La Basílica de San Francisco es, para muchos, la iglesia más importante de toda la provincia. Dos aspectos le dan esa categoría, el religioso y el histórico. El primero, porque alberga la imagen de la Virgen del Carmen de Cuyo; y el segundo porque fue el lugar elegido por el mismísimo General José de San Martín: luego del Cruce de Los Andes, visitó a la Virgen y la proclamó Patrona de Mendoza y Generala del Ejército de los Andes. De hecho, allí descansan los restos de la hija del Libertador, Mercedes Tomasa de San Martín.
Pero su magnitud histórica no condice, para nada, con su presente. En la actualidad, a la Basílica le sobran problemas edilicios y le falta personal para el día a día. Entre los techos que se caen y los fieles que voluntariamente se acercan a colaborar, cada día de la semana la Basílica sólo abre sus puertas durante aproximadamente dos horas, divididas en tres oportunidades: a las 10 de la mañana, cuando se ofrece la primera misa; a las 11:30 para repartir la comunión; y por la tarde a las 19, en la segunda misa del día.
Justamente este 8 de septiembre fue un día especial para la comunidad, ya que se celebra el Día de la Virgen del Carmen de Cuyo. La misma jornada, pero de 1911, se concretó la coronación pontificia de la sagrada imagen, un hecho que reforzó la antigüedad de la devoción a la Virgen del Carmen en Mendoza, y el hecho de haber recibido el bastón de mando del General San Martín.
Es por eso que por la mañana, una joven embarazada se acercó a la Basílica, en la esquina de Av. España y Necochea, de la Ciudad, ya que la comunidad católica celebra hoy también el nacimiento de la Virgen María. Para su sorpresa, al llegar descubrió que las puertas estaban cerradas y las rejas con candado. “Me encontré con la iglesia totalmente cerrada, y un señor que pasaba me comentó que había sufrido muchos robos, y que por eso solamente abría en los momentos donde había oficios”, contó la mujer, que prefirió no dar su nombre. “Me decepcioné, porque quería ir a ofrecer un rato de oración. Me llamó la atención”, expresó en el diálogo con Los Andes.
La Basílica depende de la comunidad franciscana, que en 1875 colocó la piedra fundamental del actual templo, luego inaugurado en 1893. En 1938 fue declarado Monumento Histórico Nacional. Hoy, uno de los encargados es el fray Marcos Ibarra, quien habló con Los Andes y aclaró la situación: “La inseguridad no es de la gente, es del edificio mismo”, sentenció, en referencia al mal estado edilicio de la Basílica. Eso, sumado a la falta de personal para mantener abierto el lugar, hace que los fieles no puedan acceder en todo momento, tal cual le pasó a la joven que dio su testimonio.
“No tenemos personal que dependa de nosotros, sólo viene gente a dar parte de su día”, explicó en referencia a aquellas personas que voluntariamente se acercan y hacen el trabajo necesario para mantener la Basílica abierta. “Uno tampoco puede exigirles porque no les pagamos nada”, agregó. La pandemia contribuyó al mal pasar económico y el histórico sitio “depende de las donaciones de la comunidad”. Entre otras cosas, los frailes venden empanadas hechos por ellos mismos para subsistir.
Los inconvenientes del edificio ya mencionados también preocupan al fray Ibarra. “Acá el problema son los techos, que están humedecidos por un mal trabajo que se hizo antes. Taparon los desagües, entró el agua, y se filtró”, detalló. La Basílica consta de tres naves, una central y dos laterales en las que se ubican capillas consagradas a diversos santos. El altar mayor está presidido por la imagen de la Virgen del Carmen de Cuyo. Detrás del altar mayor se encuentra el camarín, una pequeña capilla semicircular que guarda recuerdos, reliquias, placas y homenajes de toda la Nación y del extranjero.
En un mausoleo a la izquierda de la entrada descansan los restos de la hija del Libertador, Mercedes Tomasa de San Martín, de su esposo Mariano Balcarce y de la hija de ambos, María Mercedes Balcarce, trasladados desde Francia en 1951. En ese sector en particular, explicó el fraile, “la construcción está respondiendo al deterioro”.
Al ser un lugar tan icónico cultural e históricamente, se ha vuelto un sitio de numerosos actos y ceremonias oficiales, por lo que lo suelen visitarlo autoridades de toda la provincia. “Me dicen ‘ya vamos a mandar a alguien’, pero por acá no pasaron. No apareció ninguno”, reveló Ibarra. Y concluyó advirtiendo: “Mendoza es una linda provincia, tiene una historia fantástica. Hay que tomar consciencia cuanto antes”.