para quienes tienen entre 6 y 12 años.
El otro componente es el costo mensual del cuidado por hora. Fue de $169.065 para un menor de 1 año, de $193.217 para chicos de entre 1 a 3 años, de $120.761 para los de entre 4 y 5 años y de $154.022 para los de 6 a 12 años.
La plata no alcanza
El asunto es, como es sabido, que los ingresos no han acompañado el avance de los precios. El salario promedio en Argentina en enero de 2024 era de $555.269.
El dato expresa los salarios brutos, es decir, antes de los descuentos por aportes patronales y previsionales, con ellos, quedaba en $460.873. Este valor está por debajo de la canasta básica para tres personas, cuyo valor estimado a nivel nacional era de $475.140. En Mendoza en tanto, ascendía a $551.527 para una familia tipo de cuatro miembros: dos adultos y dos niños. Comparar estos montos con los de la canasta de cuidado deja claramente al descubierto los malabares que deben hacer las familias.
Juan tiene una bebé de 7 meses y destacó como los costos más fuertes la leche maternizada y los pañales, para lo otro hay inventiva y destreza. Además tiene otra hija.
“Los pañales se fueron a las nubes”, sostuvo al contar que comparan uno de marca cuando nació que costaba $4.500 y hoy se fue a $30.000.
Así que primero se cambiaron a una marca más económica y finalmente han debido optar por una marca blanca de supermercado. Están pagando unos $18.000 por un paquete de 52 pañales y necesitan unos 4 paquetes y medio al mes. La leche maternizada es otro caso: hace 3 meses pagaban $8.000 por el tarrito de 800 gramos, ahora cuesta $22.000 y dura 10 días. “No se puede variar porque es la que le cae bien pero llegado el momento en que no la podamos pagar tendremos que analizar qué hacemos”, apuntó.
Y estos son relatos de quienes aún pueden lidiar con la situación. Hay muchos que ya no: hace unos días el Observatorio de la Deuda Social Argentina de la Universidad Católica Argentina y la Fundación Alimentaris Argentina publicaron un informe en relación con las privaciones en el espacio de la alimentación de niños, niñas y adolescentes en la Argentina urbana. Allí refirió que aproximadamente 3 de cada 10 niños, niñas y adolescentes (NNyA) padecían inseguridad alimentaria en 2023, es decir que no accedían a los requerimientos básicos diarios. Además 1 de ellos la sufría en condiciones severas. La organización mencionó que las estimaciones de la pobreza infantil llegan al 71% según Unicef lo que permite conjeturar un incremento de la pobreza y la inseguridad alimentaria en esta población.
La ropa y la escuela
Como a la mayoría de los padres con chicos en la escuela, el mayor desafío ha sido afrontar el costo del inicio del ciclo lectivo.
El aumento de los materiales ha sido notorio, incluso en algunos casos por encima de la inflación interanual promedio. Ronda el 250% en materiales básicos y pueden superar el 300%.
Natalia tiene dos hijos, uno en primaria y otra que empezó primer año del secundario. “Mi hijo necesitaba una mochila carrito porque dice que la otra le pesa mucho, así que compré una usada por internet, cartucheras vamos a seguir usando la del año pasado y a mi hija se la hizo la abuela, uniforme mi hijo usa el del año pasado porque está muy caro y mi hija cambia de uniforme, no tengo opción”, relató.
Entonces contó que entre los padres del colegio de su hija se armó una especie de mercado del usado con uniformes, así que optó por comprar allí, lejos quedó la ilusión de empezar el secundario con cosas a estrenar.
Carolina tuvo que invertir. “Empezó el año con una mochila que se le caía por el soporte roto, fue así un tiempo hasta que entró la ayuda de Anses y pude comprar una on line que estaba a mitad de lo que conseguía acá”, contó.
Dijo que las salidas son otro desafío. “Para tratar de salir a pasear hay que buscar de bajo costo y en eso también calculando el traslado, cuántos kilómetros son por la nafta, así que los paseos no los he dejado de hacer porque los necesita, pero vamos menos y son salir a caminar por el barrio”.
Juan apuntó que la estrategia es ir cambiando de marca para optar por una de menor precio. Fue el caso del óleo calcáreo, dejaron uno recomendado por otro que al final resultó más líquido pero es lo que se puede, y dejaron de usar toallitas húmedas para usar algodón.
Con la ropa sobreviven a fuerza de estrategia. “Se da esa especie de feria persa con la ropa, siempre hay algún familiar o amigo que desocupa ropa y la pasa, entre eso y el baby shower donde nos regalaron mucha ropa venimos zafando y además mi mujer sabe manejar bastante la máquina de coser, entonces a los bodys que eran de manga larga los cortó para el verano y ahora ya le están tirando un poquito porque le quedan cortos, entonces los va a cortar y los va a transformar en remeras de manga corta”, relató.