Lo aseguró Rubén Torres, presidente de la Federación Latinoamericana de Hospitales. Fue parte de las disertaciones realizadas durante un encuentro organizado por la Cámara Argentina de Especialidades Medicinales (Caeme) realizado en Mendoza. “El sistema no va a aguantar más, está en el nivel mínimo de rentabilidad”.
Lo dijo en referencia a las particularidades que presenta asociadas a disparidades regionales, desigualdad, un gasto que consideró insuficiente pero además ineficiente ya que no se distribuye hacia lo sustancial como prioridad. Como consecuencia, el acceso a la atención y los servicios dejan de ser los adecuados y los resultados en términos de mejora de salud y garantía de derechos son inferiores a los esperados.
Entre los puntos que mencionó como consecuencias de esta forma de gestión señaló que los salarios de los profesionales de la salud son acotados, los resultados en términos de indicadores son inferiores a los de otros países de la región con grandes brechas entre provincias. Asimismo, consideró que los costos para las prestadoras como obras sociales se hacen cada vez más difíciles de afrontar con valores de muchos insumos en dólares y el precio de ciertos medicamentos para determinados tratamientos que se llevan una buena proporción de su presupuesto.
Realizó una exposición sobre el tema en un encuentro organizado en Mendoza por la Cámara Argentina de Especialidades Medicinales (Caeme) entre el 24 y el 26 de agosto.
“Tenemos plena conciencia de que la salud universal no podrá alcanzarse si los sistemas de salud continúan estando fragmentados y segmentados, y si las personas se siguen viendo obligadas a adquirir servicios para abordar sus necesidades de salud” , reflejó en un trabajo realizado por la entidad que se hizo eco de lo expresado por la Organización Mundial de la salud en una sesión del Consejo Directivo de 2014.
“Vivimos en uno de los países con más cobertura y acceso de América Latina”, destacó y consideró que el sistema tiene un funcionamiento aceptable. Sin embargo, afronta tantas presiones, disparidades y desmanejos que resaltó: “El sistema no va a aguantar más, está en el nivel mínimo de rentabilidad” y condenó que el estallido está cerca.
En la charla se señaló que los hospitales con 95% de ocupación pierden, justamente por la baja rentabilidad y que la desafiliación de las prepagas es de alrededor de 15% de los afiliados. “Antes se pasaban a un plan más barato, ahora se van” señaló Daniel Luna, Jefe del Departamento de Informática del Hospital Italiano de Buenos Aires, presente en el lugar.
Fragmentación
La fragmentación es una palabra que permite definir las condiciones del sistema. Torres hizo particular hincapié en cómo la atención de la salud está fragmentada confiriéndole un particular perfil de inequidad. Por un lado, la prestación de servicios se divide en obras sociales nacionales y provinciales, pero además hay seguridad social, medicina prepaga (a las que accede una menor proporción de usuarios de 3,7% de la cobertura total), y el sector público que se divide en tres instancias: municipal, provincial y nacional, que atiende a 27,9% de los usuarios. Los aportes en estas instancias son distintos.
En este punto, el experto refirió que parte del problema es que se deben definir cuales son los servicios realmente prioritarios y hacer que alcancen a todos pero se toma una decisión que consideró inaceptable: extender la cobertura de servicios de mediana o baja prioridad antes de alcanzar cobertura universal para los servicios de alta prioridad.
Pero al mismo tiempo, señaló que hay grandes brechas en el acceso y resultados de la atención de la salud a lo largo del territorio nacional, como sucede con otros aspectos, Argentina muestra grandes disparidades según la región.
En Argentina el acceso a la salud, el tipo de servicio y los resultado están asociados al código postal: la tasa de mortalidad infantil en Formosa es de 16,4 por mil nacimientos y similar a la de países como Nicaragua y Honduras mientras que desciende a 5,2 en Neuquen o 4,4 en CABA, indicadores similares a Estados Unidos, Chile y Canadá. Otro tanto pasa con la mortalidad materna.
Además, por dar otro ejemplo, las personas que llegan al sistema de salud en estado crítico y con riesgo de muerte son más en el sistema público: 31% en el estadío contra 14% del sector privado.
Impacto
Detalló que los objetivos del sistema de salud son: mejorar las condiciones de salud de las personas, garantizar el acceso y la calidad equitativamente y otorgar protección financiera. Sin embargo, en la práctica, esto no necesariamente se cumple y en gran medida lo atribuyó al gasto ineficiente y mal distribuido, mientras que no se aprecian mejoras en el mismo nivel que otros países de la región.
La disminución de la tasa de mortalidad anual está levemente por debajo de otros países regionales.
Dijo que se sancionan leyes para asegurar la atención de determinados grupos sin contemplar de donde sale el dinero. Asimismo, esto se hace sin considerar que deberían resolverse primero cuestiones esenciales de atención de la salud, pero no se hace por orden de prioridades.
El gasto fiscal en proporción del porcentaje del PBI que se destina a salud es una de las más bajas de América mientras que el gasto per cápita del gobierno central es uno de los más bajos de América del Sur.
De acuerdo al trabajo, el gasto público consolidado en salud pública ha ido en ascenso las últimas décadas, sin embargo no al mismo nivel que otros países de la región y sin que eso se exprese en diversos indicadores vitales.
Además, Torres alertó que el tema no parece ser de preocupación. Cuando se realizan encuestas, las personas no refieren la salud como uno de los temas que más les preocupa.
Otro aspecto que mencionó es que el aporte de los usuarios no es equitativo: el ejemplo que tomó es el del monotributo ya que el aporte de quienes tienen más ingresos es notoriamente inferior en relación a estos respecto de quienes menos ganan. Los monotributistas hacen todos el mismo porcentaje de aporte pero sobre su salario no es lo mismo: la categoría A (más baja) aporta 6% de sus ingresos, mientras que para la categoría H (de mayores ingresos) esto significa 0,71%. Como si fuera poco, los monotributistas van en aumento.
Por otra parte dijo que aumentan los contratos y trabajo informal lo que significa menos aportes para un sistema que responde igual.
Otros aspectos mencionados en la descripción es que los costos de la salud se han disparado por encima de la inflación y el ingreso per cápita al sistema es inferior al gasto per cápita. Un detalle: 61% de las Obras sociales nacionales con los recursos que reciben no cubren el plan médico obligatorio (PMO) lo que involucra a 69% de los afiliados totales a este sistema. En tanto, OSEP, la obra social provincial fue incluida entre las prestadoras provinciales que con sus aportes no cubre el valor del PMO.